Baran se despertó con el susurro de una voz amada. Durante muchas noches deseó tenerla con él, y ahora... la encontró. A "ella". Y no era lo que esperaba.
Sus sentimientos encontrados eran agónicos. El odio que sentía por todo lo que le había hecho, se entrelazaba con la vulnerabilidad del estado de su esposa. Había prometido dañarla hasta lo más profundo... pero ahora... se veía incapaz. Se levantó enojado, la obediencia en ella brillaba por su ausencia, el médico le había recomendado reposo, pero seguía siendo la misma cabra terca de siempre y cómo no, hizo caso omiso.
La buscó por la casa, su voz le atraía cómo un canto de sirena. Y salió al jardín, donde esperaba encontrarla, cada vez más enfadado se dirigió al establo, allí la voz era mas nítida, y desde la puerta la vióNo podía creerse lo que estaba viendo. Toda su ira desapareció. A menos de un metro, "ella" trataba de ordeñar una vaca. Sus anchos hombros, empezaron a temblar, y se llevo los nudillos a su boca para silenciar la carcajada que le nació.
Enfrente de él, tenía a una encantadora campesina hablando con... Blanquita.
-Oh Blanquita! Seher me dijo que tú y yo somos viejas amigas, ahora no te recuerdo, pero ordeñarte será como montar en bicicleta, estas cosas no se olvidan, verdad?
La vaca mugió con ímpetu como dándole la razón. Dilan, acercó más el pequeño taburete para estar mas cerca de la ubre y empezó a ordeñarla... aunque sabía que su técnica no era muy buena...
-Oh! Vamos! Lo estoy intentando! No hace falta que me mires con reproche! Quiero preparar un desayuno especial, acabo de enterarme que tengo un esposo asique necesito leche fresca.- Blanquita cabeceó.- vale, está bien, se que no he sido muy buena para este asunto, pero mañana volveré y lo haré mucho mejor, te lo prometo.
Se levantó del taburete y recogió el cubo donde estaba la leche de Blanquita, se acercó a ella y acarició su robusto cuello, no se percató que Baran la observaba.
-Blanquita, quiero que regresen mis recuerdos. Seher ha evitado darme explicaciones de mi vida pasada y ahora... apareció ese hombre. Tengo que averigüar que hacía yo aquí sin él...- se ruborizó.- yo... solo se que él me hace sentir un inmensa emoción cuando lo miro... anoche... cuando lo vi recostado a mi lado, me vinieron innumerables imágenes de él dormido...
Baran se escondió en la parte posterior y la vió salir hacia la casa para preparar el desayuno. Su esposa era capaz de hacerle el mayor daño posible para de repente, convertirse en una inocente hada del bosque capaz de hechizarle mientras ordeñaba una vaca.
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Dilan cacharreaba en la cocina y comprendió que la conocía a la perfección, sus movimientos eran mecánicos. ¿Cuanto tiempo llevaba aquí? ¿Cuantos días llevaba separada de ese hombre que decia ser su esposo? Había decidido preguntarle directamente a él. Era la mayor fuente de información que tenía a mano. Estaba tan sumida en sus pensamientos, que no se fijó que él la observaba desde la puerta. La recordó en la cocina de la Tia Berivan mientras los dos pelaban pimientos, riendo con Kader y Gül mientras preparaban la cena, sirviendole té, nerviosa con su vestido azul bordado con la flor de sangre, mientras él la acorrolaba, los dos cubiertos de harina mientras horneaban los pasteles... ¿cómo podia haberse olvidado de esos momentos? Durantes tantos meses de furia desatada, no recordó ni uno de esos instantes, la traición era cegadora.
Pero ahora...
Recordaba.
Ella se dio la vuelta y clavó sus ojos en él. Y cayó el azúcar por la encimera, él la ponía nerviosa, y Baran se percató de su torpeza. Siempre que el nerviosismo se apoderaba de ella, empezaba a caer lo que tuviera a mano. Él la acechó y se fue acercando más a ella hasta que el cuerpo de su esposa tropezó con el armario. Sus ojos abiertos por la sorpresa reflejaban su reflejo.
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Kader
RomanceEn lo más profundo de la antigua Mesopotamia, aún se arraigan eternas historias de amor infinito y el destino para los amantes, siempre es el mismo, la búsqueda de su amor por las montañas mágicas de Mardin. Esa poderosa magia espera a ser despertad...