Fresas y Moras

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— Aaaaaa... —musitaba el cachorro de zorro, acostado sobre el pecho del lobezno en lo que llevaba fresas gorditas a su boca.

— Aaaaa... —respondía el de pelaje grisáceo, abriendo sus fauces, devorando las fresas por completo, degustandolas con una sonrisa— Buena cosecha, excelente —halaga entre las jóvenes risas del más pequeño que posa sus manos sobre su hocico y agita su colita de lado a lado, dando pequeños saltitos en el proceso.

— ¿Y no hay nada para mami? —queja Diane, inflando sus mejillas en lo que se pega a Lobo, intentando robarle protagonismo mientras fingía estar profundamente ofendida.

— Aaaquí —balbucea, tomando otra fresita, metiéndola en la boca de la vulpina mayor, quien no demora en masticarla, sorprendiéndose de lo jugosa que era.

— Bien hecho —aplaude la de orbes esmeraldas, tomando distancia para así seguir escribiendo su manuscrito en la laptop.

— ¿Has notado que ya le salieron los otros dientecitos? —comenta el de orbes amarillas, intentando levantarse para dejar el plato con fresas sobre la mesa de centro, siendo detenido solo por el peso de Nick encima de él— Ya está más grande.

— Sí... Sigo sin creer que esté tan grande, aún recuerdo cuando era del tamaño de la mitad de una almohada —responde, dándose un momento para recostarde en el sofá y así ver a su pequeño zorrito de forma embelesada.

— Sigue sin poder ver por encima de las ventanas, tampoco puede abrir puertas pero entiendo tu punto —sonríe, viendo como el pequeño zorro tomaba uno de sus marcadores para dibujar sobre su yeso, llenándolo de diversos y coloridos dibujos—, ojalá pudiera quedarse así para siempre... —musita, grabando ese dulce momento en su memoria.

— ¿No quieres que crezca, vaya a la universidad y sea exitoso? —cuestiona la de camisa blanca y mini jeans azabaches, alzando una ceja en lo que le dedica una mirada llena de sospechas.

— ¿Qué? ¡No, no! No me refería eso, es decir... Sí, quiero que estudie, crezca y todo lo aburrido que pasa después, es solo que... quisiera que siempre sea así, inocente, pequeño, indefenso...

— Alegre, manso, curioso... —añade, acercándose nuevamente para así ir acariciando la espalda de Nick, quien sigue concentrado en sus pequeños dibujos.

— Mío... —susurra, cerrando sus ojos ante aquella angelical imagen.

— Nuestro —corrige, dándole un pequeño golpe en la cabeza, sonriendo de forma ladina, rompiendo su burbuja de encanto.

— Mío, tuyo, nuestro, da igual, solo son palabras —excusa, sobando su cabeza mientras intentaba tomar distancia de ella—. Ese es mí punto.

— Yo también quisiera que así fuera, pero la vida sigue. Él va a crecer, sin duda tendrá éxito en la escuela porque es muy inteligente, tendrá muchos amigos, será el más guapo a donde sea que vaya...

— Será un galán con las mujeres, un rompecorazones con cientos de propiedades a su nombre ¡Oh! Y sin duda no tendrá una vida aburrida, al menos no como la de su mami —burla, alzando y bajando sus cejas hacia Diane, quien gruñe, golpeando duramente su brazo herido, haciéndolo gritar de forma breve y cortada.

— Sin duda será un banquero excelente y honrado, no dudo en que podría ser presidente de un país algún día si así quiere —asegura, cruzándose de brazos.

— Falso. Nick será una estrella de rock, vivirá todos sus días al máximo, amará y controlará a quien se le dé la gana y no será un aburrido, sin duda tendrá el mundo a sus pies —sentencia, haciendo notar sus afilados colmillos en lo que pronuncia su oración, seguro de sus palabras.

Los dos se miran como si fueran un par de desconocidos, a la defensiva, dispuestos a discutir y pelear sobre qué destino será el correcto para Nick, eso hasta que éste los interrumpe, acercandoles un puñado de moritas azules que encontró en el plato a la par de las fresas.
Los dos lo observan, con el más joven extendiendoles su ofrenda en lo que intenta jalar sus manos para que le hagan caso, emitiendo pequeños y ahogados quejidos, intentando mostrar su descontento.

Sumamente apenados aceptan las moras y las comen, saboreandolas en sus paladares hasta finalmente tragarlas.

— Gracias, campeón —agradece el lobezno, despeinando al más pequeño quien se aferra a su mano, presionandola sobre su cabeza mientras sonríe, contento.

— ¿Sabes? —suspira Foxington tras tragar sus moras, sonriendo de forma ladina en lo que recuesta su cabeza en el hombro de Lobo— Quizás lo único que debemos desear para su futuro es que sea felíz...

— Y libre —añade, pasándole un marcador nuevo a Nick, quien rápidamente lo toma solo para empezar a dibujar sobre la palma de la mano de Lobo—, no olvides eso...

— Jamás —afirma, dándole una sonrisa cómplice en lo que agita levemente su cola en un ángulo que el mayor no pueda ver.

The Path With You ft. Diane&NickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora