18| Tokio (+18)

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Advertencia de contenido explícito (+18) en este capítulo.
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Abro los ojos de par en par, incorporándome sobre la cama al notar que estoy desnuda. Un dolor intenso atraviesa mi cabeza. Me quejo por lo bajo e intento recordar qué demonios sucedió. Y no tardo en hacerlo cuando al girar, encuentro una de las camisetas de Tom sobre la cama. Mi pecho se oprime.

Esto no puede estar pasando.

Trago saliva. Busco mi ropa con la mirada, descubriendo que se encuentra sobre una silla de madera. Me pongo de pie y cuando termino de vestirme luego de arreglar al menos un poco mi cabello, abro la puerta de la habitación.

Todos se encuentran allí. Y cuando digo todos, es todos, incluyendo a Démeter, quien frunce el ceño al verme y se acerca sin dudar.

Mierda.

—¿Hay algo que quieras contarme?

Me obligo a sonreír mientras sus ojos verdes me analizan.

—Tengo jaqueca —no miento—. Ayer bebí más de lo que debería.

—¿Y ese es el motivo por el que pasaste la noche en la habitación de Tom con Tom?

Enfatiza las últimas palabras con tanta lentitud que logra estremecerme. Trago saliva.

—No recuerdo nada de anoche —miento esta vez sin poder mirarla directamente—. ¿Tienes hambre? Yo sí.

La veo de reojo acomodarse sobre el asiento. Sabe que hay algo extraño dentro de todo esto, pero agradezco que no haga más preguntas.

—Sí, un poco —es lo único que dice.

Giro hacia la derecha, Tom me da un vistazo rápido y vuelve su atención a Bill, hablan sobre quién sabe qué. Algo en mi interior se siente extraño y debo obligarme a ignorarlo también. Después de todo, solo fue una noche.

Un error de una noche.

Un error que no puedo quitarme de la cabeza.

¡Y tampoco esta maldita jaqueca!

Resoplo cruzándome de brazos. No sé cuánto tiempo ha pasado desde que nos montamos en este avión, pero algo es seguro: no estamos yendo a Burdeos. Y mis sospechas se confirman cuando la voz del capitán se escucha.

Estamos próximos a aterrizar en la ciudad de Tokio, Japón —anuncia—. Abróchense los cinturones.

Démeter y yo somos las únicas en colocarnos el cinturón mientras la azafata se dedica a reír y a mirar a Tom con descaro, quien tampoco pierde el tiempo y le sigue el juego.

Idiota.

—¿Hay algo más en lo que pueda ayudarte, Tom? —pregunta inclinándose un poco permitiéndole tener una mejor vista de sus pechos asquerosos.

Pero eso no es lo único que capta mi atención. Esa puta acaba de tutearlo, eso solo puede significar una cosa: se acostaron.

Vuelvo a girar hacia ellos, observando cómo la sujeta por la cintura y le susurra algo al oído que la hace reír. Me aferro a los reposabrazos del asiento cuando siento mi interior arder en llamas.

Voy a arrancarle la maldita cabeza a esa zorra con los dientes.

Intento regular mi respiración mientras la azafata se larga a su asiento para prepararse para el aterrizaje. El jet aterriza minutos después y al hacerlo, todos se ponen de pie esperando a que la puerta se abra. Y mientras lo hacen, mi cabeza empieza a llenarse de preguntas.

Darkness feel like hellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora