Capítulo 11. Aniversario 2.

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Se había vuelto exactamente el tipo de novio que ella necesitaba al principio.

Dana acababa de ser llamada a la dirección solo para encontrarse con la sorpresa de que alguién le había enviado un hermoso y delicioso desayuno.

Era una cajita hermosa, con una nota pegada en aquella tapa de cartón adornada con un brillante listón rojo, y que por debajo de esta tenía pegada una nota con aquella letra que ella reconocía fácilmente. Porque Leonardo tenia muchos defectos, pero su letra siempre había sido tan bonita, como impresa, fina y elegante. Dana se sintió plenamente feliz cuando leyó aquel mensaje dirigido a ella.

"Para la mujer más hermosa del mundo, aquella que me hace muy afortunado por poder continuar llamandola "mi novia" un año más"

Dana no podía más con el dolor en las mejillas de tanto sonreír, y la boca se le hizo agua cuando vio aquel par de wafles cortados en triangulos y acomodados de manera vistosa, adornados por fresas cortadas, además de pequeños contenedores de miel, chocolate, e incluso nueces. Y a su lado, una botellita de cristal con un moño con el el cuello, lo que parecía ser jugo de manzana.

Dana incluso se sintió sonrojada al regresar a su aula y pasar frente a todo su grupo con aquel obsequio entre sus manos, sus amigas no tardaron en inspeccionar el contenido en cuanto la maestra se retiro y se quedarón solas. Todas felicitaban a Dana por su regalo y por tener un novio como Leonardo.

Porque claro, Dana jamás le contó a absolutamente nadie lo que había pasado con el, ella nunca ha hablado sobre las actitudes de Leonardo, ni el como siempre la juzgaba por su peso, por su aspecto, o por la cantidad de comida que ingiere. Jámas nadie podría tener ni la más minima idea de lo mal que ella estaba, ni del transtorno alimenticio que el le había causado.

Ella siempre hablaba de Leonardo como si fuera el hombre perfecto, y sus amigas tenían esa imagen de el, todas creían que Dana era tan afortunada de haber encontrado a un hombre bueno y que realmente valiera la pena. Y por alguna razón, a Dana le interesaba seguir cuidando esa imagen de el.

Sobre todo ahora que se había vuelto tan detallista y atento con ella.

Al salir de la universidad, ahí estaba el, con un bonito peluche de un gato siamés bajo el brazo, el cual extendió hacia Dana apenas la vió. Era hermoso, y Dana estaba tan conmovida, sentía que el corazón podría salirsele del pecho en cualquier momento. ¿A caso estaba soñando? Esta nueva versión de el era maravillosa.

Acepto su invitación a su casa, y ni siquiera se dió cuenta de la chica detrás de ella que miraba toda la escena mientras fingía platicar y reir con su grupito de amigas. Monica había estado atenta desde que por la ventana de su aula vió a Dana pasar con aquella cajita entre sus manos. Y al encontrarse a Leonardo afuera con ese muñequito en sus manos, Mónica no tardó en saber lo que estaba pasando.

Monica no tenia derecho a sentirse molesta, pero lo hacía.

Dana por el contrario ni se acordaba del nombre de aquella mujer. No mientras el la llenaba de besos y palabras bonitas, no mientras el dejaba que ella le pusiera aquella mascarilla y se tomarán fotografías juntos.

Ese día Dana permitió que el volviera a tocarla, le permitió deshacerse de su ropa y explorar su piel desnuda, y ahí, nada más ahí, el nombre de Monica apareció en sus pensamientos.

Por qué era distinto, muy distinto. Y con los ojos cerrados trataba de quitarsela de la mente, pero no podía con los pensamientos traicioneros que le decián a gritos el como con el no lograba sentir ni la mitad de lo que era con Monica. El cómo su cuerpo reaccionaba de mejor manera con ella, el como su piel se erizaba y la mente se le nublaba por completo.

La novia de mi novio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora