Capítulo 41: La decisión de Malfoy

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Draco se había sumergido en el tercero de los recuerdos que Pansy le había dado a Potter.

—¿Recuerdas esa fiesta de Navidad? —Pansy estaba relajada y hablaba con confianza, se veía divertida y feliz.

—¿Cómo iba a olvidarla, Pans? Ese día tu padre estaba tan ebrio que se subió a una mesa para cantar O sole mío mientras con su varita trataba de lanzar guirnaldas sobre todos.

—¡Merlín, Adrian! todo lo que consiguió fue que la punta de su varita expulsara ranas...

—¡Ranas gordas y llenas de verrugas que croaban por todas partes!

—Una cayó sobre el regazo de mi madre —ella se tapó la cara con ambas manos, riendo como loca —salió corriendo del salón y no regresó en toda la noche.

Ambos se carcajearon durante un buen rato.

—Esos tiempos nunca regresarán —dijo Adrian tiempo después.

—No es malo que no regresen —respondió ella —la guerra nos ha quitado muchas cosas, pero nos ha dado muchas más.

El rostro de Adrian se contorsionó y Draco pudo ver que no estaba de acuerdo con la chica. Se preguntó cuantas veces había puesto esa misma cara hablando con él, en cuantas ocasiones, conversando acerca del pasado, cuando el mismo Draco había dicho, al igual que Pansy, que pese a lo que habían perdido tras la guerra, la ganancia fue mucho mayor ¿Había torcido el gesto su antiguo compañero con la misma rabia? Se habían llenado sus ojos de aquel disgusto tan visible en ese recuerdo?

—¿Has vuelto a pasar por la casa? —preguntó Pansy.

—Es propiedad del Ministerio —dijo él —como muchas otras —se encogió de hombros —yo he podido conservar la casa en Box Hill aunque la uso... de cuando en cuando. Prefiero vivir en Londres, es más cómodo.

—A mi me gusta vivir aquí —ella seguía relajada —he descubierto que soy un alma solitaria.

—¿Tú? —él rió, su expresión de nuevo serena y normal —siempre fuiste una chica de sociedad, como una flor que florecía cerca de las multitudes.

—Eso fue en otra vida, Adrian —respondió Pansy con una sonrisa.

Draco salió del recuerdo con brusquedad y se volvió hacia Potter.

—Box Hill —dijo con los ojos brillantes —yo no sabía que consiguió mantener la casa de su madre. Pensé que todo lo que tenía era su apartamento en Londres pero no, tiene la casa de Box Hill, Potter ¿Por qué habría de ocultarme eso?

—¿Y por qué se lo dijo a Parkinson?

Él negó con la cabeza

—Ni siquiera creo que lo dijera de forma consciente, más bien fue un comentario casual, parte de la conversación mientras trataba de recuperar el control. Le enfureció que Pansy no estuviera cabreada con el mundo como él.

—¿Crees que podría haberla hecho daño?

—No lo sé, en realidad no creo, siempre se llevaron bien y puede que tratara de tantearla por si podía meterla en esa secta de mierda, como a mi. Tampoco a mí ha querido hacerme daño. Supongo que le importa la familia.

—También Luna es su familia, si lo piensas así y estuvo a punto de morir.

—No sé si él sabría que Lovegood estaba en San Mungo ese día, además, la verdad es que no es lo mismo su relación con Pansy y conmigo que la que tiene con Lovegood...que es inexistente, entre otras cosas.

Luz y oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora