[DOS SEMANAS DESPUÉS...]
Abril, 2010.
Leipzig, Alemania.
❦ A R T E M I S A ❦
Lo veo estirar un brazo hacia la radio para subirle el volumen y cuando Say you won't let go de James Arthur empieza a sonar, frunce el ceño un poco, pero finalmente vuelve a su lugar.
Lleva puestas unas gafas de sol, las trenzas caen por sus hombros y la camiseta que usa es de color negro, como el resto de su guardarropa y bandanas que ata a su frente. Se ve muy bien.
—¿Disfrutas la vista? —cuestiona de pronto, dándome una mirada rápida con una bonita sonrisa dibujada en el rostro.
—Sí —admito con seguridad—. La disfruto mucho.
Su sonrisa se agranda, causando que mi corazón revolotee en mi interior. Estamos en uno de nuestros viajes por carretera sin rumbo fijo. Solemos hacerlo todas las tardes cuando el sol está a punto de ocultarse, justo en su mejor momento.
El cielo se tiñe de color naranja con rasgos rosados y las nubes parecen estar hechas de algodón de azúcar. El sol da sus últimos rayos al final del camino mientras el viento sopla con delicadeza, como acariciándome el rostro y cada tanto desordena mi cabello.
Respiro aire puro y entonces me doy cuenta de que estoy empezando a sanar; Tom se ha encargado de eso. Mantiene mi mente ocupada la mayor parte del tiempo, pero en el momento en el que la oscuridad se apodera de mí recordándome lo que pasó, él me rodea con sus brazos y se hunde en el suelo conmigo, permitiendo que mis lágrimas empapen su ropa.
Y cuando llega la noche, cuando mi cuerpo tiembla y mis demonios aparecen, él me contiene. Me acompaña hasta la mañana siguiente, echado sobre un sillón medio incómodo que hay dentro de mi habitación. Despierto sudando frío, con el cuerpo congelado, con las mejillas bañadas en lágrimas, a veces gritando, a veces simplemente temblando, tan petrificada que ni siquiera puedo ser capaz de articular palabra alguna.
Es en ese momento en el que la calidez de su cuerpo envuelve el mío. Eso me recuerda cuando estuvimos en Francia en aquella casa de playa, cuando ambos estábamos dispuestos a acabar con el otro. Pero la diferencia es que ahora cuando me hallo en el fondo, él nada por mí hasta llegar a la oscuridad del mar, busca mi mano y cuando la encuentra, me sujeta con fuerza para llevarme de regreso a la superficie. Sana y salva. Creo que esa es su forma de demostrar que me ama.
Regreso al presente cuando se desvía del camino por el que solemos ir.
—¿A dónde vamos?
—Quiero mostrarte algo.
Lo observo curiosa, pero decido no preguntar más y esperar. Conduce por un par de minutos, hasta que detiene el auto frente a una casa abandonada.
Baja del vehículo y se apresura a abrir mi puerta. Sonrío tímida, recibiendo su mano cuando me la ofrece. No me acostumbro al cosquilleo que se instala en mi estómago cada vez que siento su toque, es como si fuera la primera vez.
Se quita las gafas y entrelaza nuestros dedos, guiándome hacia la entrada. Analiza un poco la puerta, tal vez pensando cómo abrirla, pero no le toma mucho tiempo descubrir cómo hacerlo.
Lanza una fuerte patada a la puerta de entrada. La madera cruje y con un golpe más, se abre para nosotros.
—Sígueme —me pide, para luego ingresar sin pensarlo dos veces.
Observo a mi alrededor, como si estuviera buscando posibles testigos del delito, pero al instante me siento como una completa tonta.
¿Me siento culpable por ingresar a una propiedad ajena cuando yo misma he hecho cosas peores y estoy junto al criminal más buscado? Parece ser el final de un mal chiste.
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Darkness feel like hell
FanficLibro #1 [TERMINADO] Los líderes de la mafia Tom y Bill Kaulitz, asesinan a la madre de Artemisa y Démeter Sallow. Y ellas, sedientas de venganza, recurren a su padre: Gregory, un hombre muy poderoso... y el peor enemigo de los gemelos. Nada es lo q...