Emily
Tras dos horas intensas de matemáticas por fin suena el timbre de la tercera hora, eso al parecer indica un descanso de al menos 10 minutos hasta la próxima clase.
Suspiro agotada de haber tomado tantos apuntes para poder seguir la clase.
—¿Sabes que la gente aquí normalmente no toma apuntes no?—Pregunta Ruth a mi lado divertida por mi cara de cansancio.
La miro con desgana y dejo caer mi rostro encima del cuaderno.
La oigo reírse a mi lado algo que a mi me hace también me hace reírme ligeramente contagiandome su felicidad.
—Emily ¿Verdad?—Pregunta una voz hasta ahora desconocida para mí.
Levanto mi cabeza suavemente y me encuentro con una chica de apariencia bastante dulce.
—Soy Melody, encantada—Se presenta y extiende su mano para que la estreche.
Miro a Ruth desconcertada y ella simplemente se encoje de hombros en respuesta.
—Soy la delegada de clase y formó parte del consejo estudiantil, si tienes alguna duda o necesitas consultar algo este es mi teléfono.
Ante mi extiende una ¿Tarjeta de visita? Si que se toma enserio lo de ser parte del consejo estudiantil. Asiento sin decir ni una sola palabra. Me sonríe de una forma que parcialmente parece falsa pero decido no hacer caso, ahora mismo mi cerebro está demasiado agotado para intentar pensar si quiera de más.
—No me gusta ser portadora de malas noticias, pero yo que tu tendría cuidado con ella y su séquito—.
Ahora es un chico el que nos habla, quien se sienta delante de Ruth.
—¿Por qué?—Pregunto con curiosidad.
—No te fíes de él, miente más que habla—Responde Ruth antes de que lo pueda hacer él.
—Miss simpatía vino a hablar.
Ambos se miran poniendo una sonrisa sarcástica. Tengo la ligera sospecha de que no se tragan. Que cosas.
—Buenos días clase—Interrumpe la profesora de química mis pensamientos.
Bueno, allá vamos, solo una hora más.
🧪🧪🧪
—Dios, ha sido la hora más larga de toda mi vida y encima la graciosa nos marca un examen para ya—Se queja Ruth mientras se apoya en un árbol.
Nos hemos colocado en una parte de las zonas verdes bastante alejada del resto de la humanidad para poder hablar tranquilas sin miedo a que nadie nos oiga.
—No seas exagerada, es en una semana —intento tranquilizarla.
—Como si es en un puto mes, yo a esa mujer no la entiendo y se supone que hablamos el mismo idioma—Se vuelve a quejar.
Me río levemente ganándome una feroz mirada que hace que la sonrisa que se acababa de dibujar en mi rostro se desaparezca más rápido de lo que apareció.
—¿Quieres que te ayude a estudiar?—Me ofrezco.
Ella me mira con incredulidad.
—¿Lo harías?
Asiento obviamente ¿Por qué me ofrecería sino?
—Ay, creo que ta te amo—.
Seguido de esta frase llega un abrazo muy fuerte que casi me deja sin respirar pero no me quejo.
Las cicatrices ya ni duelen y hace mucho que nadie me daba un abrazo. Sonrío tímidamente cuando me suelta y le vuelvo a tener en frente.
—¿Y cómo es que llegas a mitad de curso?—Pregunta curiosa.
Debatiendo si es mejor contar o no la verdad prefiero por ahora ocultarla en un cajón, no quiero asustarle tan pronto.
Simplemente me encojo de hombros en modo de respuesta.
—Necesitaba un cambio de aires—Respondo secamente.
Algo que parece captar rápido y cambia de tema.
—¿Qué haces en tu tiempo libre?—.
—Leer básicamente—Respondo.
Oigo como suspira pesadamente y vuelvo a mirarle directamente a los ojos con incredulidad.
—A mi con esas no eh, leer es fantástico, es...—.
—Aaaaburrido—Empieza a cantar.
Enarco una ceja mirándola con extrañeza, esta tía es tonta.
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El Ladrón | ÉL (Pausada)
Novela Juvenil¿En quién te apoyas cuando nadie quiere ser tu soporte? Pasé de tenerlo todo a no tenerlo nada por una jugarreta de mi mente pero al final del día en mis manos quedó lo más importante que tengo, mi corazón. Yo podía decidir quién entraba y quién no...