8. Fobia

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⚠️TALASOFOBIA: La talasofobia es un miedo o ansiedad irracional relacionada con el mar o cuerpos de agua profundos.













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Peter se había pasado el día entrevistando a los habitantes de aquella ciudad costera, tranquila y pintoresca situada junto al mar bermejo a la que había llegado por órdenes de su jefe, el señor J. Jonah Jameson, quien después de escuchar acerca de los supuestos avistamientos y leyendas locales sobre sirenas que salían de las aguas por las noches, por supuesto, quería una historia sensacionalista que vendiera muchos ejemplares del Daily Bugle, el periódico para el que Peter era fotógrafo.

Peter no creía en esas cosas, y se negó rotundamente al principio, pues su relación con el mar no era precisamente la mejor.

Todas las noches desde que era un niño, Peter tenía un sueño extraño. En su sueño, era de noche, y la más profunda negritud que había visto caía del cielo y lo cubría todo. Ahí estaba él, descalzo y libre, con la brisa ondeando sus ropas y los dedos de sus pies enterrados en la arena con cada paso que daba, sin poder evitarlo, hacia las aguas, pues era atraído hasta ahí por algo divino, algo de otro mundo.

A veces, Peter era conciente de que aquello era un sueño y lograba despertar de inmediato. La mayoría de veces no corría con esa suerte, pues era arrastrado hacia las profundidades. Y lo peor era que la sensación no era desagradable, pues había siempre un par de ojos grotescos, bellos en su propia extrañeza junto a una voz profunda y hechizante que lo hacían sentir como si ahí perteneciera.

Además, con Miles Morales como su asistente ejecutivo y Gwen Stacy como su editora en jefe, Peter podía hacerse a la idea de viajar y conocer nuevos lugares. El Daily Bugle les había alquilado habitaciones en un hostal cercano al puerto y en cuanto llegaron, aprovecharon para disfrutar del sol, la música y la gastronomía.

Sin embargo, a medida que Miles, que era el único que hablaba español de manera decente, iba hablando con los lugareños, se daban cuenta de que la leyenda no era tan inocente como parecía, pues la gente ahí temía incluso hablar al respecto. Muchos de ellos les contaban historias escalofriantes sobre hombres que habían desaparecido o habían sido encontrados muertos en las orillas, con marcas de mordiscos y arañazos en el cuerpo, incluso a veces totalmente vacíos por dentro. Otros les advertían que no se acercaran al mar especialmente en esas fechas, pues cuando se ponía la luna, era entonces cuando las sirenas salían de caza.

Peter se mostraba escéptico ante tales relatos, pero sabía que aquello era la razón por la qué había sido enviado ahí en primer lugar. Por eso, esa noche, decidió ir con Miles y Gwen a la costa. Llevaban consigo sus cámaras y sus grabadoras, por si acaso llegaban a captar algo interesante.

Llegaron al lugar poco antes de la medianoche. Era una cala apartada y rocosa, donde el mar rompía con fuerza contra las piedras. El cielo estaba despejado, como si hasta las estrellas temieran de esas aguas, y la luna llena era lo único que iluminaba el paisaje con su luz plateada. El ambiente era silencioso y solitario, y Peter sentía náuseas de tan solo mirar hacia las olas.

Los tres se sentaron, Miles y Gwen juntos en una enorme roca plana, y Peter de espaldas en la arena, esperando pacientemente a que ocurriera algo. Pasaron las horas y no vieron ni oyeron nada fuera de lo normal. Solo el sonido de las olas y el viento agitado.

──Esto es una mierda── dijo Miles, bostezando ──No hay ninguna sirena aquí.

──Tal vez deberíamos irnos── sugirió Gwen mirando la hora en la pantalla de su celular ──Ya son casi las tres de la mañana y mañana tenemos que madrugar para alcanzar nuestro vuelo.

──Deberíamos esperar un poco más── pidió Peter mirando al horizonte, con la misma sonrisa traviesa que se le pintaba en el rostro cada vez que decía alguna tontería: ──Quizá aparezcan en cualquier momento.

──¿Y qué si aparecen, eh?── inquirió Miles ──¿Qué vamos a hacer? ¿Les hacemos una entrevista? ¿Les tomamos una foto? ¿Les pedimos un autógrafo?

──No seas idiota── explicó Peter ──Solo debemos volver con pruebas contundentes para Jameson. ¡Podrían ascendernos por ésto!

──¿Cómo obtendremos pruebas de algo que solo son cuentos para asustar a los niños o para atraer turistas?── Gwen se pasó las manos por el cabello rubio, sintiendo sus ojos cerrarse por el sueño.

──Vámonos, Jameson cree en todo lo que Gwen le dice...── Miles se puso en pie, sacudiéndose la arena de los shorts de baño.

──...Y yo le diré que pasamos la noche en vela aquí y que nunca pasó nada── acotó Gwen, levantándose también y recogiendo sus cosas del suelo.

Los tres siguieron discutiendo sobre el tema, sin ponerse de acuerdo. Al final, decidieron que era hora de irse y se levantaron de la roca. Recogieron sus cosas y se dispusieron a volver a la posada.

Pero Peter no.

Les prometió a los jóvenes que los vería al amanecer en el hostal para desayunar antes de irse al aeropuerto, pero por mientras, Peter decidió quedarse para investigar. Una promesa que no cumpliría.

Pues fue entonces cuando lo vió.

Un hombre salió del mar como una aparición, dejando tras de sí una estela de espuma. Era alto y fornido, de piel canela, hombros anchos, ojos rojos, y cabello oscuro y largo que le caía húmedo por los hombros. Su torso estaba desnudo y mostraba unos pectorales y unos abdominales casi tallados por las fuertes y fieras manos del mar. Su cintura estaba cubierta por una tela azul que se confundía con el agua.

Y si Peter pudo haber pensado que se trataba simplemente de un hombre común y corriente que nadaba por la zona, sus piernas que eran en realidad una cola de pez, escamosa, brillante y que terminaba en una larga aleta, sacudieron ese pensamiento.

Un tritón.

Un tritón que miró a Peter con una expresión de curiosidad y diversión en sus facciones recias.

──No temas── le pidió la criatura con una voz suave y profunda, y a pesar de la considerable distancia, Peter lo escuchó como si lo tuviese de frente ──Soy yo.

Peter no podía creer lo que veía. Era imposible. Era increíble. Era aterrador. Era igual a su sueño.

──...¿Miguel?── Peter se atrevió a pronunciar su nombre en voz bajita, pero Miguel lo escuchó, agitando su aleta con emoción, contento de que Peter lo recordara de sus encuentros fugaces en sus sueños.

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cr. del arte: @NikSaf_art en Twitter (X)

𝓜𝔂 𝓸𝓱 𝓶𝔂! (Spiderdads)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora