Prométeme Algo

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Finalmente el día había llegado.  

Nick se había vestido como cualquier otro día, había cepillado sus dientes y peinado superficialmente su cola como hacía cada mañana para después vestirse con ropa limpia y fresca. Últimamente le habían dicho que uno de éstos días ocurriría algo importante, algo que, supuestamente, podría cambiar su vida.

¿Qué sería? ¿Acaso un hada mágica vendría de visita y le concedería tres deseos? ¿Acaso sería el día donde podría comer moras de desayuno, almuerzo y cena? ¿O sería el día en el que finalmente podría tener un amigo, quizás ver a esa niña misteriosa otra vez? Cualquiera de esas opciones le gustaba y le emocionada mucho.

Bajó las escaleras hacia el piso inferior, viendo a su madre y padre hablando en la cocina mientras tomaban un café, lo típico, siempre hacían eso, pero por alguna razón había algo diferente en el ambiente de hoy, algo raro, similar a días anteriores.
Su madre se encontraba vestida por un traje de dos piezas completamente negro, con una corbata carmesí similar a la que usó hace un par de noches en la televisión, cuando la había visto celebrar por un nuevo poder conferido para gobernar sobre todos o algo así.

Se veía un poco triste ¿Acaso no se había llevado el premio gordo en aquel evento televisado? Tal vez le habían dado solo un premio de consolación...
Bueno, si para algo estaba él era para hacerla sentir mejor, como siempre.

Corrió rápidamente a saludarla con un abrazo, aferrándose a su pierna mientras frotaba su mejilla contra ésta, agitando de lado a lado su colita, sumamente animado por su sola presencia, disfrutando el aroma de aquella colonia nueva que le hacía pequeñas cosquillas en la nariz.

— ¡¡Buenos días mami!! —saludó alegremente, viéndola con sus dos grandes luceros esmeraldas en conjunto de una dulce sonrisa.

— Buenos días, Nicky... —respondió suavemente la mayor, acariciando dulcemente su cabeza— ¿Dormiste bien?

— ¡Sí! —respondió, extendiendo sus brazos hacia ella para que lo cargara, como era usual cada que amanecían juntos en la misma casa.

La vulpina le dió la espalda, alejándose de él, dejándolo completamente confundido y con sus brazos extendidos.
Su mami siempre lo cargaba cuando él hacía ese gesto ¿Acaso estaría molesta? No debería. Tal vez solo estaba creciendo ¿Verdad? Cuando los niños crecen sus padres dejan de cargarlos... pero eso no debería pasar aún ¿O sí? Aún debían pasar entre cinco o seis años más...

— Ya llegó tu taxi —comentó de mala gana el lobezno de gris con una camisa plateada, suéter azabache y pantalones de jean oscuro—, suerte.

— Gracias —respondió de forma cortante la mayor, tomando dos de las maletas que tenía estacionadas contra uno de los pilares de la sala, saliendo de la propiedad para así avanzar por el jardín hacia el auto presidencial que había venido directamente a recogerla.

El cachorro de zorro la acompaña, curioso puesto que jamás había visto un auto tan grande y blanco, sin duda era el tipo de vehículo en el que podrías hacer una fiesta con cinco o más personas dentro y nadie lo sabría.
La acompañó en el recorrido hacia el auto, sin prestarle atención a los dos guardaespaldas que de a poco se hacían cargo para ayudarla con su equipaje, con su mudanza, enfocándose más que nada en el brillo del sol en aquella mañana, tan radiante, tan cálido, tan perfecto.

— ¿A dónde vamos, mami? —pregunta Nick tras tomarla de la mano, alarmandola por un breve instante.

Diane lo vió, preocupada. ¿Cómo podría decirle que se iba para desempeñar el trabajo de su vida? ¿Con qué cara le diría que iba a dejarlo? ¿Cómo podría hacer para que un niño tan dulce y encantador como él entendiera que no lo hacía con mala intención?

The Path With You ft. Diane&NickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora