Capítulo 07

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Emily

—Estás loca si piensas que así vas a conseguir algo.

El contexto es muy simple, quieren meter un psicólogo en mi vida a la fuerza y ¿Sinceramente? Me niego, NO. Es un desconocido, recién graduado y tiene una cara de virgen que no puede con ella, me niego.

Tal vez eso último sobraba, pero cuando nadie me escucha me puedo permitir ser mi versión más funable, sorry, but not sorry.

—Emily, como no salgas en 5 minutos despídete de tu estudio de arte ¿Lo has entendido? —Dice saliendo por la puerta del despacho de mi padre. Genial.

No solo han pasado de mi desde que tengo uso de razón sino que ahora pretenden que les haga caso a base de amenazas, pues la llevan clara. Desesperada busco la forma de salir de aquí sin que sea por la puerta, ya que esta da directamente al pasillo, pero no a uno cualquiera sino al que separa el despacho de la sala de estar. 

Me giro mirando directamente a la ventana que hay detrás del escritorio algo que no es muy difícil ya que es enorme y voy hacia ella con una expresión bien clara en el rostro de satisfacción. 

Abro lentamente la ventana para no hacer más ruido del necesario y salgo con cuidado de no caerme ni tropezar. Maldita falda de los cojones. Al fin fuera respiro profundamente tranquila hasta que veo esos ojos color miel mirándome con desaprobación. Mi sonrisa no desaparece pero si que disminuye su tamaño.

Miro a Alaia con un esperanza de que entienda y hago un gesto con las manos a modo de disculpa. Sin protesta, ella parece entenderme y me hace señas para que me vaya. Sin tardar mucho en comprenderlo salgo corriendo por el césped en busca de un modo de salir del solar sin saltar la valla. Pero no la encuentro.

— ¿Necesitas ayuda? —Pregunta un rubio de ojos azules desde el otro lado de la verja.

—Lucius—Grito con gran emoción palpable en mi voz — ¿Qué haces aquí? —Pregunto curiosa.

—Ha costado, pero al fin he podido terminar el castigo, me iba a casa ¿Esta es la tuya?—Pregunta curioso.

—Ayúdame a salir de aquí y luego te explico—Respondo con nerviosismo.

—Vale pues...súbete a la valla, yo te cojo desde aquí.

Miro la valla con gran desconfianza. La única vez que intenté saltarla me caí muy fuertemente y me rompí un brazo. También es verdad que en ese tiempo tenía 7 años. Uff. Respiro hondo e intento subirme a la valla y aunque al principio me resulta complicado, consigo subirme primero al muro y posteriormente a los barrotes y llegar hasta arriba. Ya desde esta perspectiva todo se ve peor, que agobio.

—Ten fe, te agarraré.

Sin mucha confianza, procedo a hacer lo que me dijo termino por cruzar la valla y con los pies finalmente colocados en el muro salto hacia Lucius quien tiene los brazos estirados y me atrapa. Trago saliva al notar sus músculos. O va mucho al gimnasio o la genética es demasiado buena con él.

—Gracias—Digo con los pies ya finalmente el suelo.

—No hay de que, oye ¿Me vas a explicar qué hacías saltando de la valla de tu propia casa?

—Luego te lo explico, por lo pronto vámonos de aquí antes de que mis padres se den cuenta de que me he ido—Le explico tomándole del brazo y comienzo a caminar bastante rápido.

Necesito alejarme del infierno lo más que pueda, tengo demasiados problemas y ninguna forma de solucionarlo.



***


Media hora más tarde, en una cafetería lejana a la casa de Emily.

—A ver si me entero, tus padres han intentado meter un psicólogo en tu vida a la fuerza solo porque en algún momentos tuviste lo que tu catalogas como ¿"Pensamiento extraños"? ¿De verdad? —Pregunta haciendo comillas con los dedos recalcando los "pensamientos extraños".

Vale, sé lo que puede estar pensando cualquier persona cuerda sobre catalogar como pensamientos extraños a los pensamientos suicidas, pero sinceramente si lo suavizo así, hay demasiadas cosas que me he evito explicar.

Lucius empieza a reír levemente sin entender nada, no le culpo.

—No sé como sea el resto de tu vida pero esto es surrealista—Dice divertido.

—Pues más o menos igual, siento decepcionarte, no soy la rubia enamorada de la ropa y que le encantan los chismes y con los padres que tengo dejo el resto a tu imaginación.

—No te juzgo, la relación que yo tengo con mis padres también es...Especial.

— ¿Cómo de especial? —Pregunto con bastante curiosidad.

—Al punto de que vivo independiente desde los 16 años solo en mi casa hasta hace un par de meses en los que se acopló mi hermano pequeño—Explica tranquilamente mientras termina su batido de chocolate.

— ¿O sea que tienes casa propia? —Pregunto con los ojos como plato.

Me mira con una expresión muy divertido viendo aún mi cara de visible sorpresa.

—Te van a entrar moscas rubia—Dice cerrando mi boca con suavidad.

Pero no sirve de nada, mi boca se vuelve a abrir de par en par, algo que termina por sacarle una muy sonora carcajada a Lucius.

—Necesito ver esa casa ahora mismo—Exijo.

—Pues vamos.

Sonrío feliz como una niña feliz a la que le van a dar un juguete nuevo mientras Lucius hace señas al camarero para que nos traiga la cuenta. Cuando el camarero llega con el datafono, a Lucius no le da tiempo a sacar la tarjeta, pues yo ya tenía el móvil desbloqueado listo para pagar.

— ¿Pero qué...?

Una pequeña sonrisa se dibuja en el rostro de mi acompañante que no entiende que acaba de ocurrir.

— ¿Nos vamos? —Pregunto mirándole directamente a los ojos con una sonrisa en los labios.

El Ladrón | ÉL (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora