28| Don't leave me

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Tokio, Japón.

—Tom.

Le doy un vistazo rápido a Bill y giro hacia la ventanilla de la camioneta, ignorándolo. Nos dirigimos a la bodega abandonada en donde Ozuru y Han tienen a Artemisa, mis manos no dejan de temblar y mi estómago tiene instalado un nudo doloroso. He arriesgado mi cabeza muchas veces antes, pero esta es definitivamente la primera vez que temo que una operación no salga bien.

—Tom, maldición.

Una vez más decido ignorarlo. No tengo tiempo para sus sermones, no ahora. Mi cabeza no puede procesar más información de la que ya tengo. No resisto más. Me siento débil sin ella, como nunca antes me había sentido.

De pronto, Bill frena causando que mi cabeza impacte contra la guantera. Sujeto la zona afectada y giro a verlo furioso, mientras él se mantiene tranquilo.

—Pero ¿qué...?

—Tenía que hacer esto para que me escuches.

—¿Estás loco? ¿Acaso perdiste la puta cabez...? —y me detengo a mí mismo cuando el resto de camionetas que nos seguían estacionan delante de nosotros.

Georg, Gustav, Tyson y Takeshi se acercan casi corriendo a la ventanilla de Bill, quien la baja con calma. Levi, Francesco, Alexandre, Yutaka y Rudson los observan desde sus vehículos.

—¿Qué ha sido eso? —cuestiona el asiático—. ¿Todo en orden?

—Ustedes continúen. Tom y yo tenemos algo importante de qué hablar —se limita a decir, me da una mirada rápida y regresa a ellos—. ¿Qué esperan? No tenemos tiempo qué perder.

Takeshi fija los ojos en mí, como preguntándome si todo realmente está en orden, así que asiento con la cabeza. Duda un instante, pero finalmente cede y regresa a su camioneta, poniéndola en marcha en cuestión de segundos.

—¿Te has puesto a pensar que la peor parte viene después de sacarla de ese agujero? —empieza a decir con la vista fija en el camino, respiro hondo—. No importa cuántos de nuestros hombres pierdan la vida o a cuántos hombres de Ozuru y Han asesinemos esta noche. Ni siquiera importa que alguno de los dos termine herido. Eso será lo que menos te importará, Tom, sé por qué te lo digo.

Niego con la cabeza, sospechando lo que quiere decir entre líneas. No quiero escuchar más.

—Basta.

—No tienes idea del infierno que ella ha vivido, pero yo sí.

Gira a verme con la cabeza apoyada en el asiento, su mirada está vacía, como siempre que recuerda a Yumi.

»Esta es tu oportunidad de juntar los pedazos que rompiste de ella. No puedes perder la cabeza cuando la encontremos. Porque créeme, vas a enloquecer cuando vuelvas a verla.

Mi pecho se oprime. Sé que lo que dice es verdad, pero una parte de mí aún se niega a creerlo.

»La encontrarás hecha un desastre, con miedo... Mucho miedo —resalta las últimas dos palabras y al mismo tiempo siento que me hundo todavía más.

—No sigas —musito como puedo.

—Tendrás que acompañarla en su dolor, sentir junto a ella, consolarla por las noches cuando se despierte debido a las pesadillas. Tú serás su cable a tierra. Eres el único que podrá hacerlo. Démeter no podría asumir ese papel, no soportará ver a su hermana tan... rota.

—Bill...

—Solo escucha —me pide tomándome por los hombros. Sus ojos se clavan en los míos, casi suplicándome que ceda, al menos esta vez—. Sé que sabes todas las cosas que Ozuru y Han han hecho con ella —Me remuevo, intentando apartarme, intentando escapar de esta sensación de culpa, de la realidad—. Eh, mírame.

Darkness feel like hellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora