Dilan, nerviosa, no sabía donde la llevaba Baran. Se fijó en su perfil mientras conducía por las intrincadas calles de piedra de Mardin y no pudo evitar sonrojarse al recordar la intimidad que habían compartido esa misma mañana en casa de Seher. El amor y la pasión se entrelazaban en trazos delicados y ella no podía ser más feliz. No le importaba no tener todos sus recuerdos, teniendolo a él, le sobraba todo.
Recordaba fragmentos, conversaciones y situaciones según Seher las narraba. Y su corazón palpitaba de anhelo. Ese hombre la amaba de una forma intensa. Y con él era irremediablemente feliz. El coche se paró de repente en una de las calles más céntricas de Mardin y, curiosa, miró hacia la imponente casa de piedra con bellos motivos arquitectónicos en la entrada.
-Baran, ¿qué estamos haciendo aquí?.- ella seguía curioseando mientras él la miraba con regocijo.- Esta casa es preciosa, ¿vamos a visitar a alguien?
Él no dijo nada y salió del coche para abrirle la puerta, mientras ella le miraba con recelo, estaba tan nerviosa que se tropezó al salir y de nuevo, ahí estaba entre sus brazos con sus miradas devorandose el uno al otro.
-Lo siento... soy extremadamente patosa...- y él clavó su hermosa mirada dorada y acarició con delicadeza sus rebeldes mechones.
-Lo sé.
Y ella sonrió mientras se perdía en sus ojos. Solo el suave carraspeo de Kerem, que estaba en la puerta, les hizo salir de ese mundo creado por ellos.
Baran cogió posesivamente a Dilan por la cintura, y se dirigió a Kerem que sonreía.
-Bienvenidos, señores Karabey, esta noche no les acompaño debido a una reunión de trabajo. Si me disculpan, que pasen una agradable velada.- y su mirada cómplice se clavó en la de Baran.- Espero que esté todo a tu gusto.- susurró para evitar que Dilan lo escuchara.
-Gracias, Kerem.
Y entonces, se fijó en los ojos maravillados de Dilan cuando cruzaron el umbral de la puerta de entrada. Un patio, con suaves luces, iluminaban los parterres de flores que decoraban el hermoso espacio que custodiaba una imponente mansión de piedra con preciosos arcos apuntados decorados con la famosa geometría intrincada de Mardin. Para Dilan, fue entrar en un mundo de cuento de hadas. El suave color crema de la piedra caliza tenía intensos colores dorados debido a la iluminación de las velas que le daban un aspecto mágico. Con reverencia, entró en el patio y se fijó en la exquisita decoración de la escalera que llevaba a la gran terrada del piso superior. Baran, detrás de ella, observaba su rostro iluminado por la luz de las velas. Sus ojos, asombrados e inocentes, miraban el palacete Karabey con ávida curiosidad. Y no pudo evitar una sensación de orgullo. Su esposa adoraba ese palacete tanto como él. Podía verlo en sus ojos. Y de nuevo, una patada en el estómago le llegó cuando la vió en medio de esa casa que era aún mas bella gracias a su presencia. Dilan no tenía ni idea de que era la señora de esa Mansión. Y su humildad, y sencillez le calentaron el corazón.
-Baran... este lugar es maravilloso.- dijo desde la mitad de la escalera. Él llegó a ella y sin poder evitarlo, le tocó el rostro con ternura mientras se acercaba peligrosamente a sus labios. Los miró, la tentación era real, pero se contuvo.
-Ven, quiero enseñarte las vistas desde la terraza.- y cogió su mano mientras la guiaba hacia la parte superior. Llevó a Dilan hacia el gran mirador y desde allí, la impresionante vista del Mardin nocturno la dejó sin habla. Las mágicas montañas presindían la ciudad vieja escalonada. Desde esa altura, en un día claro, podía vislumbrarse toda la llanura de las tierras de la Antigua Mesopotamia.
-Es... precioso... Baran. Desde la casa de Seher se ve la ciudad de lejos, pero esta vista es espectacular. Mardin es... increible.- y Dilan se acercó a la baranda de piedra mientras una amplia sonrisa iluminaba su rostro. Él, fascinado, se acercó a ella y la obligó a mirarle cogiéndole del mentón.
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Kader
RomanceEn lo más profundo de la antigua Mesopotamia, aún se arraigan eternas historias de amor infinito y el destino para los amantes, siempre es el mismo, la búsqueda de su amor por las montañas mágicas de Mardin. Esa poderosa magia espera a ser despertad...