Miedo. Dolor. Oscuridad.
Esas son las únicas palabras que Minho conoce.
Abandonado, vaga por las calles día y noche en busca de algo que llevarse a la boca. Sus huesos están tan marcados que sus sucias ropas apenas pueden ocultarlos.
Y su voz ya no...
Tras mis palabras, ella soltó una fuerte carcajada tal y como la representaban en las diferentes películas: la típica risa malvada solo que está daba mucho miedo, realmente mucho miedo.
- Te ves tan miserable que me das asco - dijo ella con voz desafiante una vez paro su carcajada odiosa.
- ¿P...pero qué? - estaba completamente anonadada y a su vez paralizada por el horror que me estaba causando esta situación.
Quería gritar.
Quería correr.
Quería sacar el teléfono de mi bolsillo y llamar a alguien.
Pero por alguna razón simplemente no podía hacer aquello.
Podía notar como los latidos de mi corazón cada vez se aceleraban con más velocidad, ¿por qué? solo es ella, solo es mi hermana.
- ¿Acaso...tienes miedo? - dijo con una risa burlona - ¿piensas que te haré algo? - su semblante se volvió más serio - ¿piensas que te haré daño?
Pues justo en ese instante y tras esas palabras, fue cuando supe que el verdadero horror acababa de llegar... la verdadera pesadilla iba a dar su inicio en esta misma noche.
- ¿Por qué haces todo esto? – dije intentando parecer valiente – al fin y al cabo...somos familia ¿no? – solté algo triste por mis palabras y por lo que debió sufrir mi gemela durante este tiempo.
- ¿Qué por qué hago todo esto? Después de todo...¿aún te atreves a preguntarme que por qué hago todo esto? – soltó una risa irónica mientras desviaba la mirada. – Mientras que a ti, nuestros padres te acogieron, a mi me entregaron como a un sucio perro – escupió sus palabras como si cada una de ellas estuvieran tan afiladas como un cuchillo.
- No es verdad – respondí – Puede que te hayan dado a una familia. Pero esa familia...¿te trató bien? – pregunté haciendo que su rostros se fuera destensando.
Hubo unos segundos de silencio hasta que ella se decidió a responder. Aunque solo lo hizo asintiendo con la cabeza.
- Entonces no puedes quejarte. Tal vez yo hubiera deseado que me hubieran elegido a mí. – dije suspirando – Nuestros padres biológicos no es que sean muy cariñosos, ni siquiera se preocupan por su hija – me sinceré encogiéndome de hombros. – Tú no eres la que se llevó lo malo, fui yo.
Aquello que conté, lo cual era completamente verdad, pareció que le llegó a lo más profundo de su corazón. Parecía que iba a decirme algo, pero justo antes de soltar una palabra por su boca, se retractó. Dio la impresión de que se había arrepentido.
- No me cuentes tu vida – dijo en un susurro bastante aterrador a la vez que se abalanzaba sobre mí.
¿Qué había hecho yo en esta vida para merecer todo esto?
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¡Hasta aquí el capítulo de hoy!
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AUTORA DE: Kaori, la esfera mágica.
EDITORIAL: Ediciones Arcanas.
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