Capítulo 29: Entreactos

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Ginny había tratado de hablar con Blaise aquella mañana antes de comer con Luna y también a primera hora de la tarde tras dejar el Caldero Chorreante.

Pero ni su patronus ni su lechuza recibieron respuesta y en el hospital nadie le había vuelto a ver desde que ella regresó a la sala de espera donde habían estado esperando noticias de Alicia para encontrarse únicamente con su ausencia.

No había vuelto a tener noticias suyas.

Estaba preocupada, además no entendía por qué la ignoraba así. Era verdad que las cosas entre ellos habían estado un poco raras por su culpa, pero ¿Se habría dado cuenta? ¿Se sentía incómodo y había decidido poner distancia con ella?

Era posible que si Harry notó que algo le ocurría con Zabini, el mismo Zabini pudiera haber visto algo extraño y se hubiera sentido horrorizado, al fin y al cabo llevaban tiempo siendo amigos y, si de pronto Neville empezara a hacerla ojitos, ella posiblemente querría salir corriendo solo para evitar que la incomodidad fastidiara la amistad.

Todo era un asco.

Deprimida y mucho menos optimista que cuando Hermione fue a la Madriguera, decidió ir a la tienda de sus hermanos para echar una mano. Por culpa del ataque la reunión del equipo se había retrasado una semana y, aunque Ginny aseguró a todo el mundo que estaba perfectamente, al parecer no había sido la única afectada así que para su más absoluto disgusto, tenía que seguir con aquellas vacaciones impuestas.

—Que bien que hayas decidido venir a echar una mano —dijo Ron nada más verla empujándola tras el mostrador —ponte aquí y cobra ¿Quieres? George no da a basto en el piso superior y está a punto de ser hora punta, si tú coges el dinero yo utilizo mi encanto para conseguir ventas.

—Vaya Ronald —masculló con desdén —menudo olfato comercial el tuyo, no sé como no estás nadando en galeones.

—Puedes reírte tanto como quieras —replicó su hermano —pero desde que me asocié con George mi economía es maravillosa.

Ginny pensó en contarle lo que había ocurrido con Harry. Después de haber hablado con su madre se sentía capaz de enfrentar a cualquiera porque, tal y como Hermione había dicho, Molly, tras asegurarse que tanto ella como Harry estaban bien, se había limitado a abarazarla y a decirle que, lo importante después de todo, era que ambos fueran felices.

Aún así, al ver a Ron alejarse con esa tonta sonrisa para atender a una bruja que llevaba de la mano a un niño de unos cinco años, decidió dejarlo para otro momento y se preparó para ayudar.

—¡Ey Gin! —George gritó desde la parte alta al verla —pilla esto y cobra al señor que está bajando ¿Quieres? —le lanzó una bola rebotadora y ella la cogió al vuelo con una sola mano —Fiuuu —rió divertido —¡Esa es mi hermanita! ¡Eres buena!

—Me pagan por eso —refunfuñó poniendo los ojos en blanco y metiendo la bola en una bolsa cerrada con un grueso cordón —no la saque hasta llegar a casa —recomendó al hombre después de coger el dinero —si se le escapa empezará a botar y no será capaz de cogerla.

Cuando el mago salió dejó la puerta abierta y, antes de poder saludar, Ginny se dio cuenta de que el nuevo visitante no era un cliente sino Zabini que, al verla, pareció dudar entre continuar caminando o darse media vuelta.

El genio de la pelirroja entró en ebullición al ver ese momento de indecisión.

—Hola Zabini —dijo haciendo que irse no fuera una opción, al menos no una educada.

—Weasley —replicó él

Ginny frunció el ceño. Hacía mucho que no la llamaba así, salvo cuando se enfadaba, claro.

Luz y oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora