Leche Fresca

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Estaba asustado.  

Mientras Nick chupaba duramente la leche de su biberón Lobo se encontraba viendo al vacío en el silencio y tranquilidad de aquella casa, de aquel vecindario.

Diane iba a volver pronto, ya habían pasado cinco o seis días desde que había empezado a cuidar de Nick las veinticuatro horas del día y a decir verdad había sido divertido.
Fue fascinante conocer los horarios de sueño de Nick, bañarlo en largas y burbujeantes sesiones donde podía jugar y hacerlo reír entre patitos de hule y dulces aromas, además de velar por él cuando dormía, siempre atento para consolarlo si atravesaba alguna pesadilla o incomodidad, pero...

Aún en toda esa paz, en ese pequeño rincón del paraíso que había logrado encontrar a su lado, estaba asustado.
Tenía miedo, mucho miedo, no de la policía, no de Diane, si no de sus propios amigos.

No había vuelto a su guarida desde que se cruzó con Diane para empezar su labor de guardián, ofreciéndose para ayudarla a cuidar de Nick y desde entonces no había dejado de pensar en lo que fue la pelea de la que tuvo que huir.
Jamás los había visto comportarte así con nada ni con nadie, aunque siendo honestos jamás habían tocado el tema, jamás los había visto cerca de niños o intentando obtener pareja, siempre creyó que sería por el estrés o responsabilidades del trabajo pero ahora, ahora sentía que era por algo más que eso.

Le daba miedo revisar su celular, le daba miedo que al tomarlo para grabar un vídeo para mostrarle a Diane lo bien que estaba Nick fuera a saltar alguna notificación de alguien de su grupo preguntándole dónde estaba o qué estaba haciendo... O peor, que fuera un mensaje diciendo que ya sabían lo que estaba escondiendo, que ya saben lo que ha hecho y que van a por él.

Lo estresaba la idea de que Serpiente viniera e intentara hacerle algo a Nick, lo había visto devorar ratones, chinchillas, conejillos de indias, conejos y crías de ciervo antes, no dudaba en que sería capaz de estrangular a Nick hasta matarlo y después de eso tragarselo.
Una cruda pero posible imagen de un futuro que debía evitar a toda costa.

El pequeño bebé zorro parpadeaba lentamente, con sus pequeñas manitos rodeando la botella mientras recibía las relajantes caricias del lobezno mayor sobre su cabeza.

Lobo tenía miedo.
No quería volver a enfrentarse hacia ellos, pararse en medio y decir en voz alta “¡Sí! ¡He estado cuidando de un bebé! ¡Ya no quiero ser el malo de la historia! ¡Ya no quiero volver a ser un criminal! ¡Renuncio!” sin duda le cortarian la cabeza si osaba decir algo así.

Lo malo de ser el único ser racional en su grupo es que los demás quedaban a su ojos como seres salvajes, viscerales, impulsivos. Los había visto querer matarse entre ellos solo por el último helado en la nevera, y Nick era eso, su helado, uno que debía esconder bien si no quería que los demás se lo arrebataran y destrozaran.

Ningún momento en su pasado, ni siquiera la primera vez en la que lo metieron preso le hizo sentir la misma sensación de terror y angustia que posee ahora al tener a aquel pequeño angel entre sus brazos.

Tantas ideas, tantos planes...
Pero cada uno era más arriesgado que el anterior.

Un pequeño eructo se hizo notar, llamando la atención del lobo mayor. El pequeño bebé relamió su pequeña boquita, liberando otro eructo aún más pequeño acompañado de un gran bostezo.
Sonrió de forma dulce hacia el más joven, dejando la botella de leche sobre la mesa de centro frente al sofá, cargandolo sobre su hombro para así darle suaves palmaditas en la espalda, curioso de haber aprendido algo que no conocía hasta ese momento.

Aún así estaba preocupado.
Si se tratara de él simplemente desaparecería de la faz de la tierra, renunciaría a toda la fortuna que acumuló con los años, renunciaría a su nombre, su vida, con tal de apartarse y tener una vida tranquila con Nick.

Cerró sus ojos, cansado de andar estresado cuando se suponía que estos días debían ser un escape para él, para Diane, un cambio de ambiente para Nick, formando lazos entre los dos ¿Pero cómo podrían formar lazos si Lobo ya sufría por la posibilidad de que alguien pudiera entrometerse y arruinarlo todo?

Era como si todo el poder que le dieron desde hace años no sirviera de nada a la hora de la verdad, como si pese a su inteligencia y habilidad para sortear los problemas fuera un inútil más en la lista de idiotas de éste mundo, huyendo y pensando como salvar su vida aún si eso lo llevaba a más problemas.

El pequeño Nick fue cayendo dormido, con su pancita llena y su corazoncito contento se confió a la calidez y seguridad de los brazos de Lobo, cediendo a sus dulces y tiernos sueños mientras el mayor a su cargo se veía sumido en una nube negra que le nublaba la vista y la razón.

El canido de orbes amarillas tomó la botella de leche, dispuesto a dejarla con los demás platos sucios, deteniéndose en su idea tras notar que el biberón no se encontraba vacío, aún tenía leche.

Curioso, no solo por el sabor si no por la sensación que él no experimentó.
De niño nunca tuvo la oportunidad de beber leche, fuera en un biberón o en un vaso, en aquel orfanato no habían alimentos apropiados dependiendo de la edad, era la misma mierda para todos, así que... ¿Qué perdía al probar?

Tímidamente fue acercando el biberón a sus labios, sintiéndose avergonzado, como si le estuviera quitando un chupete a un bebé, a su bebé.
Poco a poco empezó a beber del contenido, sorprendiéndose por el buen sabor de éste. Era dulce, sencillo, sutil, agradable, materno.

Se dejó llevar, poniéndose cómodo en su lugar, cerrando sus ojos ante el placer que se transmitía en su paladar, disfrutando del momento, sintiéndose como un niño pequeño por primera vez, sin lidiar con problemas ajenos, sin nadie gritandole, sin meterse en problemas, solo él, sintiendo ese momento de calma y comodidad.

Solo él, con Nick, dos niños perdidos que anhelan el amor y calor de un hogar, viviendo su mejor momento juntos, gracias a un placer tan inocente e inocuo como lo puede ser una botella de leche fresca.

The Path With You ft. Diane&NickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora