Secretos

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Dos lágrimas brillaban como estrellas en los ojos de Sabiha. El padre de Baran había descubierto su antigua identidad. Quién era ella de verdad. Hacía muchísimo tiempo que nadie la llamaba Esra. Y... dolía. Porque Esra Yilmaz fue lo contrario a lo que se había convertido. Inocente, risueña y feliz. Así fue en su juventud. Hasta que le quitaron todo. Incluido su orgullo, su amor... y su hija.

Kudret se fijó en el dolor que irradiaba esa malvada mujer. Y quedó descolocado cuando vió su corazón. Esa mujer había dañado profundamente a sus hijos... pero verla hundida y vulnerable le confundió. Y eso le enfureció.

-No se quien eres, pero destrozaste la vida de mis hijos. Dilan no me ha narrado los detalles de cómo vivió sus meses de cautiverio pero temblaba cuando me lo contó. Y me prometí que castigaría duramente a quien dañó una hebra de su cabello... y te encontré. Pagarás por todo, créeme.- ella conocía su justicia y su templanza. En su investigación sobre Baran Karabey supo quién fue el antiguo Kudret Agha. Honesto. Fuerte. Leal. Y misericordioso. Pero también implacable cuando debía serlo. Y él ahora sabía lo que había hecho. Y que era Esra Yilmaz.

-¿ Crees que no lo sé? Vivo en el purgatorio desde que supe la verdad...

-¿Qué verdad?.- el tranquilo Kudret miró con desden a esa mujer que les había hecho pasar el infierno.- ¡Asaltaste el día mas feliz de mis hijos! ¡mantuviste cautiva a Dilan! Y después... la usaste para dañar a Baran. No hay perdón para tí, Sabiha...

Él la vió caer en el suelo desesperada. Y lloró ante él. Sus hombros temblaban en impulsos incontrolables. Solo Havin la había visto en ese estado cuando descubrió quién era Dilan realmente. La pesada carga de su consciencia y el dolor como madre de lo que había hecho pasar a su propia hija le habían sumido en una profunda depresión. Porque además había vendido su alma al diablo. Estaba ahí por una razón. Protegerlos del ser sin alma que la había utilizado para dañar a Baran Karabey.

-Ni siquiera conoces la verdad de mis pecados, señor Kudret. Como Sabiha he cometido el peor de los crímenes, pero cómo Esra Yilmaz jamás me podré perdonar. Ojalá mi sangre derramada pudiese aliviar vuestro dolor. Pero ya no puedo hacer nada para volver atrás...- él la hizo levantarse bruscamente del suelo e hizo que lo mirara a los ojos. Y... se fijó en el inmenso sufrimiento que había en ellos. Su interior de revolvió porque su mirada le recordaba a alguien muy amado por él. Esa mujer tenía la misma mirada rota que... su Dilan.

-¿Quién eres? ¿Qué quieres de nosotros?

-Venganza.- y se rompió...

-¿Porqué?.- él la cogió del brazo con furia.

- Por mi hija Gulşa. Ella... se quitó la vida por Baran Karabey. Creí que él... tú hijo... había sido el responsable. Pero... nunca lo fue. Y lo descubrí demasiado tarde...

Kudret soltó el brazo de la mujer mientras su templanza se resquebrajaba. Por los hijos se podían hacer grandes locuras. Y esa mujer... había cometido la mayor de ellas.

-¡Cobarde! ¡Acusaste para tu absurda venganza a un hombre inocente! Si te hubieras regido por la Justicia conocerías quién es Baran Karabey. Mi hijo jamás juega con nadie. Es la persona mas honesta e íntegra que conozco. Pero tú... - tuvo que dar un paso hacia atrás, la repulsa hacia esa mujer era mayor que su templanza y él... que nunca había agredido a ninguna mujer por eso trató de controlar ese impulso...

-Ahora lo sé, señor Kudret... lo se... no hay nada que me diga que no me haya dicho ya...

La respiración agitada de Kudret llenó la habitación. El desden y el sentimiento de rechazo que le causaba Sabiha era inmenso... y sin embargo... otra emoción igual de intensa le llenó el corazón. Pena. Lástima por su dolor y por la pérdida de su hija Gulşa.

KaderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora