24. Llamada

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En su salón solitario y más silencioso de lo normal, pues Peter había salido a una misión encubierto, Miguel estaba inmerso en sus propios pensamientos. Hacia un rato ya qué su mano envolvía su duro miembro, deslizándose de arriba abajo con un ritmo firme y enérgico. Cerró los ojos e imaginó la forma en la cual, Peter arqueaba la espalda y gemía ronco cada vez que estaba arriba de él. Miguel se mordió el labio inferior y se acomodó mejor en el sillón, rogando porque nadie lo perturbar en ese momento.

Más sin embargo, el sonido del reloj en su muñeca rompió el silencio del salón. Miguel lo tomó rápidamente, soltando un gruñido molesto.

Peter se encontraba en una de esas fiestas lujosas y tan concurridas qué de no ser por su sentido arácnido, le resultaría imposible localizar a su objetivo. La música retumbaba en sus oídos mientras se movía entre la multitud, buscando un lugar tranquilo para hacer una llamada. Finalmente encontró un rincón apartado, donde se acomodó en un sofá de terciopelo rojo.

No hubo necesidad de marcar las coordenadas, pues el contacto apareció a la cabeza de sus llamadas frecuentes. Después de un par de tonos, escuchó a Miguel contestarle con la voz ronca y un toque de irritación.

──¿Qué quieres, Peter?── dijo, claramente molesto por la interrupción. Peter dejó escapar una risita juguetona.

──¿Estás haciendo ejercicio?

──¿Qué?

──Te escuchas... sobresaltado── señaló Peter, fingiendo inocencia.

Como si Lyla no le hubiese avisado exactamente lo que estaba ocurriendo del otro lado de la línea.

──Todo está bien... Solo...── Miguel contuvo un jadeo, pero Peter no pasó nada por alto.

──¿Solo...?

──Coño, Peter, te necesito aquí...── Miguel bufó, cediendo muy a su pesar. Peter se relamió los labios, disfrutando de su pequeña victoria.

──¿Vas a preguntarme que traigo puesto?

──¿Un smoking rentado?

──De hecho, es prestado. Cortesía de Peter Noir── Peter se relajó, pues tenía a su objetivo justo donde lo quería, y al criminal que buscaba también ──Pero debajo traigo esos bóxers rojos que nunca entendí porque te gustan tanto.

──Te resaltan el culo. Aunque no necesitas ayuda con eso── Miguel gruñó, pero no pudo evitar sentir un escalofrío recorrer su espalda ante aquella imagen antes de pedir con firmeza. ──Continúa.

──Por favor, dime que no estás viendo porno.

──No lo necesito, te tengo a ti.

──Dios, Miggy, tengo tantas ganas de chuparte la polla ahora mismo...

──No puedo creer que estemos haciendo ésto por llamada── Miguel apretó los puños, luchando contra la creciente excitación que la voz de Peter despertaba en él.

Peter rió suavemente al sentir cómo la respiración del otro lado se volvió más pesada, fascinado de cómo los gemidos llenaron el aire y sin poder evitarlo, los colores se le subieron al rostro cuando en movimientos más rápidos y desesperados, pudo oír a Miguel dejar escapar un gemido ahogado, rogando porque nadie más haya escuchado aquello.

Claro que, el sospechoso qué Peter perseguía escapó, y Miguel lo hubiese reprendido frente a toda la sociedad arácnida de no ser porque, técnicamente, había sido culpa de ambos.

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𝓜𝔂 𝓸𝓱 𝓶𝔂! (Spiderdads)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora