11 | Max Verstappen

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Verstappen tenía un secreto, un secreto el cual no tenía que salir a la luz si quería seguir teniendo paz, privacidad y tranquilidad en su vida.
Para millones de personas él era un hombre soltero sin compromisos que solo se dedicaba a ganar y nunca bajar del podio pero lo cierto era que él ya tenía una pequeña familia desde muy joven.

Su niña de cinco años corrió hasta él en donde estaba sentado cómodamente en una silla admirando la hermosa vista de el mar, Amy se sentó en sus piernas y le quitó sus lentes de sol a su padre.

—Papi, vamos a nadar ¿si? — le pidió y el piloto sonrió —Mamá fue a cambiarse para que podamos entrar al mar, vamos.

—Claro que si mi amor.

La cargó y caminó hasta la orilla del mar para esperar a su esposa que se acercó a ellos unos minutos después, el piloto la agarró de la mano y entraron al mar.
La pelinegra cargaba a su hija y se reía al escuchar las carcajadas de la niña al bañarse, le encantaba al mar y le había pedido inocentemente su padre que le comprara una playa para ella solita pero lo que no sabía es que muy pronto le daría ese regalo.

—¿Te gusta mi vida?

—Si mami — les tiró agua —Son las mejores vacaciones, hace mucho tiempo no me traías aquí papá — lo miró y Verstappen borró su sonrisa —¿Me llevarás a Disney?

El piloto miró a su esposa quien no decía nada, no salían con él a público solo a esas playas privadas en donde se suponía que no permitían el pase de paparazzis.

—Hija no creo...

—Pero lo prometiste, dijiste que me llevarías si sacaba diez en mis tareas — la niña bajó su cabeza —Las promesas no se rompen.

Amelie cargó a la niña y le sonrió.

—Papi no rompe sus promesas amor, pero en lugar de ir a Disney y viajar por muchas horas mejor tendrás a tus personajes favoritos en casa ¿si?

Abrió sus ojos sorprendida y miró a su padre quien asintió.

—Eso sería increíble, ya quiero que llegue ese día.

La bajó nuevamente para que siguiera bañandose y el neerlandés le sonrió a su mujer agradeciéndole por salvarlo una vez más.
Amy estaba creciendo muy rápido, ya no era esa bebé que solo quería quedarse en casa o que no iba detrás de su padre pero ahora con cinco años ella quería ir a todos lados con él.

Muchas veces se había quedado llorando en su casa cuando Max se iba, era difícil explicarle las cosas a ella.

Pasaron un rato con ella hasta que el neerlandés levantó su cabeza y vió a un hombre con una cámara, su corazón latió rápidamente y en ese momento su sonrisa se borró, miró a Amelie y apretó a su hija hacia su pecho.

One shots | Pilotos de formula 1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora