Capítulo 25

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Maratón 2/2

Alessandro

Mis manos sobre el pincel se mueven con parsimonia en el lienzo, al comienzo me sorprendió la necesidad de querer tocarlo, no he usado esta habitación hace tanto tiempo, pero luego hice todo lo que se me diera la gana.

Total tenía para comprar millones de lienzos y pintura si así lo quisiera.

— Señor — el sonido de mi puerta siendo tocada hace qué deje mi pincel sobre la repisa, con ganas de matar a alguien por interrumpir mi inspiración.

—¿Qué coño quieres?

—Sé que las órdenes son claras cuando usted se encuentra aquí, pero la situación es insostenible y tenemos prohibido entrar a cuando ella esté allí ...

Leal...

— Si le pasa algo a ella te mueres—hablo levantándome y caminando fuera.

Me encuentro a Fabio que parece que está a punto de orinarse en los pantalones, me pararía a burlarme un rato de él, pero, no sé qué demonios está pasando con Leal.

—¿Qué está pasando con mi esposa? —Hablo mientras lo dejó atrás casi corriendo para llegar a mi habitación.

—Ella está gritando hace como unos 20 minutos, no entendemos la razón, no hay nadie dentro. —dice alcanzándome.

—¿Y recién se te ocurre avisarme idiota?

Volteo la esquina y veo a casi toda mi seguridad como viejas chismosas paradas en la puerta, mientras que mi mujer podría estar muerta.

—Fuera de aquí —Grito fuertemente y entró a la habitación.

La encuentro allí tirada sobre la cama, revolviéndose con fuerza.

Está teniendo una pesadilla.

Una pesadilla tan horrible para hacerla gritar de dolor, como si la estuviesen torturando.

¡¡Leal, despierta!!

—¡¡Marcello!! —grita mientras sigue con los ojos cerrados y las lágrimas salen en ríos de ella—. ¡Marcello!

¿Qué coño le ha hecho Morgan?

Si me entero de que le puso una mano encima sin su maldito consentimiento, así haya sido hace años, lo voy a matar.

La rabia me nubla la vista, mis puños se cierran mientras trato de calmarme acercándome a ella quien lucha desesperada contra algo o alguien.

—No me dejes, me hace mucho daño. —Llora como una niña pequeña.

Haré qué deje de doler, pero despierta ...

Preciosa...

Lealle toco las mejillas tratando de que reaccione, pero no lo hace—. ¡Leal reacciona, maldita sea!

Grito con tanta fuerza desesperado, y al parecer surtió efecto porque se levantó sentándose sobre la cama.

Sus ojos están sin vida, como si realmente no estuviera aquí o como si estuviese acostumbrada a calmar su dolor sola.

—¿Leal?

Ella no responde mientras se levanta de la cama, sus ojos miran a la nada y las lágrimas salen sin parar.

—Leal, cariño — mi tono rosa hasta lo dulce.

Sigue caminando sin decir nada, llegando a la ducha, la prende con movimientos mecánicos, no prende la terma, por ende el agua está totalmente helada, luego se desploma en el suelo.

PERVERSAS INTENCIONES +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora