30. Asesino

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"Encontré un mundo en el que era feliz. O al menos una versión de mí lo era. Y esa versión de mí mismo fue asesinada, así que lo reemplacé. Pensé que sería algo inofensivo, pero me equivoqué."

─Miguel OʼHara.















































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Los rayos de la mañana se filtraban a través de las persianas medio cerradas, iluminando los motas de polvo flotando en el aire. Miguel abrió los ojos poco a poco, parpadeando para alejar los restos del sueño. A medida que su visión se enfocaba, lo primero que vió fue el rostro apacible de Peter a su lado, dormido, con los labios separados suavemente mientras respiraba. Miguel sonrió, pues una calidez inusual se instaló en su pecho.

Se quedó allí durante algunos momentos en silencio, contento simplemente de observar a Peter. Luego, con renuencia, Miguel comenzó a extraerse lentamente y con cuidado de la cama, haciendo todo lo posible por no perturbar el sueño de su compañero. Se movió con ligereza, deslizándose sigilosamente debajo de las sábanas sin hacer ruido.

Una vez de pie junto a la cama, Miguel se tomó un momento para apartar un mechón castaño y rebelde de la frente de Peter para depositar un tierno beso en la piel. Después, se dió la vuelta hacia el clóset, rebuscando entre toda la ropa hasta encontrar un conjunto deportivo, saliendo sigilosamente de la habitación.

Miguel regresó a casa después de su rutina matutina; correr unas 10 veces alrededor del vecindario. Luego, volvió a casa para colocar la mezcla recién hecha de pan de trigo y frutas en el horno para el desayuno. Con pasos sigilosos, Miguel se dirigió al cuarto de su retoño y asomó la cabeza dentro.

──Nena, es hora de despertar── le susurró dulcemente a su hija una vez se acercó para inclinarse sobre ella, apartándole el cabello lacio y oscuro de la cara con cuidadosos dedos. Gabriella se removió entre las sábanas y abrazó con más fuerza a su peluche favorito, haciendo un puchero. Miguel no pudo evitar reírse por lo bajo, acercándose para levantar con facilidad ala niña en sus brazos, sonriendo al sentirla acurrucarse instantáneamente contra su pecho.

Con Gabriella en brazos envuelta en su frazada preferida, Miguel bajó hacia la cocina y la depositó suavemente en una silla frente a la barra. La niña bostezó ampliamente aún somnolienta, pero logró mantenerse sentada y despierta cuando los acordes familiares de la música en español comenzaron a sonar por la cocina mientras Miguel preparaba el desayuno. Era la misma música que su madre ponía cuando él y su hermano eran niños.

Miguel tarareaba contento junto a las canciones, moviéndose al compás mientras sacaba el pan recién horneado con los guantes para hornear puestos. En la barra, Gabriella reía al ver a su padre bailar, como si aquello no fuese un espectáculo de todos los días. El ruido, eventualmente, atrajo a Peter, quien bajó bostezando las escaleras, atraído por el olor a mantequilla derritiéndose. Al entrar a la cocina se detuvo en seco, entrecerrando los ojos. Se acercó a Gabriella y le dió un beso en la mejilla, ganándose otra risita. Luego se dirigió a Miguel.

──Yo... Eh... Deja que te ayude con el desayuno── ofreció Peter, pero Miguel negó con la cabeza.

──Relájate, Parker, déjame consentirlos hoy. Ve a sentarte con Gabi── Con un beso rápido en los labios, Miguel guió a Peter de vuelta a la barra donde Gabriella lo esperaba. Peter no puso mucha resistencia, curioso por aquella actitud.

Miguel colocó platos humeantes frente a Peter y Gabriella, llenos de pan tostado, huevos en salsa y fruta fresca meticulosamente cortada en cubitos. Él se ubicó del otro lado de la barra con su propio plato.

𝓜𝔂 𝓸𝓱 𝓶𝔂! (Spiderdads)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora