Capítulo 24

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Maratón 1/2

Alessandro Bianchi

Se movía sobre mí, sin parar, y el poco autocontrol qué me quedaba se perdió. 

Lo único en lo que puedo pensar es en enterrarme tan profundo en ella hasta que no pueda más, hasta estar completamente seguro que nunca me olvidaría, para marcarla como mía.

Pero no podía, sabía que si la follaba no habría vuelta atrás, estaría obsesionado con su cuerpo y la querría para mí, pero de forma incompleta, tarde o temprano, me aburriría de ella, de su cuerpo y la dejaría atrás luego de usarla. 

Así ha sido desde que tengo memoria. 

Y ella merece lo mejor del mundo. 

Y ese no soy yo, menos Morgan y mucho menos el estúpido de su exmarido.

—Tengo reglas Lombardi. 

Ella no dejaba de rozarse contra mí 

—¿Sí? 

— Si hacemos esto, se quedará aquí, no quiero ni una jodida palabra, haremos como si nada de esto paso ¿Entendido? 

Leal asintió ansiosa. 

—Tampoco follaremos. 

Su cara no tenía nombre, la ansiedad de su rostro se transformó en perplejidad, ella quería mi polla, lo sabía, pero el deseo hacia mi no era lo suficientemente fuerte, porque si lo fuera suplicaría por mí. 

—¿Entonces? ¿Armaremos un rompecabezas o jugaremos monopolio? —dijo parando el movimiento lleno de frenesí

—Joder, no pares. 

—No tiene caso calentarme cuando no podrás satisfacerme —hizo el amán de bajarse de mi regazo, pero no la dejé. 

—Quieta, caprichosa —agarre su culo y la atraje más a mí —¿Quién dijo que no te satisfaceria? 

—Pero tú … 

— Sé lo que dije, pero hay otras formas para que ese lindo coño se corra —la interrumpí mientras le acomodaba un cabello detrás de su oreja. 

Su rostro se tiñó de rojo. 

La muy maldita hasta se sonroja, cualquiera podría creer que es un jodido ángel. 

—Se una buena chica, déjame saborearte, eres mía. 

En un brusco movimiento la volteé, dejándola tendida sobre el sillón. 

— Te equivocas —dijo con lentitud —No soy tuya. —recalcó cada palabra. 

—Tienes razón, tú no eres mía —determine con voz ronca—Aunque,  eso no impide que te pueda comer el coño, ¿No es así pequeña?

— Eh… 

Sus palabras murieron en su boca, cuándo bajé y tome posesión de sus labios, pensé que no me correspondería, pero enrosco su pierna al rededor de mis caderas y las levanto para mi, chocando contra mi polla, mientras nos comíamos la boca como unos completos desesperados.

Le rompí la camisa y los botones se esparcieron por el suelo, la tenía allí desnuda para mí, otra vez. 

Soy un jodido afortunado. 

Jadea como una loca cuando sin dejar de besarla mis manos llegan a su trasero, y mi erección aún en mi bóxer se rosan en sus pliegues jugosos.

Solo nos separa una fina tela.

La dejo de besar y la detallo una vez más, su rostro está enrojecido por su excitación, su cabello húmedo está regado en ondas esparciéndose y su piel, brillante e inmaculada, causan estragos en mí, mi mirada se desplaza hacia abajo, me tomo mi tiempo para inspeccionarla, ella por su parte con una mano sutilmente quiso cubrirse parte del abdomen, sabía que era por esa cicatriz, pero no dije nada.

PERVERSAS INTENCIONES +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora