Capítulo 01

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5 Meses antes.

Emily

Llevo media hora lista pero no me atrevo a mirarme al espejo. A pesar de que a fuera hace muchísimo calor, la camiseta que adorna mi delgado cuerpo es de manga larga. Si quiero empezar una nueva vida, mis nuevos compañeros de clase no pueden saber que estoy loca.

Oigo un suspiro desde la puerta y me sorprendo llorando. Al parecer Alaia lleva al menos diez minutos esperando pacientemente a que esté lista.

Levanto el rostro que tenía agachado hace un buen rato por la simple vergüenza de existir y seguir viva. 

—¿Vamos?—Pregunta Alaia pacientemente.

Asiento sin mirarle directamente a la cara. Puede que suene estúpido, pero es una de las personas de las que siento más vergüenza tener al lado.

No por su culpa, ella me salvó de que ahora no esté bajo tierra.

Aún cabizbajo camino hacia la puerta pero me detengo cuando siento su suave mano darme una palmadita en la espalda.

—Todo saldrá bien—Me susurra para posteriormente dejarme sola con mis pensamientos.

Suponiendo que ella se va a dedicarse a sus que haceres como parte del servicio de esta gran finca, yo por inercia me dirijo hacia la cocina.

El panorama que encuentro allí me hace sonreír tímidamente y no es para menos.

Me seco las pocas lágrimas que aún adornan mi rostro y tomo el pequeño recipiente de plástico que tiene una nota pegada sobre el.

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"Para que endulzes tu día"                     
                                              —Alaia  |

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Con cierta curiosidad, abro el pequeño recipiente y dentro hay varias rodajas de manzana con miel por encima. Sonrío mientras se escapa una lágrima de mis ojos de alegría. La guardo en la bandolera que usaré para ir a clase y salgo de casa.

El camino hasta la escuela no es tan largo así que decido ir dando un paseo ya que tengo tiempo.

A medio camino, dos mellizos pasan corriendo a mi lado y me adelantan.

—Yo me cago en vuestra puta madre, niñatos de los cojones—Oigo una voz femenina detrás mía a pocos metros.

Oigo su respiración agotada cada vez más cerca de mí, supongo que por correr detrás se los mellizos de pelo azabache.

—Malditos niños—La oigo detenerse y por inercia me giro a mirarla.

Veo a la chica de pelo también muy oscuro y brillante apoyarse en una pared muy cercana a mí.

—¿Estás bien?—Pregunto.

Al tener los ojos cerrados no se había percatado de que estaba tan cerca de ella, pero al sentir mi voz los vuelve a abrir y me ve sonriendo.

—Sí tranquila, es solo que esos dos son unos trastos y yo no doy a basto.

Me mira curiosa y se fija en que portamos el mismo uniforme. Bueno al menos todo excepto la camisa, por causas que no son incumbencia de nadie.

—¿También vas al The Southwest College?—Me mira un poco sin creerlo—Aunque no se por qué me extraña, si con el bolso que llevas parece que podrías pagar tu matricula y la de 20 más como yo.

Me río ante su observación y me vuelve a mirar sonriente.

—Soy Ruth, no tengo tanto dinero como tú pero me gusta hacerme amiga de las buenas personas, y tienes pinta de serlo—Dice presentándose.

—Yo soy Emily—Respondo tímida en un hilo de voz casi inaudible.

—Pues encantada la verdad ¿Vamos? A este paso llegaremos tarde, y la profesora de primera hora siento decirte pero no es miss simpatía precisamente—Dice entre carcajadas.

Asiento y nos ponemos en marcha. Ruth camino al nuestra escuela deja a sus hermanos menores en la suya. Cuando por fin llegamos a mi nuevo centro de estudios me siento intimidada por el gran edificio que se encuentra ante mis ojos.

—Que no te intimide, la peña aunque vayamos a un sitio de pijos suele ser buena gente, aunque como en todos lados siempre hay una oveja negra—Me cuenta mientras procede a entrar.

Llegamos 5 minutos tarde en mi primer día pero al lado de Ruth no me pesa tanto, o eso creía.

Ruth es la primera en entrar y al parecer la primera que se lleva la hostia gorda.

—¿Otra vez con la sábanas pegadas, eh señorita González?—Habla ahora una voz de la que parece ser una de mis nuevas profesoras.

—Disculpe señorita Robinson, ayudaba a la nueva alumna a llegar a su clase—Explica mientras se aparta un poco para dejarme ver a la que va ser mi nuevo dolor de cabeza en las próximas semanas por lo que parece por las miradas de los que van a ser mis compañeros.

Sonrío tímidamente y aunque me la devuelve, hay algo siniestro a la vez que oscuro que me hace apartar la mirada de sus ojos de hurraca.

Espero que estas energías tan oscura que estoy sintiendo sean cosa mía.

—Pasen anda—Sentencia con desgana antes de continuar con la clase de matemáticas que habíamos interrumpido con nuestra llegada.

El Ladrón | ÉL (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora