Baran estaba cautivo en ese beso lleno de necesidad y deseo.
Cuando la vió aparecer frente a frente quedó sin habla. Su belleza le dejó sin aliento. Y la magia comenzó de nuevo cuando ella le gritó que no iba a divorciarse de él. Dilan se acercó a él y sus labios humedecidos le llevaron a la locura... y cuando ella le atrajo hacia su boca supo que estaba perdido. Ya nada importaba más allá de tenerla entre sus brazos. Ella había iniciado el beso y él no pudo resistirse a la dulzura de su esposa.
Cogió su rostro entre sus manos y profundizó su beso. Ella se adaptó a su cuerpo para darle acceso y él... se dejó llevar por la salvaje pasión que siempre había existido entre ambos. La apoyó con brusquedad en la alpaca de heno más cercana y siguió besándola con desesperación.
No quería pensar. Dolía.
No quería volver a la realidad. La perdería.
Asique su pasión se desbordó sin medida y su beso salvaje pasó a ser algo mucho más profundo. La tenía entre sus brazos y con furia desesperada la acercó hacia su cuerpo. Quería que ella sintiese lo que le provocaba. Y sin embargo, Dilan no solo no se asustó, sino que parecía querer más de él... parecía quererlo todo.
Y él lo quería todo.
No solo ese instante de pasión.
Con brusquedad la apartó de sí, enfadado consigo mismo, mientras la observaba temblar y con los ojos aturdidos. ¡Por las estrellas! Deseaba continuar. Necesitaba hundirse en ella, verla jadear y escucharla gritar su nombre mientras la llevaba a un lugar muy lejos de su dura realidad. Deseaba amarla cada día, cada hora, cada segundo del resto de su vida.
Y... era agónico. La dicotomía entre su orgullo herido, su intenso amor y su sufrimiento, conseguían que no pensara con claridad.
Él había prometido vengarse de todo el dolor que le había provocado.
Y... ella le había gritado que no iba a divorciarse de él.
Temía dañarla. Pero por otra parte la ponzoña del odio le exigía lo contrario. Sus ojos conectaron y por primera vez fue consciente de la mirada confusa aún por la pasión de su esposa. No sabía que tenía en mente en ese momento, ni porqué había escapado de él pero lo que sí tenía claro es que sus besos le habían afectado tanto como a él.
Pero no conseguía entender nada de ella. Y eso le enfurecía.
-No se que juego te traes entre manos... pero....- él entonces la cogió con brusquedad de la muñeca y la atrajo hasta él. Su orgullo herido había sido pisoteado.- No soy tu juguete.
Y la dejó en medio de las caballerizas sin darle opción a explicaciones.
Dilan aun bullía por dentro. Ese beso le había dejado sin voluntad y con un irresistible anhelo. ¡Cuanto lo amaba! Y que doloroso era hacerle daño. Sabía que estaba llevándolo a un punto de no retorno, porque creía que estaba jugando con él.
Pero...
¿Acaso no se daba cuenta de lo mucho que le amaba? No podía resistirse a estar sin él y desde que había probado sus besos no podía dejar de besarlo. Esta vez, no sabía como iba a parar todo. Él ni siquiera había querido escucharla. Él era tan terco como lo era ella, pero de algún modo u otro ella debía de llegar a él. Porque aunque Baran había tratado de olvidarla, los dulces días en Mardin le habían enseñado su corazón.
Él seguía amandola.
**********
Kudret había seguido una pista de uno de sus contactos. Desde que Dilan le contó la verdad de esos tres meses y quién era la responsable, se había obsesionado buscando a esa escurridiza mujer. Pero lo que menos podía imaginar era que estuviese en Mardin bajo su propia nariz. Sabiha estaba alojada en una discreta casa a las afueras de la ciudad. Y él mismo había ido a comprobarlo. Había desarrollado una paciencia infinita postrado en su silla mientras veìa impotente el sufrimiento de su gente, pero con esta mujer no podía esperar. Había dañado a su hija Dilan sin compasión y había destrozado a Baran. Como padre había sido doloroso ver caer en el más profundo de los pozos a su hijo.
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Kader
RomantizmEn lo más profundo de la antigua Mesopotamia, aún se arraigan eternas historias de amor infinito y el destino para los amantes, siempre es el mismo, la búsqueda de su amor por las montañas mágicas de Mardin. Esa poderosa magia espera a ser despertad...