Las Enseñanzas

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Habían sido días duros...  

Si había algo por lo que los zorros se caracterizaban era por ser los más devotos en cuanto a paternidad se refería, sin embargo las zorras... muchas veces no constaban con ese instinto o no mostraban el mismo compromiso que sus contrapartes, mucho menos si se tomaba en cuenta los instintos que llegaban a perderse gracias a la evolución.
Aún así, aquí estábamos.

— Veo que no te a ido del todo bien, eh —comentó el lobezno de pelaje grisáceo, ingresando a la casa de la menor después de haber esperado pacientemente en el porche— ¿Por qué tiene tanta ropa encima? —preguntó, tras ver al pequeño Nick en los brazos de Diane, vestido por un enterizo verdoso que lo cubría desde los pies hasta las manos, portando también un gorrito blanco con orificios para sus orejas que cubría parte de su cabeza.

— Investigué y descubrí que los cachorros no pueden gestionar su temperatura por sí solos —afirmó la vulpina, cerrando la puerta detrás del lobezno mayor, reprimiendo un bostezo producto del gran cansancio que había estado acarreando durante poco más de tres días.

— Veo que alguien hizo su tarea, eso merece una estrellita—musitó pícaramente aquel que vestía una camisa azabache con mangas largas y pantalones negros al igual que sus botas, girandose hacia la de orbes esmeraldas quien gruñía y lo veía de reojo por su broma— ¿Qué? Creí que eras el tipo de niña que amaba los reconocimientos.

— No hablemos de eso... —murmuró, cayendo sentada sobre su sofá de cuero vinotinto, entre los cojines de blanco con estampados de mandalas en gris y rojo, con el infante aferrándose a la tela de su camisa, viéndola con curiosidad.

Aquel de orbes amarillas no pudo evitar reparar en el aspecto de su compañera, se veía mal.
Era la primera vez que la veía con su pelaje tan desaliñado, sin mencionar que jamás la vió como el tipo de mujer que podría usar ropa holgada, viendo esto evidenciado por su suéter rosa que dejaba al descubierto sus hombros, además del pantalón gris que por momentos parecía camuflarse como una especie de falda. ¿Dónde había quedado la formal y elegante mujer que siempre se vestía con glamour?

— Y dime... ¿Hay algo que reportar sobre Nick? —pregunta, sentándose al lado de ella, rodeando al bebé entre sus brazos para lentamente acercarlo a él— ¿A sido un salvaje o a demostrado ser un ángel?

— Jamás había visto a un bebé que pudiera dormir tanto —quejó, cruzándose de brazos después de que el mayor alejara al bebé por completo.

— Así son los niños... —susurró con un toque cariñoso, acunando al infante entre sus brazos, viéndolo con un brillo especial, con el infante viéndolo con atención, sonriéndole.

— ¿Entonces también es normal que cuando esté despierto solo llore y coma?

El canido mayor alza sus orejas, confundido, creyendo que el tono de preocupación que percibió en su voz no puede ser correcto, no viniendo de ella.

— Realmente no sé si eso este mal —añade Diane, acercándose más hacia Lobo para poder ver al bebé—, me preocupa que pueda sentirse enfermo y yo no me dé cuenta.

— Bueno... —balbucea, notablemente impactado por el interés que la vulpina mostraba en el cachorro que estaba decidida a rechazar con anterioridad, sin creerse el verla preocupada por eso— Si tienes dudas siempre puedes llevarlo al médico, ya sabes...

— ¿Pero y si se asusta? —pasa suavemente sus dedos por la frente del bebé, captando su atención, con este riendo en lo que se removía en los brazos de Lobo, como si quisiera alcanzarla cuanto antes— Ya me duele oírlo llorar por hambre... No me imagino oírlo llorar por miedo.

— En ese caso puedes distraerlo —sugiere, perdiéndose en los grandes y hermosos orbes esmeraldas que el más joven portaba—, el pediatra que conozco tiene el amor de todas las madres, básicamente distrae a los bebés antes de ponerles la inyecciones...

— ¿Y funciona?

— ¡Claro que funciona! Ni siquiera los bebés se dan cuenta hasta muy tarde —sonríe, completamente confiado—. Créeme, incluso hay madres que lo han grabado cuando atiende a sus hijos y es... —lanzó un beso al aire— mágico.

Foxington tiene sus reservas.
Por más que suene tentador llevarlo no siente que sea lo mejor por ahora.
Sí, vaya que es necesario irle a poner las vacunas cuanto antes pero ¿Y si ella no estaba lista para eso? ¿Y si, casualmente, la distracción del doctor no servía con Nick? Habían muchas cosas que podrían salir mal en una sesión, más allá de oírlo gritar y llorar...

A fin de cuentas, después de convivir con él por una semana quizás había pecado de encariñarse y acostumbrarse a él, quizás él la estaba cambiando lentamente, quizás...

— ¿Lo has estado alimentando bien? —preguntó el lobo de gris, rompiendo su burbuja de pensamientos mientras acariciaba las mejillas del zorrezno, mismo que meneaba su pequeña colita de lado a lado, por fuera de su ropita.

— Sí —se apresura a responder—. Según lo que investigué se les debe alimentar entre ocho a doce veces al día, así que trato de cumplir con eso.

— Bien, bien, si seguimos así no tardaremos en tener a un gordito y saludable zorrito —musitó, alzando al bebé hasta el nivel de su rostro para poder abrazarlo, oyendolo reír.

La de pelaje anaranjado esboza una pequeña sonrisa ladina, juzgandolo de forma silenciosa, sin terminar de creer como un criminal de su tipo podía ser tan sensible y devoto hacia los bebés.

— Tómate un descanso ¿Sí? —habló el de pelaje grisáceo, levantándose del sofá— Te ves... cansada. Déjame a Nick por el resto de la tarde.

— ¿Y qué se supone que harás? —inquiere, alzando ceja, siguiéndolo con la mirada.

— Lo normal.

— Tú sabes que no eres normal.

— Solo vamos a jugar —afirma, sosteniendo al bebé entre sus brazos—, si tiene hambre yo le daré de comer ¡Y si me da la gana incluso le daré un baño! —finaliza, desapareciendo por el pasillo hasta llegar al cuarto principal, cerrando la puerta tras de sí.

La de pelaje naranja claro suspira, rodando los rojos. Sin duda contaría los minutos para ver cuánto tardaba en renunciar en un día lo que a ella le había costado una semana asimilar.

The Path With You ft. Diane&NickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora