Miedo. Dolor. Oscuridad.
Esas son las únicas palabras que Minho conoce.
Abandonado, vaga por las calles día y noche en busca de algo que llevarse a la boca. Sus huesos están tan marcados que sus sucias ropas apenas pueden ocultarlos.
Y su voz ya no...
¿Cómo podía ser eso? Quiero decir....realmente es el único método de comunicación que conocía que era base para las personas con este problema de habla.
Tal vez fuera por mi desconocimiento, pero di por hecho que todas las personas mudas (o al menos la gran mayoría) utilizaban el lenguaje de signos.
Mi cabeza no paraba de dar mil y una vueltas al asunto, y aunque intentara distraerme con lo que fuera para aliviar mi pensamiento, las preguntas aparecían sin yo quererlo.
Puede que me estuviera metiendo en terreno peligroso. Meterse en la vida, y más aún en los problemas de otra persona, nunca cae bien. Tal y como se dice, estaría metiéndome "donde no me llaman".
Pero dicen que la curiosidad mató al gato, y pues, de algo hay que morir, ¿no?
Es por eso que no pude aguantar ni un minuto más. Me acerqué hasta estar frente a frente y lo solté:
- ¿No entiendes el lenguaje de signos?
El negó una vez más.
- Pero.... ¿cómo te has comunicado con las personas hasta ahora? ¿Escribiendo – negó - ¿Con señas como conmigo? – se encogió de hombros.
Cada vez me costaba más tratar con él, era como dar pasos hacia atrás.
Entonces disparé la siguiente pregunta.
- ¿Naciste siendo mudo?
Una vez más, su cabeza se movió varias veces de derecha a izquierda y viceversa.
- ¿Tuviste algún accidente con el que perdiste el habla? – otra vez....nada.
Suspiré mientras cogía mi pijama y salía de la habitación ante la mirada extraña del niño.
- Voy a cambiarme de ropa, deberías de hacer lo mismo – sonreí un poco mientras me encaminaba hasta el baño.
Mi mente no paraba de darle vueltas....¿cómo habrá vivido? ¿Cómo habrá hecho para poder entenderse con el resto de las personas?
Una vez en el lavabo, me mojé la cara varias veces, me lavé los dientes y cambié mi vestimenta. Todas aquellas acciones las hice automáticamente, en el mismo orden con el que las realizaba cada día.
Otra cosa más que se unía a mi caos mental, era la reacción de mis padres en el caso de que hubieran descubierto que Minho está viviendo en casa. Y eso....me llevó a la última cuestión. ¿Por qué razón Min se empeñaba en dejar boca abajo la foto de mis padres? ¿Por qué hizo aquel gesto tan desagradable?
Tenía mil preguntas para hacerle, pero sabía lo complicado que sería descifrar las largas respuestas de cada pregunta.
Una vez terminé, me encaminé hacia el dormitorio pensando en cuál de las preguntas con respecto a mis padres sería más fácil de responder y cómo haría para entendernos de manera clara y rápida.
Pero mi mente llegó a una idea en cuanto la mirada del chico y la mía se cruzaron.
Tal vez....
- ¿Puedes hablar?
Se creó un silencio algo tenebroso e incómodo. Él sabía que yo estaba esperando una respuesta, al igual que yo sabía que el chico estaba teniendo un dilema mental.
Finalmente, y contra todo pronóstico....cambió la dirección de su cabeza,
De arriba hacia abajo.
P....puede hablar....no es mudo.
¡Hasta aquí el capítulo de hoy!
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AUTORA DE: Kaori, la esfera mágica.
EDITORIAL: Ediciones Arcanas.
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