La Charla

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— ¿¡ME PUEDES DECIR POR QUÉ DEJASTE A ESE MALDITO NIÑO EN LA PUERTA DE MÍ CASA!? —preguntó con rudeza la vulpina de pelaje naranja, lentes de pasta negra y traje de dos piezas gris con camisa blanca y corbata azabache, parada en frente de la entrada de aquella no tan humilde morada.  

— Primero que nada: Buenos Días —saludó el lobezno alto de gris, con orbes amarillas, vestido humildemente con una bata blanca que llegaba hasta sus rodillas, ajustada a su cintura, descalzo en lo que consumía una taza de café caliente— ¿A qué debo tu divina presencia-?

— ¡¡No salgas con juegos, Lobo!! —reprochó, dando una gran pisada en el suelo, sin lograr sorprender al más alto— ¡¡Ayer, en la madrugada, me dejaste a un niño recién nacido!!

— Así que sí viste mi regalito, Aww —musitó tiernamente, terminando de consumir su café, dándole la espalda para acto seguido dejar la taza sobre la mesa.

— ¡¡Obvio que lo ví!! —exclamó, siguiéndolo de forma histérica, posandose sobre él, dando un certero golpe a la mesa, obteniendo su atención— ¿¡Por qué no fuiste a dejarlo a un orfanato!?

— ¿Y por qué no mejor dártelo a ti? —responde, tomando asiento frente a ella, cruzándose de brazos, esbozando una sonrisa ganadora— Los dos son zorros ¿Qué podría hacer yo con un zorro?

— Uh ¿No lo sé? —sarcástica— ¿CUIDARLO, TAL VEZ?

— Aquí no aplica la ley de “El que se lo encuentra se lo queda” —gruñe, haciendo un ademán para que se detenga—, a parte ¿Acaso me viste cara de querer ser padre?

— ¿Y TÚ ME HAS VISTO GANAS DE QUERER SER MADRE? —exclama, encimandose sobre la mesa, clavando sus garras sobre ésta en lo que se inclinaba hacia él, mostrando en sus ojos la rabia y frustración.

El silencio en aquella guarida de muros hechos de ladrillos, colmada por las más finas riquezas y lo más capacitados artilugios se sumió en un completo silencio.
El lobezno mayor suspiró de forma pesada, inclinando su cabeza hacia abajo en lo que la fémina tomaba asiento frente a él, cruzando sus brazos en una postura firme, deseosa de obtener la información necesaria que pudiera dirigirla a su liberación de ese infante.

— ¿De dónde sacaste a ese niño? —insiste la de pelaje anaranjado.

— ¿Eso importa? —ríe el de orbes amarillas, recostado de la silla con completa calma, sin perder su galante sonrisa hacia ella.

— ¿Lo robaste? —duda, arqueando sus cejas hacia abajo, preocupada de que pueda ser una posibilidad.

— ¿Te importa saber de dónde lo saqué, de verdad? —responde, alzando una ceja en lo que se afirmaba sobre la mesa, sin verse cómodo ante su insistencia.

— ¡Obvio que sí!

— ¡Bien! —rió, alzando las manos, separándose de la mesa, sonriendo de forma burlesca— Ésto pasó así: Ayer por la noche fui con Piraña y Tiburón al hospital del centro de la ciudad. Piraña y yo nos disfrazamos de enfermeros y Tiburón se disfrazó de doctor, encargándose de hacer la distracción hacia los otros doctores y enfermeros mientras nosotros robabamos los órganos que tenían en los refrigeradores cerca de las salas de operación...

— ¿Por qué habrían de robar órganos? —pregunta, haciendo una mueca de asco en lo que se encogía de hombros.

— Fue un pedido especial, como sea —carraspeó, desviando la mirada—: en algún momento me separé de Piraña y me perdí en el área de maternidad. Mientras buscaba la salida me encontré con la sala en la que estaban los recién nacidos y me quedé viéndolos por lo hermosos que eran... Estaba a punto de irme hasta que escuché a un par de enfermeras hablar sobre el futuro de uno de los bebés que estaban ahí. No recuerdo mucho, pero ambas habían estado en el parto de un bebé zorro y vieron cuando su madre falleció después de darlo a luz, una de ellas decía que la señora no había dado datos del padre o de sus familiares por lo que al no tener a nadie a quien entregarle el bebé seguirían con el protocolo de dejarlo en algún orfanato... —recargó sus mejillas sobre sus manos, apoyándose sobre la mesa—. Realmente me sentí triste por eso...

The Path With You ft. Diane&NickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora