Miedo. Dolor. Oscuridad.
Esas son las únicas palabras que Minho conoce.
Abandonado, vaga por las calles día y noche en busca de algo que llevarse a la boca. Sus huesos están tan marcados que sus sucias ropas apenas pueden ocultarlos.
Y su voz ya no...
Cuando llegamos a casa de Chan, a ambos le habían salido unos cuernos enormes de demonio en la cabeza: eso significaba nuestra muerte.
Pero, para nuestra suerte, nos regañaron durante unos segundos y, como si nada, nos subimos al coche para ir a nuestro próximo destino.
El viaje fue una risa. No podíamos parar de hablar, contar chistes y decir todas las cosas que haríamos nada más llegar. Minho seguía sin decir una palabra, a no ser que estuviéramos únicamente los dos, pero participaba en las conversaciones con sus movimientos de cabeza y los diferentes gestos a los que – al igual que yo – Seungmin y Chan se acostumbraron.
El verdadero problema comenzó cuando llegamos a nuestro destino. Teníamos que encontrar el hotel y no teníamos ni idea de como hacerlo. Usábamos el móvil, pero los caminos que nos aparecían en este estaban cortados por una repentina obra que cortaba el paso. Lo único que pudimos hacer era bajarnos del coche y ponernos a preguntar. Hicimos dos equipos: Chan y Seungmin y, por otro lado, Minho y yo. Obviamente esa sería la repartición ya que soy la que mejor entiende al chico, además, tenía más confianza conmigo.
Por parejas conseguimos sacar información de las diferentes personas amables que nos dieron indicaciones y, en realidad, estábamos bastante alejados del lugar.
- Listo. ¿Nos ponemos en camino? – dijo Chan mientras se sentaba en el puesto del conductor y arrancaba.
- ¡Si! – grité emocionada acompañada por un "si" más ronco de Seungmin y un movimiento afirmativo de Minho.
Aparcamos en un parking que pertenecía al hotel y bajamos las maletas hasta llegar a la recepción. Hicimos el papeleo de la reserva y subimos a nuestra habitación. Después de mucho dilema con este tema, pues somos tres chicos y una chica, decidimos pedir una habitación para cuatro personas y dormir los cuatro en el mismo lugar. ¡Somos prácticamente familia! Además, hemos dormido juntos miles de veces.
- ¡Me encanta! – gritó Chan mientras se lanzaba a una de las camas.
- ¡A mi también! – sonriente, me senté en la que tenía más cerca.
Minho y Seungmin se dedicaron una mirada y luego la dirigieron hacia nosotros dos.
- ¿Dormiremos juntos? – habló Seungmin mientras señalaba a Minho.
Chan y yo nos paramos a ver las camas... ¡Había dos individuales y una de matrimonio!
Obviamente nos echamos a reír por la cara de ambos. Minho es un chico muy tímido e introvertido...mientras que Seungmin es algo serio en ocasiones y eso hace que Minho le tenga miedo en varios momentos. Es una mezcla no muy buena.
- Está bien, vamos a echarlo a suertes. – propuse.
- ¿Cómo? – preguntó Seungmin.
- Se escribirán tres números en varios papelitos. Uno de los números irá doble, quienes tengan el mismo les toca la cama de matrimonio.
- ¡Vale! – se apuntó Chan.
Sin más, puse tres números y uno de ellos duplicado, pero no diría qué número será. Para darle más emoción.
Los metí dentro de la gorra de Chan y los moví.
- Que cada uno coja un número y a la de tres, los abrimos a la vez.
Puede parecer una tontería, pero incluso estaba nerviosa.
- ¡Dios! ¡Estoy ansioso! – gritaba Chan.
- ¡Buah! – no podía parar de mover mis piernas.
- Venga – habló Seungmin, quién también estaba nervioso ante el futuro resultado. – Uno, dos y...¡tres!
- ¡Tengo el 3! – dije.
- ¡Yo el 2! – habló Chan.
Minho enseñó su papel, tenía el número uno.
- Mierda – suspiró Seungmin.
¡Hasta aquí el capítulo de hoy!
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AUTORA DE: Kaori, la esfera mágica.
EDITORIAL: Ediciones Arcanas.
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