Sus pulmones gritaban por respirar, pero Ömer los llevó al límite de su resistencia mientras nadaba con furia en la enorme piscina de su Mansión. Su entrenamiento matutino siempre templaba sus nervios, pero hoy, su furia estaba desbordada.
Furia contra Baran Karabey.
Furia contra él mismo.
Cuando llegó al borde de la piscina, salió a respirar con el pecho subiendo y bajando a punto de explotar, y se llevó la mano hacia las gafas de buceo que se retiró furioso. Ni siquiera nadar le había calmado. De un salto, salió del agua y fue hacia la toalla que estaba en la moderna hamaca de hierro forjado. Su trabajado cuerpo estaba salpicado de gotas de agua que brillaban como diamantes bajo el sol temprano y de su pelo negro mojado caía agua hacia sus ojos grises confundidos por el caos emocional en el que se encontraba.
Sabía que sus sentimientos estaban revueltos por ella.
No podía perdonarse cómo la había insultado en el mercado de especias. Sus enormes ojos que tanto le habían cautivado expresaron su daño y su decepción. Él se había dejado llevar por la imagen de Serap y Baran en ese Totem y... a regañadientes, tuvo que admitir que esa desagradable sensación dominó sus palabras. Y no fue consciente de lo que insinuó hasta que fue demasiado tarde. La mujer que debía usar para hacer caer a Baran Karabey estaba ahora totalmente fuera de su alcance.
Y sin embargo...
Su furia contra sí mismo era aún mayor porque no había utilizado su ventaja en el Cafetal contra el Agha. ¡Incluso había defendido a ese hombre! ¡Pese al daño que esa familia hizo a la suya mucho tiempo atrás! Y... lo sabía ahora... todo era por ella.
Serap.
Sin saber cómo, esa mujer había comenzado a importarle. Los frios informes exhaustivos que había recibido de ella no se correspondían a la verdad cuando se enfrentó a su mirada, que le desarmó por completo. Según la investigación de su equipo, era una mujer trabajadora, tranquila, sencilla... y anodina. Hasta que la conoció.
Y era de todo menos anodina.
Fuerte, leal, con una mirada salvaje y llena de pasión era lo contrario a lo que exponían los informes. Su ingenio, su lengua mordaz y... su profunda mirada lo habían desafiado una y otra vez. Y desde que la vió con ese vestido negro entallado que realzaba su impresionante belleza, comprendió que había quedado prendado de ella.
Con violencia, se secó su cabello mientras trataba de borrarla de su cabeza. Debía dejar de pensar en Serap. Todo su plan se había ido al traste. Comprendió que nunca debió usar a esa muchacha, porque ahora lo sabía, siempre sería leal a Baran.
Suspiró.
Solo había una forma de conseguir la victoria.
Un enfrentamiento con el Agha en la reunión anual sin manipulaciones de por medio.**********
Seher despertó sin Kerem a su lado. Imaginaba que estaría en la Mansión para preparar la reunión del clan. Se levantó y fue hacia la habitación de Dilan y su corazón se desbocó cuando no la vió en su cama. Fue hacia el establo y tampoco estaba allí. Preocupada, la buscó por toda la finca y comprendió que no estaba allí. Asique cogió el teléfono y la llamó.
Al tercer toque, la dulce voz de su amiga contestó.
-¡Dilan! ¿Dónde estás? ¡Me preocupaste! Con ese hombre que tienes como esposo tan furioso ¡creí que te había pasado algo!...- Seher no dejaba de dar vueltas al porche de madera de su casa.- ¿Estás bien?
Dilan, al otro lado de la línea, no pudo evitar una bella sonrisa. Esa noche y esa mañana habían sido como el mismísimo cielo para ella. Mirando Mardin desde la ventana de la habitación su esposo, tranquilizó a Seher.
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Kader
RomanceEn lo más profundo de la antigua Mesopotamia, aún se arraigan eternas historias de amor infinito y el destino para los amantes, siempre es el mismo, la búsqueda de su amor por las montañas mágicas de Mardin. Esa poderosa magia espera a ser despertad...