El sonido del gallo la despertó. Confundida, buscó entre las sábanas a su esposo... y no lo encontró. Fue entonces cuando todo volvió de golpe. La boda. El secuestro. Los tres meses de infierno. El encuentro. La alegría de estar entre sus brazos. El martirio de su odio infinito. Y el dolor de la mentira.
Suspiró. Había sacrificado todo por salvarle la vida, solo se conformaba a este purgatorio sabiendo que estaba vivo... y que algún día él sería feliz... no había podido traicionarle una última vez. Sabiha quiso que le robara el diseño de su nueva colección de joyas... pero no pudo... asique huyó. Sabiendo que era su sentencia ante sus ojos.
Se levantó y observó la pequeña y pulcra habitación de paredes de madera, y sonrió, su amiga siempre tuvo ese sueño, tener una casita pintoresca en la mitad del campo pero cuando anoche llegó al hogar de Seher apenas pudo vislumbrarlo debido a su agotamiento. Sabía que le iba a gustar. Este era un lugar remoto y lo más importante, sabía que era difícil de localizar.
Seher había dispuesto sus escasas ropas en el interior del antiguo armario y se dispuso a cambiarse y asearse. Vivía de forma modesta en la pequeña casa, pero en su habitación no podía faltar su sello, en el alféizar, en bonitas macetas hechas a mano, tenía dispuesta media docena de flores y plantas. Dilan sonrió. Ambas eran muy parecidas y además adoraban las flores. Sabía que tenía qué contarle su historia, pero explicarle por todo lo que había pasado en voz alta le resultaba mucho mas doloroso y definitivo que si lo mantenía para sí. Aunque se lo debía. Le había dado refugio sin esperar nada a cambio. Seher merecía la verdad.
Salió del dormitorio y buscó a su amiga, pero no la encontró. Se desvió a la colorida cocina y de nuevo una sonrisa escapó de sus labios, Seher le había dejado una nota informandola que estaba en el huerto y le había preparado un desayuno típico de Mardin. Olió el panecillo y su estómago rugió. Llevaba días sin comer bien debido al viaje extenuante y a la angustia por Baran, asique esa mañana, en la entrañable cocina de su querida Seher, por primera vez en mucho tiempo, encontró paz.
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Seher dejó el aparejo de labranza a su lado y sonriendo, corrió hacia Dilan, que traía un botijo con agua para ella y la abrazó con fuerza. Llevaba demasiado tiempo sin verla.
- No quise despertarte, mi dulce petirrojo, ¿dormiste bien?.- y Dilan tras mucho tiempo sumida en la oscuridad, rió con fuerza, solo Seher la llamaba así.
-Sí descansé. No voy a tener vida para agradecerte todo lo que estás haciendo por mí.
-Dilan, me asustaste cuando anoche te vi aparecer. Estas muy delgada, y tiemblas como una hoja, no se cómo sentirme respecto a tu esposo, la última vez que hablamos sé que te cuidaba y protegía, pero ahora... tengo ganas de patearle el trasero.
Dilan, se llevó la mano al corazón y sus lágrimas cayeron en su regazo, cerca del camino, se apoyó en el tronco caído de un árbol y miró a Seher. Apenas le quedaba fuerza para luchar.
-Nno, Seher, él... no es culpable de nada, soy yo quien le ha destrozado a él y nuestro amor.- Seher se sentó a su lado y la abrazó mientras unos profundos sollozos le partían el corazon.- Tuve que mentirle y herirle de muerte para poder salvar su vida. La malvada mujer que disparó en mi boda me secuestró y durante tres meses me tuvo encadenada sin saber si Baran estaba vivo o no tras el tiroteo y cuando por fin dieron conmigo... tuve que fingir mi odio y convencerle que nunca le amé.
Seher acarició su mejilla. Sus ojos oscuros estaban llenos de dolor.
-Oh!Dilan! No puedo imaginar lo que has vivido... pero has cometido un tremendo error, Baran habría acabado con esa mujer, conozco el poder de los Karabey, en esta región es importante su influencia y es uno de los clanes mas fuertes de Mardin, pero sabes que tienes mi apoyo y mi techo será el tuyo.
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Kader
RomanceEn lo más profundo de la antigua Mesopotamia, aún se arraigan eternas historias de amor infinito y el destino para los amantes, siempre es el mismo, la búsqueda de su amor por las montañas mágicas de Mardin. Esa poderosa magia espera a ser despertad...