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𝐓𝐇𝐄 𝐈𝐑𝐎𝐍 𝐓𝐇𝐑𝐎𝐍𝐄

—Discúlpenme un momento — dijo Vanessa pidiéndole a los lords con los que estaba conversando que la disculparan ya que se tenia que maechar a los servicios higiénicos.

Vanessa se disculpó con los lords y se retiró momentáneamente. Mientras caminaba por los pasillos de la fortaleza, su mente estaba llena de pensamientos y emociones encontradas. La situación en la que se encontraba era surrealista: había asumido la corona, unido su vida a la de Aemond y encerrado a aquellos que no juraron lealtad.

Al llegar a un pasillo decorado con retratos de sus antepasados, Vanessa se detuvo ante uno que capturaba la esencia de su familia. Viserys, Daemon y sus abuelos miraban desde el lienzo. Sus ojos se posaron en la imagen de su abuela, notando ciertos rasgos familiares que compartían. Una sonrisa se dibujó en su rostro mientras recordaba las historias que le contaron sobre esa mujer fuerte y decidida.

Luego, su mirada se desplazó hacia el retrato de su padre, Daemon. A pesar de las difíciles relaciones y los conflictos, no podía negar que él había influido profundamente en su vida. La dualidad de sentimientos la invadió, recordando tanto las penas como las victorias, no se sentía en deuda con el porque cada deuda había sido pagada con humillaciones o maltratos tanto verbales como físicos.

Era lo único que tenia.
Su única familia.

¿Porque los padres dañaban a la sangre de su sangre?

¿Porque los supuestos hombres que debían cuidarte y protegerte eran los mismos que te arrojaban a los leones?

Eran pensamientos que danzaban en la mente de Vanessa mientras se encontraba frente al retrato de su padre. Un suspiro escapó de sus labios . La fortaleza, habia sido su sueño pero habia sacrificado a su familia por ganar su derecho de estar ahi.
La imagen de Viserys tratando a Rhaenyra con cierta preferencia siempre la había intrigado y, en cierta medida, envidiado. Aunque él no había sido el mejor padre, había demostrado cierta lealtad hacia su hija. Vanessa se preguntaba por qué no podía experimentar algo similar con Daemon. Mientras sus ojos permanecían fijos en el retrato, Vanessa se sintió sola, rodeada por personas leales pero que no eran su familia, su madre estaba muerta y su padre... era de todo menos un hombre digno a llevar en alto la palabra.

—Aquí estabas — resonó la voz de Aemond, y Vanessa giró levemente su cabeza hacia él con una sonrisa—Te estaba buscando, ¿te sientes bien? —preguntó él.

—Sí... creo que sí — respondió ella, manteniendo su sonrisa —Tengo todo lo que he soñado ¿no?—

Aemond se colocó detrás de ella, abrazándola mientras ambos contemplaban el cuadro ante ellos.

—No estás bien, te conozco muy bien... no soy ajeno para que intentes usar tu capa al igual que con los demás, se que algo te sucede —pronunció Aemond —¿Qué sucede, Nessy?—

—Tengo todo lo que quiero, Aemond. Solo que... desearía que ella estuviera aquí, ¿sabes? Mi madre. Tú tienes a la tuya, te adora, eres su hijo favorito. Yo estoy sola aquí y no tengo a nadie. No es que necesite a alguien para ser feliz... sabes que no es eso, pero... es difícil borrar el sueño de la cabeza de una niña que desde los 4 años había pensado que cuando llegara este momento, su madre la estaría viendo, felicitando. Las manos que me arreglaron hoy no fueron las de mi madre, fueron las de extrañas —Vanessa hizo una pausa —Como sabes, mi padre me odia, y yo lo odio a él. Sabes la dinámica complicada, y no esperaba ni en mis pesadillas que él estuviera hoy felicitándome con una sonrisa y un abrazo... pensar en eso me da escalofríos— Aemond apoyo su baribilla en el hombro de Vanessa —No tengo familia... a nadie—

De Fuego y Cenizas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora