23 | Lewis Hamilton (especial)

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Amelie entró entusiasmada a la oficina de su novio y cuando estaba a punto de hablar él la calló con su dedo cuando una llamada entró a su celular, la británica mordió su mejilla por dentro y se sentó en una de las sillas esperando a que el empresario pudiera atenderla.

Esperó veinte minutos hasta que el chico dejó de hablar con su cliente y se levantó de la silla para ir por unos papeles dejandola con la palabra en la boca, ella  se recargó de la silla esperando a que regresara.

—Amor...

—Espera un momento Amelie, por favor.

—Joe — se miraron —He estado aquí más de veinte minutos, no te quitaré mucho tiempo ¿si?

El castaño suspiró y se acercó a su escritorio.

—¿Qué quieres? ¿un bolso, un vestido? — miró unos papeles —Compralo, ahí tienes las tarjetas y ahora no me distraigas, tengo demasiado trabajo.

—Pero yo no quiero eso, yo...

—¿Entonces que és? — la interrumpió —¿Quieres viajar?, hazlo, ve al lugar que quieras con quien quieras, ahí está la tarjeta.

La chica solo lo miró y salió de la oficina aventando la puerta, ya estaba cansada de la falta de atención de su novio.
¿Cómo era posible que había olvidado su aniversario número cuatro?, ella había entrado tan entusiasmada porque había hecho una reservación en uno de los mejores restaurantes de Londres para celebrar su aniversario pero una vez más él no tenía tiempo para ella.
Aquel amor que le tenía a Joe estaba desapareciendo y la relación ya era monótona, quería tratar de salvarla pero ya era imposible, ella merecía algo más que eso.

Por la noche bajó las escaleras de la casa, Joe estaba sentado en un sofá tomando un trago con sus amigos hasta que la vió.

—¿A donde vas?

—Iré con mis amigas a tomar algo ¿o quieres que me quede? — le preguntó algo entusiasmada creyendo que le pediría que se quedara.

Negó y se levantó para dejar un beso en su mejilla.

—Cuídate y si no vas a llegar me avisas.

Regresó de nuevo con sus amigos y la pelinegra solo se rió amargamente para así salir de aquella casa. Había pensado varias veces en dejarlo, en irse y nunca volver por todos esos malos ratos que la había hecho pasar, pero ahí seguía aguantando esa falta de querer ¿por qué?, una de las razones eran sus padres.

Minutos después llegó a un club para caminar a la barra y pedir su primer trago, no iba a ningún lado con sus amigas, solo iba ella sola.
El barman le dió su Martini y se lo tomó en cuestión de dos segundos. Ya llevaba varios tragos pero aún era consciente de lo que pasaba.

One shots | Pilotos de formula 1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora