Emily
—¿Por qué odias tanto a Marcos?
Ruth me mira como si estuviera preguntando la mayor obviedad del mundo.
—En plan entiendo porque le tengo cierto desprecio yo ,o sea mira esa prepotencia que se carga, cree que todas están a sus pies—Explico mirándole.
—Mi odio y desprecio va más allá, su sola presencia me causa molestia pero es más cosa nuestra, es como una mosca que revolotea solo para molestar.
—¿Insinúas que le encanta molestarte?
—Le encanta molestar, así en general eso es todo.
Finalmente, al ser la hora del recreo, decidimos sentarnos en una banca algo alejada del resto de estudiantes.
—¿Qué has traído?
—Fruta, melón más concretamente, no soy de dulces o de bocadillos para desayunar siento que me quitan energía—Respondo sacando mi recipiente.
Levanto la cabeza y me percato de que lo que adorna la mano de Ruth no es otra cosa que una gran palmera de chocolate que mira que muy sonriente.
—¿Qué?
—¿No te cansas de ser tan diferente a mí?— Cuestiono con un tono bromista.
Nos reímos al unísono por la situación. Me ha costado apenas dos días darme cuenta de que Ruth y yo somos como el día y la noche y no solo físicamente. Aunque ya solo desde fuera es bastante palpable que somos muy diferentes, pero no es algo que me moleste necesariamente.
De hecho me hace sentir en paz. A pesar de ser polos tan opuestos, me siento cómoda con ella.
—Ruth.
—¿Sí?
—Eres como una nube.
Con la boca llena, deja de masticar para mirarme confundida.
—Es decir, eres una persona que a pesar de verse ruda y borde puedes ser muy agradable y me haces sentir en paz, por ello tienes un alma suave, amoroso y blandita como una nube—Aclaro.
Siento como intenta terminar de masticar algo conmocionada ¿Me he pasado? Puede que sí, no logro distinguir si podría haberle molestado y esa me desconcierta tanto como me hace sentir rara. Estar este pequeño rato en silencio, me ha hecho reflexionar.
Termino rápidamente de tomar mi desayuno y recojo mis cosas.
—Nos vemos luego.
Ruth no responde pero tampoco se opone a que me vaya. Pensé en ir a clase pero creo que elegiré el baño para hacer esta llamada. Me dirijo hacia el último piso del instituto y finalmente allí me dirijo a los baños del fondo, no quiero que nadie oiga la conversación.
***
Ruth
¿Me cuestiono si ir detrás de ella? Sí.
¿Lo voy a hacer ? Pues no.
No hace falta ser adivino para ver que por la forma en la que se ha ido quiere estar sola y yo no voy a ser quien le robe su espacio. Si un foco de atención fijo miro el descanso pasar sin nada demasiado importante que hacer, o eso creía.
Me levanto del banco rápidamente al captar con mi ojos aquella melena rubia que no podría confundir ni aunque que quisiera.
—¿Vas a algún lado?
Ligeramente sobresaltado, Lucius se gira para mirarme pero no aguanta demasiado, tiene la mirada perdida.
—¿Está bien?
Mi mejor amigo traga saliva y niega con la cabeza.
—¿Quieres hablar?
En respuesta, niega con la cabeza.
—Estáis bonitos todos aquí eh.
Sin pedir si quiera permiso, tomo del brazo a Luci llevándolo conmigo hasta la azotea del instituto. Aún hay tiempo. A pesar de quejarse repetidas veces decido no hacerle caso y finalmente llegamos a nuestro destino. Ya en la azotea, cierro y la puerta y me interpongo entre esta y mi mejor amigo.
—¿Se puede saber qué os pasa a Emily y a ti?
—Nada.
—Sí, y Marcos es tu mejor amigo. Ya enserio ¿Qué pasa?
Leo apoyarse en la barandilla que da a la zona norte del instituto y mirar hacia el horizonte. Se queda pensando unos minutos antes de contestarme.
—Siento decepcionarte, pero de verdad que no ha pasado nada— Responde finalmente sin mirarme a la cara — Ni siquiera yo sé porque Emily está tan rara desde ayer por la noche.
Enarco una ceja y le miro extrañada. Finalmente me mira y aunque se lo piensa bien, finalmente relata la situación que se dio ayer en su habitación.
Ahora sí que no entiendo absolutamente nada.
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El Ladrón | ÉL (Pausada)
Teen Fiction¿En quién te apoyas cuando nadie quiere ser tu soporte? Pasé de tenerlo todo a no tenerlo nada por una jugarreta de mi mente pero al final del día en mis manos quedó lo más importante que tengo, mi corazón. Yo podía decidir quién entraba y quién no...