Capítulo 08

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Emily

La cafetería donde estábamos teniendo la breve conversación estaba más cerca de lo que pensaba del apartamento de Lucius. Lo que no me dijo el maldito es que vivía en un octavo sin ascensor. Me cago en todo lo cagable, así siendo bastante sincera.

—¿Tú me odias? —Pregunto casi sin oxígeno en los pulmones.

—¿Por qué? Si no me ha dado tiempo para ello— responde entre risas ya frente a la puerta.

Casi agonizando, con valor tomo una gran bocanada de aire y consigo llegar al último escalón. Ya finalmente arriba suspiro agotada.

—En cuanto tenga fuerzas te mataré—Sentencio antes de entrar en su casa.

—Entra ya, quejica.

—Ya voy coño, deja que vuelva a vivir en condiciones.

Tras algunos minutos en los que la vida me ha recordado el mal estado físico en el que me encuentro, finalmente entro en el piso.

Wow...Es decir...wow.

—Lucius, ¿Quién es la rubia que está alucinando en nuestro recibidor? —Habla una voz desconocida.

Sorprendida, gira la cabeza encontrándome a un chico de una tez bastante oscura comparada con la mía y un pelo tan negro como mi futuro.

—¿Eres su nueva novia? —Cuestiona ahora más cerca de mi. — Lo dudo, suele tener tendencia por las pelirrojas...Ay—Se queja.

—La casa la pago yo, es MI recibidor y segundo Emily es solo una compañera de instituto así que cuidado con lo que vas diciendo ¿Lo has entendido? —Le advierte.

—Vaaaale, vale ya os dejo tranquilos a ti y a...tu novia—Repite molestando bastante a Lucius haciendo que este tire un rollo de servilleta al molesto chico moreno.

Pero no le alcanza, para ese momento el otro chico ya ha cerrado la puerta. Abro la boca para pregunta, pero Lucius se me adelanta.

—Disculpa a Gaby, nunca ha visto una mujer de cerca y se le cruzan los cables cuando ese tipo de milagros suceden.

—TE HE OÍDO—Se queja Gaby gritando desde dentro de la habitación.

—¿Es tu compañero de piso? —Pregunto con curiosidad.

—Peor, es mi hermano.

Abro los ojos como platos.

No puede ser.

Si son el día y la noche. Literalmente.

Parece que no se da cuenta de mi gran visible sorpresa, así que intento volver recuperar la compostura y le sigo hasta la cocina.

—¿De verdad sois hermanos?

Me ha ganado la curiosidad.

—Es una larga historia ¿Quieres algo para beber?

—Agua por favor.

No tarda mucho tiempo en colocar delante de mí un vaso de agua fría y cristalina.

—Ahora mismo tengo muchas preguntas y pocas respuestas.

—Dispara—Me dice sentándose frente a mí en la silla que queda frente a mí.

Respiro profundamente para reordenar mis pensamientos y por fin decida lanzo mi primera pregunta. Pero no consigo mirarle a los ojos.

—¿Vives aquí solo con tu hermano?

Asiente en respuesta.

Suspiro.

—¿Y tus padres? —Pregunto sin levantar la vista de la pequeña mesa de madera blanca que adorna la gran sala de estar/cocina.

El Ladrón | ÉL (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora