Ruth
Emily aún no ha vuelto desde que desapareció en la hora del recreo sin dar explicaciones y comienzo a preocuparme.
—Don Marcus, ¿Puedo ir un momento al baño?
Nuestro joven profesor de la optativa de artes plásticas dirige su mirada hacia mí y asiente. Esta mal que yo diga esto pero...es tierno. Dejo el lápiz sobre la mesa y salgo del aula dispuesta a hacer una inspección completa del instituto.
¿Dónde estarás rubia?
Camino hacia el aula de ciencias en busca de respuestas, a estas horas suele estar vacía. Llego al segundo piso y silencio es lo único que reina en el laboratorio, pero ni rastro de la rubia.
¿Cafetería? Quién sabe.
Salgo rápidamente del aula y camino a paso más acelerado hacia la cafetería. Esto se solucionaría si tuviera el número de teléfono de esta niña pero no es así. Bueno a quién voy a mentir yo, aunque tuviera su número de teléfono igual la buscaría como madre preocupada por sus hijos.
Nada en la cafetería, ¿Pero donde está esta niña?
Me dirijo hacia los baños, es un buen lugar para esconderse. Reviso uno a uno cada cubículo de cada baño en cada piso, pero parece que por ahora nada de nada. Me dirijo a una de mi últimas esperanzas, el baño de último piso.
Ese baño es muy popular entre los estudiantes pues aquí todo el mundo viene a hacer cosas prohibidas, obviamente a mantener relaciones pero incluso a fumar o a lo que la gente se le antoje.
Ya en la puerta empiezo a hacer un escaneado del lugar muy superficial pero más allá de dos puertas de dos cubículos cerrados, no veo nada fuera de lo común.
Cuando me acerco al que tengo más cerca empiezo a oír ruidos extraños, alguien está vomitando de forma demasiado brusca.
—¿Hola?— Pregunto, pero no obtengo respuesta.
Los sonidos cesan pero la curiosidad me consume. Algo superior a mí hace que asome la cabeza por debajo de la puerta pero no veo más allá de unos zapatos muy caros y una pulsera en una muñeca. Me cuestiono que hacer, pues eso ruidos de vómitos no eran nada normales pero tampoco sabría como actuar.
Tal vez me esté montando mil películas en mi cabeza.
—¿Estás bien?—Cuestiono esta vez acercándome a la puerta.
Pero sigo sin obtener respuesta. Resignada suspiro fuertemente y me voy de allí sin siquiera comprobar el cubículo del fondo.
No soy tonta, esos ruidos de vómitos no eran normales ¿Puede que alguien esté embarazada? A saber, ya me enteraré, los secretos en este instituto de pijos tienen las patas muy cortas.
Sin respuesta a ninguna incógnita decido volver a clase.
O aún no.
Con cierta gracia, camino hacia una de las mesas de la cafetería donde está la sentada la persona más santa de mi devoción.
—¿Te has perdido? —Pregunta Marcos cuando ya estoy lo suficientemente cerca.
—Sí, porque mira donde he acabado ¿No tienes clase? ¿Nadie que a quién molestar?
Se ríe sarcásticamente mientras su mirada ha vuelto a estar perdida mirando su café.
—Anda, ¿Qué te pasa? No es propio de ti estar sin dar por culo ni un solo segundo.
Suspira y levanta la vista para mirarme con cara de cordero degollado, vale ahora esto si es raro de cojones.
—Nada especial, simplemente me va de culo en las clases y está llegando al punto en el que puede afectar a mi continuidad en el equipo de baloncesto del instituto.
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El Ladrón | ÉL (Pausada)
Novela Juvenil¿En quién te apoyas cuando nadie quiere ser tu soporte? Pasé de tenerlo todo a no tenerlo nada por una jugarreta de mi mente pero al final del día en mis manos quedó lo más importante que tengo, mi corazón. Yo podía decidir quién entraba y quién no...