Capítulo 14. Trato.

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__ ¿Qué tienes aquí? __ Mónica tocó ligeramente el labio inferior de Dana, quien sólo se apartó y cubrió la parte herida con una de sus manos.

__ Nada.

__ ¿Cómo te lo hiciste?

No se lo hizo. Le estaban comenzando a salir últimamente, aunque ella se inventaba que eran fogajes, sin importancia, sin ningún tipo de significado.

Pero no era así.

Era las señales de su cuerpo pidiéndole a gritos que dejara de autodestruirse como llevaba haciéndolo. Con los atracones de comida, los vómitos, el ejercicio excesivo, su cuerpo comenzaba a no poder soportar más.

La cabeza le dolía la mayor parte del tiempo, y con movimientos demasiado bruscos llegaba incluso a marearse. Y últimamente, ya bien siquiera podía dormir, por más que lo intentaba y daba vueltas y vueltas en la cama, no lograba concebir el sueño.

Dana estaba mal, realmente mal.

Pero tenía un pequeño mosquito detrás de ella cantándole al oído todos los días que no estaba ño suficientemente delgada. Y ella cada vez que se miraba al espejo simplemente no se encontraba forma. Jamás lograba verse bien.

Jamás lograba ver la realidad.

__ No es nada, sanará.

Pero Monica era todo menos tonta.

__ ¿Continuas provocandote el vomito?

__ No.

__ Dana.

__ Dije que no, Monica, déjame en paz.

La situación comenzaba a volverse realmente preocupante. Y la idea de hablar con los padres de Dana, aunque ellos no la conocieran, paso por la cabeza de Monica.

No podía simplemente ver como se autolesionaba y quedarse callada.

Lo estuvo meditando varios días, seguramente hacer eso haría que Dana la odiara, y seguramente la perdería en ese instante. Pero Monica no podía ser egoísta, a pesar de que era una de sus características, no quería serlo, no en esta ocasión.

El día en que se decidió y se apareció por la calle de Dana no pudo ver a sus padres. Porque ni siquiera había alcanzado a llegar cuando a lo lejos se dio cuenta de que Leonardo estaba ahí. Y estaba con Dana.

Monica tuvo que colocarse la capucha de su chamarra, y pasar con la vista en el suelo, realmente no quería ser vista, no por el. Pero durante su caminata, no pudo evitar escuchar parte de la conversación.

__ Estas hecha un asco __ fue la primera frase que escuchó salir de la boca de Leonardo __ mira tu boca, tengo ganas de vomitar solo de verte, ¿Qué a caso no cuidas de ti? ¿De tu imagen?

__ Sólo es un fogaje. Se me quitara pronto, es temporal.

__ Estas llena de ojeras __ la crítico de nuevo, y Monica tuvo que resistirse a detenerse y meterle un golpe a ese idiota. __ tu piel reseca, y mírate, cada día más cachetona.

Dana no estaba llorando. Pero estaba a punto.

Y a Monica le tocó verlo desde la esquina, donde se había recostado contra la pared, e incluso tuvo que encender un cigarro para controlar el nerviosismo en sus pies, la frustración y el coraje, las ganas de ir ahí a romperle la boca a ese hablador.

Dana parecía herida, desde lejos se notaba la manera en la que el se esforzaba en acabar más y más con ella.

Mónica no escucho gran parte del resto de la conversación,  pero lo último si que lo hizo.

La novia de mi novio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora