Miedo. Dolor. Oscuridad.
Esas son las únicas palabras que Minho conoce.
Abandonado, vaga por las calles día y noche en busca de algo que llevarse a la boca. Sus huesos están tan marcados que sus sucias ropas apenas pueden ocultarlos.
Y su voz ya no...
- Minni – susurré por el móvil mientras estaba tumbada en la cama.
Si es cierto que tenía algo de sueño, pero me negaba rotundamente a caer en los brazos de Morfeo. No me sentía segura.
Y llamar a mi amigo fue lo único que se me ocurrió para poder entretenerme.
- Mmmm – dijo perezosamente. Por ese sonido supe que estaba igual de adormilado que yo.
- ¿Chan te ha contado algo?
- ¿Algo de qué? – respondió Seungmin poniendo más vida en su voz.
- Mmm....me imagino que no.
- ¿Por qué? ¿Ocurrió algo malo? – su voz ya era completamente nítida.
- Esta tarde, al volver, han entrado en mi casa.
- ¿Entrado?
- Si, un ladrón.
- ¿¡Qué!? ¿¿Y me lo dices ahora?? – sabía que se iba a molestar por no habérselo dicho antes. Pero Chan no quiso preocuparle y me aseguró que, cuando todo se haya calmado, se lo contaría.
Pero al parecer se lo olvidó o creyó que aún no era el momento.
- Tranquilo. – empecé a hablar – Al entrar en casa, vi todo tirado por el suelo, ya sabes, el perchero que tenemos y demás, ¡la cocina era un completo desastre! Cuando le vi, este salió corriendo de la casa.
- ¿Tuviste contacto con él? ¿¿Por qué entraste en casa al ver que todo estaba tirado??
- No lo sé, simplemente lo hice – respondí mientras me encogía de hombros. Aunque sabía que él no me veía.
- Tonta estúpida....si fuera una película morirías la primera sin duda.
- Ja..ja – reí con sarcasmo. – ahora no puedo dormir. Aunque la policía está al tanto de todo, Chan los llamó....
- Gracias Chan – me interrumpió.
- ...me he quedado algo asustada. ¿Y si vuelve?
- Vente a mi casa – dijo con rapidez. – o a la de Chan, da igual. Tanto sus padres como los míos estarían encantados de acogerte, sabes que te aman.
Aquello me hizo sonreir.
- Sería una buena idea....pero no puedo.
- ¿Por qué no? – aunque lo preguntó, Seungmin sabía perfectamente la respuesta.
- Mini... – respondí con su mote cariñoso.
- Eres una hija demasiado obediente. No siempre tienes que seguir las reglas. Da igual que salgas de casa sin tus padres o que duermas con chicos. Somos Chan y yo, no cualquiera.
- Lo sé....pero saltarme tantas normas en un mismo día....
- ¿Y? De eso se trata la juventud – habló – estamos en la edad en la que primero hacemos las cosas y luego....
- Vemos las consecuencias – terminé nuestro refrán. Reí. – Bueno....tal vez por hoy....
- Además, esta es una situación de emergencia. Estás en peligro.
- Está bien – terminé cediendo – voy a tu casa. ¡Habla con tus padres!
- Si, si – respondió antes de colgarme.
Me decidí por Seungmin ya que él estaba despierto, Chan seguro llevaba durmiendo desde hace unas horas....era muy tarde. Seungmin vive más cerca de mi casa y, también, tiene una litera en su dormitorio.
Podría dormir en la cama de arriba, aunque fuera la suya.
Como invitada y mejor amiga, me la iba a ceder sí o sí.
Preparé una mochila con algunas cosas: pijama, una camiseta de manga corta y pantalón para mañana y poco más.
Eché un vistazo a mi hogar....si me llegaran a pillar, moriría.
Comprobé que las luces estuvieran apagadas y no hubiera nada peligroso enchufado.
Me quedé mirando mi casa a la vez que sujetaba el pomo de esta para cerrarla.
<< ¿Estará bien que me vaya sin decir nada?>>, si, podía sonar muy "niña de mamá", pero la realidad era que me daban mucho....muchísimo miedo, cada vez que me gritaban por desobedecer.
Con un largo suspiro, salí del lugar y me encaminé hacia la vivienda de mi amigo Seungmin.
Ya que era tarde, no había nadie, solo pasaba un coche muy de vez en cuando y aquello ponía mis pelos de punta.
Aunque vivíamos cerca, hay un pequeño tramo al que le llamábamos la "zona peligrosa", lo típico: gente emborrachándose, otros fumando, algún que otro vagabundo, etc.
Por lo general, eran inofensivos, solo iban a su bola y nada más.
Pero aquel día me tocó a mí.
Mientras caminaba, en uno de los callejones, a pesar de lo oscuro que estaba y, por imposible que parezca, el destello de unos ojos se posó en mí.
Me quedé paralizada.
Poco a poco giré mi cabeza hacia la izquierda, donde me pareció ver aquel reflejo.
Una figura se acercaba a mí.
Tan alta como la que había en mi casa.
Tan delgada como aquella persona.
Algo en el suelo desvió mi mirada dejándome realmente asustada.
El envoltorio de uno de mis paquetes de galletas.
¡Hasta aquí el capítulo de hoy!
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AUTORA DE: Kaori, la esfera mágica.
EDITORIAL: Ediciones Arcanas.
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