Kerem lidiaba con la furia de la muchacha morena. ¡Qué mujer! Ya se había librado por los pelos de un par de arañazos. Pese a tenerla atada en medio del salón de su pequeña casa, Seher seguía resistiendose, nunca le había gustado doblegar a nadie, pero ella no se lo había puesto fácil.
-¡Desátame, bruto!
-¿Volverás a atacarme?
-Por supuesto.- dijo mientras le miraba altiva
Kerem tuvo que moderse el labio para no sonreír, menudo caracter tenía esa mujer. La observó con curiosidad mientras trataba de deshacerse los nudos de sus ataduras, y se fijó en sus ojos oscuros rodeados de enormes pestañas. Su largo cabello rizado y negro como el azabache caía salvaje por su espalda y, su agitada respiración llenaba el ambiente. Ella lo miró con desconfianza.
-¡Qué miras! ¿Acaso a los señores de la gran ciudad no os han educado a no mirar fijamente?
Kerem sonrió sin remedio. Esa mujer les iba a poner las cosas muy difíciles a él y Baran. Su protección hacia Dilan era total, podía verlo en sus acciones. Se fijó en la alegre estancia, los vivos colores y las obras artesanas estaban repartidas por la alegre salita presidida por una hermosa chimenea de piedra decorada con motivos típicos de la arquitectura de Mardin. Olía a especias e incienso y cada pieza expuesta sabía que contaba una historia. Se levantó de la silla de enfrente y se dirigió a la biblioteca de madera antigua con motivos de vegetación tallados que presidía la habitación. Era magnífica. Y los volúmenes allí expuestos hablaban de su dueña. Derecho. Filosofía. Arte. Aritmética. La mayoría de libros eran ediciones muy antiguas que él también había codicionado como buen amante de los libros. Kerem tenía un alma romántica que pocas veces sacaba a relucir debido a su trabajo. Ser abogado de Baran Karabey era un empleo exigente y concienzudo.
- No toques mis libros con tus sucias manos.- Seher lo radiografió con su oscura mirada, ese hombre alto, con hermosos ojos azules tenía posada la vista en su bien mas preciado.
Kerem volvió a moderse la mejilla para evitar soltar una nueva carcajada. El genio que se gastaba esa muchacha era de órdago.
-Jamas dañaría una biblioteca tan excepcional como su dueña.
Seher lo miró y pudo ver su mirada cálida. Y dejó de removerse en la silla.
- Si tan excepcional soy, desátame.
- Lo haré. No te quepa duda. Pero aún no es el momento.
El teléfono sonó, Baran estaba en la otra línea y por su tono de voz estaba furioso.
-¿Seher Samir esta contigo? En cinco minutos llegaré a la casa de la mujer.
- Sí, Baran te estamos esperando.
Seher, supo entonces que debía lidiar con el señor Karabey y el temor se desató en su interior. No podía contar la historia de Dilan, era a ella a quien le correspondía darle ese tipo de explicaciones. Pero tampoco podía permitir que la furia de su esposo cayera sobre ella estando en su estado tan vulnerable. Suspiró. El gran temor de Dilan a ser encontrada se habia hecho realidad.
**********
Baran observó la casa que había sido el hogar de "ella" durante esos días de furia que habían devastado su interior. Verla le había afectado. No podía engañarse. Nunca se había resistido a cuidar a su esposa herida y hoy, observandola en el mercado de especias, había sido testigo de la verdad de su diagnostico. La única que tenía respuestas era Seher Samir. Y Kerem le había advertido de la lealtad ciega que profesaba a la que aún era su esposa y lo obstinada que era. Caminó con decisión por el camino de entrada a la pintoresca casa y se fijó en los detalles florales de la entrada, y no pudo reprimir el impulso de imaginársela hablando con los parterres de colores que decoraban el bonito porche.

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Kader
RomanceEn lo más profundo de la antigua Mesopotamia, aún se arraigan eternas historias de amor infinito y el destino para los amantes, siempre es el mismo, la búsqueda de su amor por las montañas mágicas de Mardin. Esa poderosa magia espera a ser despertad...