O1| New start

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[DOS SEMANAS DESPUÉS | Enero, 2010]

Paris, Francia.


A R T E M I S A


Sujeto la maleta entre mis manos con fuerza, caminando a la par de mi hermana, quien no ha dicho una palabra desde lo que sucedió. Se siente extraño no escucharla hablar como solía hacer.

Coloco mi maleta bajo mis pies, cruzándome de brazos. A lo lejos observo a tres hombres acercarse a nosotras, todos usan traje y lentes oscuros. Uno de ellos observa algo en su móvil y dirige la mirada a nosotras, lo hace un par de veces y cuando al parecer comprueba que sí somos las personas a quienes busca, se acerca.

—Señoritas —saluda el desconocido—. Bienvenidas a Paris. Mi nombre es Alberic, la mano derecha de su padre. Él las está esperando, tiene muchas ganas de verlas.

Aprieto los puños, sintiendo el enfado aparecer.

Mi madre murió y él no ha sido capaz ni siquiera de recogernos del aeropuerto. Prefirió seguir entre las sombras, escondiéndose. Y por un instante no puedo evitar darle la razón al hombre de trenzas que asesinó a mamá: Gregory es un completo cobarde. La asesinaron por su culpa y él sigue oculto, sin hacer nada al respecto.

Tampoco entiendo por qué aquellos hombres de acento extraño que irrumpieron en nuestra casa en Inglaterra hace dos semanas buscan a nuestro padre.

¿Qué quieren de Gregory?

—¿Si? —escupo entre dientes, Alberic asiente con la cabeza—. ¿Y por qué no vino personalmente por nosotras?

Me da una sonrisa a medias, haciéndole una seña a los dos hombres que lo acompañan, quienes se acercan y se hacen cargo de nuestras maletas.

—No es buena idea que su padre se exponga de esta forma.

Frunzo el ceño sin entender, pero decido no decir más al respecto y seguirlo por detrás. Caminamos fuera del aeropuerto hasta llegar a una camioneta negra reluciente con ventanas polarizadas. Uno de los hombres nos abre la puerta trasera, permitiéndonos ingresar.

Al estar dentro, giro hacia Démeter, teniendo la esperanza de que suelte algún comentario incómodo, pero no lo hace. Solo se dedica a observar la ciudad por la ventana de la camioneta, ajena a todo, como si no tuviera ningún motivo para seguir viva, a diferencia mía. Mi sed de venganza parece aumentar con cada segundo que transcurre sin saber quiénes son los responsables de la muerte de mamá.

Estoy dispuesta a todo, absolutamente todo, incluso a destruirme a mí misma en el intento de acabar con los hombres que la asesinaron.

Los minutos transcurren, convirtiéndose en horas. Nadie dice absolutamente nada y solo se puede escuchar el sonido de la camioneta en movimiento. Mis ojos se desvían hasta dar con un enorme edificio con ventanas hechas de cristales traslúcidos que se alza ante nosotros. Todo esto es nuevo para mí, nunca antes había estado en Paris.

Toda mi vida viví en Leipzig, Alemania. A los diez años mis padres decidieron separarse y desde hace nueve años vivo junto a Démeter y mi madre en Inglaterra. Bueno, vivíamos, hasta hace dos semanas antes de que dos hijos de puta decidieran acabar con su vida.

El conductor baja la ventana a su izquierda, quedando frente a un guardia de seguridad al ingresar a la entrada del estacionamiento del edificio.

—Bienvenidos de nuevo —dice el hombre, permitiéndonos ingresar.

La camioneta acelera, adentrándose al edificio. Segundos después, esta se detiene y bajamos de inmediato.

Estamos dentro de un sótano con un ascensor al fondo, al cual nos dirigimos cuando los hombres de mi padre nos lo indican. Nos adentramos a este, Alberic marca el piso dieciséis y las puertas se cierran.

Darkness feel like hellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora