Capítulo 29

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Alessandro...

Camino en sentido contrario de la cabaña en donde está la causante de mi mal humor , no quiero verla, tampoco hablar con ella y mucho menos tocarla, la detesto y sobre todo anhelo que terminen estos meses para no verla más.

La odio. La odio. La odio.

—¿A dónde crees que vas?

—¿Acaso tengo que pedirte permiso?

—No es lo que quise decir —se retracta.

La imagen de Leal Lombardi con sus hermosos ojos azules llegó a mi mente, estaba seguro de que ella me hubiese dicho que sí, qué yo necesitaba pedirle permiso, qué era su súbdito, y ella la maldita reina del tablero de ajedrez.

¿Lo peor de todo?

No hubiese podido contradecirla.

Me causa mucha Lástima.

Entro a una de las cabañas me dejo caer rendido en una silla y suelto el aire qué he estado conteniendo desde hace más de media hora, estaba a un paso de meterle la polla y acabar con esta absurda obsesión y tuvo que ponerse a llorar.

Ella no me pertenece.

Si Marcello Morgan decía unas cuantas palabras, o le daba un maldito indicio, solo una jodida esperanza de dejar a su prometida y le ofrecía un futuro lleno de ponis y unicornios horrorosos a mi esposa, ella no dudaría ni un segundo entre cuál de los dos escoger y se iría con él.

Su cuerpo me atrae, así que tengo que follarla cuanto antes , lo más rápido que pueda, después de saciarme la ignoraré hasta cuando termine nuestro trato y me olvidaría de que alguna vez conocí a esa pequeña arpía.

Mi teléfono privado vibrando me saca de mis pensamientos.

Número desconocido..

—¿Hola?

— Cariño, soy yo.

La sorpresa inundó mis facciones, era ella, no se había dignado a llamarme, desde hace más de dos días y no quise presionarla en ningún momento.

—Aurora.

—¿Cuándo te ibas a dignar a decirme qué ahora eres un hombre casado? — dijo ahogando su risa, la conocía muy bien.

—Lo soy.

—¿Ella es agradable contigo?

—Lo es — dije sin titubear.

—Ya me extrañaba que estuvieras tanto tiempo soltero, siendo un hombre tan encantador.

—Tampoco es necesario que me mientas mujer. —suspiré.

— Tonterías pero.. ¿La quieres no es así?

La línea quedó en silencio unos momentos.

— La amo —Mentí para no preocuparla.

—Ya lo suponía, vi las fotos, se ven adorable juntos, ella es muy hermosa.

—¿Fotos? —hundí el entrecejo.

— No pude aguantar las ganas de ver que sucedía con el mundo exterior, entre a varias redes sociales y todos demostraban tanta felicidad allí, que no sé si es egoísta de mi parte, pero pensé que se pondrían tristes, al menos por tu padre.

— Aurora...

—No, déjame continuar —me interrumpe mientras su voz se quiebra —¿Supongo que siempre seré la pobre secretaria qué vivía masacrada a golpes? Todos fingían aceptarme por tu papá, pero en el fondo sabía que no era así.

PERVERSAS INTENCIONES +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora