Jugando

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— ¡¡Oh, por Dios!! —exclamó Diane, cerrando la puerta tras de sí— ¿¡Por qué Nick está encima de la mesa!?

— Lo hace para sentirse alto —respondió el lobo de pelaje grisáceo, sentado frente a la mesa mientras comía una manzana.   

— ¡Nicky, cariño! No te muevas —pidió de forma suplicante, lanzando su bolso contra el sofá a dos metros en lo que se apresuraba hacia la mesa.

— ¡Mami, mami! —saludó el pequeño zorro, dando pequeños saltitos sobre la mesa en lo que movía su cinturita y agitaba su colita, extendiendo sus bracitos hacia ella— ¿Te gustó mi baile?

— Fue hermoso, cariño —responde, tomándolo por debajo de sus axilas, alzandolo de la mesa para posteriormente bajarlo hacia el suelo cuidadosamente, depositando un par de dulces besos sobre su frente—. ¿Se puede saber por qué dejaste que Nick se pusiera en peligro?

— Estábamos viendo una serie, fui al baño un momento y cuando regresé ya estaba encima de la mesa —contestó, levantándose de la silla para así tirar el corazón de la manzana en la papelera de la cocina—. Si vamos a culpar a alguien culpemos a su energía —afirma, guiñandole el ojo al vulpino más pequeño, haciéndolo sonreír mientras corría hacia él, aferrándose a sus piernas.

— Lo que digas... —farfulla, cruzando sus brazos.

— Perdón mami —balbucea el más pequeño, bajando sus orejas en lo que la veía triste.

— No pasa nada, Nicky —perdona, agachándose para besar su frente y rozar su nariz con la suya en lo que le hacía cosquillas en su pancita, logrando que se separe de Lobo para así treparse a sus brazos y dejarse cargar por ella—. ¿Cómo se siente tu brazo? —pregunta hacia Lobo.

— Se siente bien, pero perdí mis músculos por eso...

— ¿Qué? ¿En serio tenías músculos antes del accidente? —dudó, estallando en carcajadas mientras le daba la espalda.

— Ríete si quieres, pero conducir ese auto era algo demasiado demandante ¿Por qué crees que los corredores de Fórmula Uno están en forma? —exclama, sonriendo de forma cínica, siguiéndola en lo que posaba sus manos sobre su cintura.

— Seguro, lobito. Al menos ya no habrá excusa para que puedas seguir con tus atracos —asegura, dejando a Nick sobre el sofá de la sala, pasándole uno de los carritos que había sobre la mesa de centro para que se entretuviera.

— No tengo opción. Los genios de la carrera jamás me pagaron, y eso que los busqué directamente a su casa, esos asquerosos leopardos... ¡Ya verán de lo que soy capaz! —exclamó, dando un golpe sobre la mesa, decidido a hacerlos arrepentirse de su falta de honestidad tras no cumplir con el trato, es más ¿Qué clase de organizadores de carreras ilegales serían si no respetan sus propios códigos? Se creían listos, pero no lo eran del todo.

— Entonces...

— Entonces tendré que recurrir a robos menores antes de darle el golpe de gracia al premio gordo —suspira, metiendo sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón gris, caminando hasta la mesa de centro para así sentarse en frente y distraerse con los carros de colores que estaban regados alrededor.

— ¿Y por qué no vas directamente hacia “el premio gordo”?

— No hablemos de eso —responde de forma vacilante, haciendo un ademán al aire en lo que se entretenía con un carrito azabache con ruedas plateadas.

— Claro... Oye, haré de cenar en media hora ¿Vas a quedarte? —pregunta, levantándose de su lugar para así quitarse la chaqueta de cuero que había usado todo el día, colgandola en la perchero que quedaba al lado de la entrada del pasillo.

— Sí, justamente hoy era mi último día en el hotel así que... no tengo donde ir a ésta hora —confiesa, viendo de forma nostálgica el auto entre sus manos.

— Como digas —alza y baja sus hombros, encaminándose directamente hacia el baño para así darse una ducha, cerrando con fuerza la puerta tras de sí.

— Pss —llamó, captando la atención del menor—, parpadea dos veces si quieres huir de régimen de aburrición —sugirió, deslizando su carrito hacia él en una clara invitación para jugar.

El joven zorrito ríe, intercambiando su carrito por el suyo, tomando el azabache para así entregarle la patrulla de policía con la que estaba jugando antes, levantándose enérgicamente para así empezar a mover el carrito sobre las superficies del sofá y las paredes cercanas.

Lobo por otra parte sonríe lentamente, recargandose de la pequeña mesa, bostezando por el cansancio de un largo día, parpadeando de forma lenta y pesada hasta caer dormido, aferrándose al carrito de policía en todo momento.

The Path With You ft. Diane&NickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora