Capítulo 17. Por Lara.

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Un día solitario más.

¿Cuánto tiempo más tendría que estar ahí? Comenzaba a deprimirse por el encierro, extrañaba estar afuera y escuchar el sonido de los autos, ver a los niños corriendo y jugando, a las madres apuradas porque es tarde para llegar a la escuela.

Incluso extrañaba a su vecina, quien siempre salía por las mañanas a regar su hermoso jardín lleno de claveles, extrañaba las margaritas en los parques, desojarlas y mirar caer sus pétalos uno tras otro.

En aquel lugar tenían un gran patio, uno al que ella le gustaba mucho salir, podía respirar aire fresco y sentir el césped en sus pies descalzos, pero no era igual, no se comparaba para nada con estar afuera, con ser realmente libre.

Era solo su manera de engañar a su propio cerebro y autoprometerse que algún día estaría bien.

Que sería de nuevo una chica normal, que pudiera encajar en el mundo de afuera y vivir su vida desde el punto en el que fue pausada. La esperanza de un mejor mañana es lo que la ayudaba a mantenerse de pie.

__ ¿En que tanto piensas ahora?

Dana ladeó la cabeza para mirar a la chica que recién acababa de llegar a su lado, era la hora de comer y Dana tenía frente a ella un gran plato de ensalada, frutas y puré.

__ Creo que me sirvieron demasiado.

Sus dedos temblaban alrededor del tenedor que tenía sujetado, y a pesar de que su estómago dolía como clara señal de que tenía hambre, su cabeza no le permitía llevar un solo bocado a su boca. Se sentía mal, había estado comiendo mucho últimamente, y al no vomitar se sentía como si todo esa comida se acumulará dentro de ella, en su estómago, en sus piernas, en sus brazos, cada vez más deforme.

__ Creo que te sirvieron lo justo y necesario __ Esa era Lara, una de las pocas amigas que había hecho en aquel lugar.

De hecho, al parecer la única que aún conservaba algo de cordura.

Lara vestía siempre con esas mangas excesivamente largas que le cubrían hasta las puntas de los dedos, y con pants deportivos anchos, siempre con el cabello suelto y las mechas cubriendole los ojos.

__ No puedo comer todo esto.

__ Entonces me lo como yo __ Lara se encogió de hombros, restandole importancia al problema interno de Dana, quien suspiró tratando de calmarse __ si quieres a partir de ahora me como todo lo tuyo, tengo mucho estómago y a ti te encanta vivir encerrada aquí. Nos beneficiamos las dos.

Libertad.

Dana cerró los ojos y respiró profundo.

No ansiaba nada más que su libertad y esa solo la conseguiría demostrando que estaba mejorando.

__ Esta bien, lo comeré.

Lara sonrió entredientes mirando a Dana comer lenta y pacientemente. Poco a poco como si cada bocado le quemará.

__ ¿Hablaste con tu chica anoche?

__ No es mi chica y si hable con ella __ Dana masticó y trago lentamente para luego beber un poco de agua __ le dije que no la odiaba.

__ Ahora estarás más tranquila.

__ Estaba enojada porque le hablo a mis padres sobre lo que me pasaba y porque odio estar encerrada aquí.

__ Creo que hizo bien. Las personas suelen creer que cuando se trata de problemas emocionales basta con amor y palabras bonitas, como si todo mejorará con un par de palabras de aliento. Tu necesitabas ayuda y ella sabía eso.

La novia de mi novio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora