Mudanza

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— Bien, aquí estamos —exclamó el lobezno mayor con traje de dos piezas beige y camisa blanca en lo que cerraba la puerta del conductor—. Nuevo yo, nueva casa, nueva vida, nueva reputación, nuevo todo.    

— Realmente lo lograste —afirmó la fémina de pelaje naranja, con un vestido blanco con mangas hasta sus muñecas y falda azabache que llegaba más allá de sus rodillas; tras ayudar a Nick a bajarse del auto— y mira, hasta te sobró algo para pagarle al de la gasolinera —bromeó, viéndolo de reojo.

Después de tanto tiempo de planeación, organización y negociación al fin el ex-líder de Los Tipos Malos había logrado comprarse una casa y no se trataba de cualquier casa, no. Se trataba de una gran edificación de al menos cuatrocientos metros cuadrados, pintada completamente de blanco, con ventanas especiales que permitían ver del interior al exterior pero no del exterior al interior, con un gran estacionamiento con espacio para hasta tres autos, techos de madera refinada, con un total de cinco cuartos, pisos de madera pulida, tres baños, un sótano, una cocina espaciosa, una enorme sala con vista al patio con una chimenea incluida además de contar con una gran piscina rodeaba por sillas de playa y una parrilla para esos largos fines de semana de verano en lo que todo lo que podrías desear sería una carne asada con los amigos y familia.

— ¿Crees que podamos celebrar aquí el segundo cumpleaños de Nick? Sé que quizás sea demasiado pronto pero siempre es bueno tener un plan —comenta, avanzando hacia la entrada de la casa, apreciando el jardín con rosas blancas que la rodeaban en forma de arco en compañía de arbustos frondosos en donde se podían notar pequeñas abejitas zumbando tranquilamente sin reparar en la presencia de los recién mudados.

— Y me lo dices a mí —ríe, tomando a Nick de la mano para así guiarlo hacia el interior de la casa, abriendo la puerta, con el pequeño estallando en chillidos de emoción al ver los amplios espacios que tenía para correr, sin perder un solo segundo para empezar a saltar e inspeccionar todo a su alcance, con la luz natural colándose entre las grandes y extravagantes ventanas que decoraban cada pared, con el brillo rebotando entre los espejos situados entre las columnas que dividían la planta baja con el primer piso, dando la sensación de espacios amplios.

— ¿Cuándo comprarás los muebles? —pregunta Diane en lo que avanzaba hacia el centro de la sala, verificando su reflejo en uno de los espejos que venía por defecto con la edificación.

— Deberían llegar mañana a primera hora, de todas formas mi cuarto es el más completo así que Nick y yo podríamos dormir ahí —sugiere, cerrando la puerta en lo que camina hacia la cocina.

— No sé si me sienta cómoda con eso —replica, siguiéndolo en lo que ignora como Nick corre y salta por todas partes, siguiendo los designios de su imaginación en lo que descubre cada habitación en conjunto de un nuevo y sensacional aroma que a la larga serán las referencias para los recuerdos de su infancia.

— ¿Celosa de que pueda dormir a solas con Nick? —pregunta, molestándola a propósito, escuchándola gruñir en lo que la ve cruzarse de brazos— Tranquila, es una cama matrimonial y le pondré un muro de almohadas para evitar que se caiga, estará bien —asegura, sacando de la nevera dos botellas de agua selladas, dejando una abierta sobre la isla de la cocina para que así Diane la tome y decida si beberla o no—. Ya mañana mismo me encargaré de acomodar los muebles del cuarto de Nick, o pintarlo. ¿Qué color crees que le guste? —añade, destapando su botella de agua para acto seguido beberla.

— No estoy segura, pero... Últimamente a estado muy fascinando con el verde, así que algo así no estaría mal, además no sería el mismo azul aburrido de siempre —responde, jugando con su botella hasta finalmente destaparla.

— Mírate, aprendiendo del maestro —halaga, rodeando su espalda con su brazo, sonriéndole con malicia en el proceso— ¿Desde cuándo eres la jueza de lo aburrido?

— Desde que tú eres el magnate desvergonzado —da un sorbo a su botella de agua—, en serio ¿Cinco millones por ésto? Por favor...

— Lo vale ¿Sí? Ésta en un vecindario mejor que el tuyo, tengo vía libre al centro, hay buenas escuelas a menos de diez minutos, tengo un hospital y un supermercado cerca... La única razón por la que sigo usando el auto es por placer, más que otra cosa —ríe, separándose de ella en lo que sigue bebiendo el agua de su botella.

— Me abruma lo comprometido que estás con el medio ambiente —habla sarcásticamente, siguiéndolo a sus espaldas, tapando su botella de agua para acto seguido dejarla sobre una de las cajas que Lobo había dejado por ahí el día anterior.

— Disculpe “Miss Cambio Climático” —burla de forma tosca, haciendo las comillas con sus dedos—, pero creo que tengo derecho a seguir usando mi auto aún si tengo todo lo necesario a menos de cinco minutos de mí casa. Igual, no es como si vaya a salir seguido de ahora en adelante —concluye, siendo interrumpido por el sonido de Nick pateando las cajas entre sus victoreos y saltos de emoción—. ¿Crees que sea buena idea cambiar los vidrios polarizados por unos blindados? Es que... Quiero darle una pelota de cumpleaños pero no quiero que rompa todas las ventanas.

— Si tienes el dinero hazlo —responde de forma desinteresada, desviando su mirada de él.

Honestamente no creía que este día pudiera llegar tan rápido.
Por mucho tiempo siguió creyendo que Nick seguiría debajo de su ala por un tiempo más, pero ahora... Ahora Lobo tenía todas las piezas para cumplir todas sus necesidades y caprichos sin su ayuda y era sumamente injusto. Por más éxito y lujo que él tuviera no podía ser prueba suficiente de ser el ganador definitivo.

Si tan solo pudiera negociar por una tercera y última vez...

— ¿Y si nos dividimos la custodia? —pregunta Diane, llamando la atención de Lobo quien abre sus ojos sorprendido.

— ¿Quieres cambiar el trato otra vez? Pero...

— No será muy diferente, mira. Yo y tú de lunes a jueves aquí en tu casa y luego tú y yo en mí casa de viernes a domingo. Así tienes una excusa para usar tu auto y Nick puede irse acostumbrando de a poco al cambio.

— Siento que esto lo haces más por ti que por Nick, eh Diane —sugiere con cierta suspicacia, sobándose el mentón.

— Considero que Nick debe irse despidiendo de su primer hogar poco a poco y... —suspiró rendida, desdibujando su semblante optimista para revelar su verdadera expresión de amargura— Tienes razón, no quiero separarme de él todavía.

El mayor de orbes ámbar sonrió complacido en lo que negaba con la cabeza, y pensar que se trataba de la misma mujer en hace casi dos años estaba a dos pasos de matarlo solo por darle un niño a su cargo.

— Como quieras, Nick podrá seguir viviendo contigo —sentencia, generando en la mayor una gran sensación de felicidad, con la vulpina sonriendo ilusionada de oreja a oreja en lo que batía su cola de lado a lado— ¡¡Pero!! Los fines de semana y en sí los días en los que te vayas de viaje él estará conmigo, aquí.

— Sí, sí. Lo que tú digas, Lobo —apresura, lanzándose hacia él para así abrazarlo con fuerza, depositando un beso de gratitud sobre su mejilla, acto que lo toma por desprevenido hasta que se separa—. Sin duda tenemos un acuerdo —añade, extendiendo su mano hacia él para así sellar el compromiso.

El canido de gris corresponde, agitando su mano de arriba abajo para confirmar su aceptación, viéndola a la cara, interesado en aquella felicidad desbordante que tan inusual era en una chica como ella, sin verse molesto ya que eso le daría tiempo suficiente para ajustar la casa a su gusto y dar personalidad a cada habitación.

Sin duda otro cambio agradable que de alguna forma mantenía todo igual alrededor de su caótico y colorido mundo.

The Path With You ft. Diane&NickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora