Miedo. Dolor. Oscuridad.
Esas son las únicas palabras que Minho conoce.
Abandonado, vaga por las calles día y noche en busca de algo que llevarse a la boca. Sus huesos están tan marcados que sus sucias ropas apenas pueden ocultarlos.
Y su voz ya no...
Pregunté de nuevo ya que no creí haber escuchado bien.
- ¿A qué se refiere?
- Minho necesita atención y tratamiento, pero este tiene que estar supervisado desde casa. Su familia no aparece en el registro y no hay manera de contactar con ellos. Parece que ustedes son amigos – afirmó seguro este enfermero al que veía por primera vez – Si no es así, hágamelo saber para ver qué hacemos con el paciente.
El problema era que la sanidad en Corea no es gratis como en otros países. Hay que pagar cada tratamiento, consulta y cada hora en la que un paciente se interne.
Está claro que M no podía pagarse la residencia en el hospital. Y por mi parte, aunque tenía dinero, no podía gastarlo de esta forma. ¡Mis padres me matarían si se enteran de que he gastado el dinero en un desconocido!
Además, no quería dejar a ese niño solo.
Parecía muy asustado y se cuál es ese sentimiento.
- Claro, puede quedarse conmigo – respondí sin parame a pensar durante mucho más.
- Perfecto, necesito que rellene unos documentos sobre la tutoría de Minho para pueda responsabilizarse de él.
Sin decir nada más, seguí al enfermero hasta una pequeña oficina donde hice todo el papeleo. Sólo eran dos hojas con mis datos personales, autorizaciones y poco más.
Una vez todo listo, me encaminé hacia la camilla en la que se encontraba el chico.
Pero en el camino apareció mi pesadilla.
- ¡Tú! – aquella voz me puso los pelos de punta.
- C...Chani, hola – dije sonriendo con bastante preocupación sobre mi vida.
- ¿Acaso quieres morir? Seungmin viene hecho una furia.
- ¿Dónde está?
- Aparcando, hemos venido en su coche y me ha dicho que mientras tanto, averigüe donde estás.
- Protégeme Chan – me apresuré a decir a la vez que vi a mi pesadilla del momento entrar por la puerta.
- Lo siento – levantó las manos – por suerte estamos en un hospital. Te tratarán rápido – rió.
Seungmin se acercó clavando los talones con fuerza.
- H...hola – dije levantando una mano para saludarle.
Él me miró y, con las mismas, giró la cara.
Menos mal que, cuando hablamos en la llamada, dijo que enfadarse no iba a servir de nada.
- Señorita, acompáñeme – dijo el mismo enfermero.
Sin hablar, los tres fuimos detrás de este.
Llegamos hasta la camilla donde los chicos al fin le pusieron cara al vagabundo desconocido.
- Minho – el nombrado levantó la cabeza – ya puedes irte.
Se levantó como si de un robot se tratara, y colocó la sábana.
- Su ropa está ahí, puede ir a cambiarse en aquella habitación. La bata puede dejarla en un cesto que hay en la propia habitación.
Se giró, cogió la ropa, y se encerró en aquella pequeña sala. Una vez este se fue, el enfermero empezó a revisar unos papeles que llevaba en la mano.
- Es más joven de lo que me imaginaba – comentó Chan.
- Y mucho más raro – habló Seungmin por primera vez desde que entró.
Ignoré al segundo y me centré en responder a Chan.
- Os lo dije, debe tener nuestra edad. ¿Cómo puede acabar una persona joven en la calle? No me entra en la cabeza. – dije mientras miraba en la dirección en la que se había ido.
- Yo tampoco lo entiendo – dijo con un suspiro.
El enfermero dejó los papeles en una mesita y se giró hacia mí.
- Este es el tratamiento que debe de seguir – habló mientras me entregaba una hoja.
- V...vale.
- Cualquier problema, ahí está el número de contacto – me señaló un teléfono al final del folio.
- Perfecto. Gracias.
Nos hicimos una reverencia, incluidos Seungmin y Chan, y este se fue.
- ¿Por qué te da la hoja del tratamiento? – habló Seungmin.
- Pues....
Me la arrebató de las manos.
- Tratamiento controlado desde casa....tutora legal, Kim Seong Gi... - hizo una pausa para levantar la cabeza y mirarme sorprendido.
Sorprendido y amenazante.
Mucho más amenazante que sorprendido
¡Hasta aquí el capítulo de hoy!
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AUTORA DE: Kaori, la esfera mágica.
EDITORIAL: Ediciones Arcanas.
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