Capítulo 23

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Alessandro ... 

Estoy en mi cama, tengo la polla dura pidiendo a gritos follarse el coño de mi esposa, solo el suyo podría calmarme.

Ella solo tendria que abrir un poco esas piernas suyas y yo haria mi trabajo como un buen esposo.

—Alessandro —escucho qué me llama desde la ducha.

—¿Qué quieres? —dije sin ánimos de nada.

—Quiero que te vayas de aquí.

—¿Qué tontería estás diciendo?

—¡Estoy desnuda! ¡Salte ya!

—¿Y? —dije mientras mi polla se hinchaba más ante el panorama de verla sobre mí.

—¡Necesito privacidad!

—No tienes nada de lo que no haya visto cientos de veces Leal.

No respondió más, pero lo que sí escuche fue el sonido de la puerta abriéndose, la vi, estaba en el umbral, completamente desnuda, mirándome, evite pasar salir embobado de ella.

La recorrí enteramente con la mirada, una y otra vez, demostrándole lo mucho que podría satisfacerla si ella quisiera, pero evite mirar partes en su cuerpo, partes que estaban en mi memoria atormentándome.

—¡Vete de aquí! — puso los brazos en jarras y adoptó esa pose mandona qué me la ponía tan dura.

Mi mujer necesitaba modales.

Me levanté de mi cama, solo tenía puesto un bóxer, fui a mi armario, le di una larga vista a todo y al final me decidí por una camisa manga larga qué sé que le quedaría hasta la mitad de sus muslos.

Camino hacia ella con la prenda en mis manos , ella quiere retroceder, lo sé, veo la lucha en sus ojos, antes de que se aparte, le coloco la camisa en su cuerpo.

Solo dios sabe cuando me contengo de lanzarla a mi cama, pero sé que soy su guerrero más fuerte y como tal me ha dado las batallas más difíciles.

—Eres tan pequeña—le cierro el primer botón de abajo aproximándola a mí .

—Tú pareces un poste y yo no digo nada

Evite reír.

—¿No puedes ser simplemente agradecida, no es así? — continué en el siguiente botón.

—Yo no te pedí que me vistieras.

—Pero yo quise hacerlo.

—No es culpa mía— se remueve ansiosa —¿Por cierto que me ibas a dar?

Mi puerta es abierta escandalosamente y sé muy bien que es Rex queriendo llamar la atención, nadie aparte de él entraría así, cuando ve a Leal no es novedad para mí que la empiece a mirar con esos ojos cuestionables inspeccionándola.

Si Rex creé qué eres malo, estás muerto.

No planeo averiguar si le da el visto bueno, quedarme viudo por segunda vez en un día no es una idea agradable, así que me pongo en posición de defensa adelante de ella cubriéndola con mi cuerpo.

—Rex —le hablo como si fuera un jodido ser humano, porque esa es la única forma de que me respete.

Se sienta en el suelo, saca la lengua, tuerce la cabeza un lado mientras mira a Leal con muchísima curiosidad, pero ha bajado las defensas, le ha caído bien una mujer, eso es algo raro.

Es conocido por ser un perro jodido y gruñón, no se dé donde ha salido así, pero es mío y solo queda aguantarlo.

Es algo raro porque a Cloe ni la soportaba al comienzo, tengo que sacarlo cada que viene porque empieza a gruñirle y no quiero que mi amiga salga lastimada, no esque él la quiera, pero tampoco la ataca.

PERVERSAS INTENCIONES +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora