18.- Sin ti

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Una semana.

Eso era lo que había transcurrido desde que Kirishima lo había dejado en casa de sus padres, y no había sabido nada de él desde entonces. No respondía ninguno de sus mensajes y, cuando trataba de llamarlo, sonaba apagado. Y le dolía, aunque tratara de ocultarlo.

Su madre siempre subía a su habitación y le dejaba algo de comida, amenazándolo con obligarlo a comer si no lo hacía por su cuenta. Y sabía que, a su modo, le preocupaba su depresivo estado de ánimo.

Y su padre no estaba mejor que ella. A veces iba a verlo a su habitación y se sentaba en silencio a su lado, como si temiese preguntar por lo sucedido. No iba a presionarlo a hablar, pero era evidente que le preocupaba no saber cómo ayudarlo. Pero, ¿cómo podía explicar algo que ni él mismo sabía?

Solo recordaba estar tomando un vaso de jugo en su departamento… y luego ya estaba en medio de la calle, pensando que debía buscar a Kirishima. Había un gran vacío en sus recuerdos y, por más que tratara de llenarlo, no podía.

Y ahí estaba, envuelto por completo con una manta, dejando ver solo un poco de su puntiagudo cabello rubio y, en cuanto escuchó unos nudillos golpear la puerta, se hizo un ovillo en la manta.

-Katsuki, ¿estas despierto?– la voz amable de su padre sonó al otro lado de la puerta, pero no respondió. –Tienes visitas.– insistió.

-¡¿Kirishima…?!– su voz delató lo mucho que ansiaba ver al pelirrojo y, como un resorte, acabó incorporándose sobre la cama.

-No, es… Izuku-kun.– dijo su padre, casi en un susurro.

Katsuki soltó una explosión casi por instinto al escuchar ese nombre. ¡No quería ver a Deku! Volvió a tumbarse sobre la cama, arrojando una almohada con fuerza hacia la puerta, dejándole claro a su padre que no quería recibirlo.

Masaru suspiró y bajó las escaleras despacio, encontrando a un ansioso peli-verde esperando en la sala. Apenas escuchó sus pasos, Deku se giró, esperando ver a su amigo de la infancia.

-No quiere ver a nadie. Lo siento mucho, Izuku-kun.– susurró Masaru apenado.

-Está bien, Masaru-san. Lo entiendo.– sonrió Midoriya, tratando de consolar al castaño. –Vendré a verlo otro día, si no le molesta.– agregó.

-Claro que no es molestia, Izuku-kun. Tú y Katsuki son amigos desde niños.– se apresuró a decir Masaru. –Casi eres de la familia.

-Muchas gracias, Masaru-san. Dígale a la tía Mitsuki que vine, por favor.

Deku hizo una pequeña reverencia antes de acercarse a la puerta principal para marcharse. Pero, la voz de Masaru a sus espaldas lo hizo detenerse antes de tomar el pomo de la puerta.

-¿Cómo está Eijirou-kun?– preguntó Masaru.

Midoriya suspiró.

-Agresivo.– se limitó a responder el peli-verde, saliendo de la casa. No iba a entrar en detalles.

Kaminari suspiró por décima vez en aquel momento, mientras Mina seguía tocando con insistencia el timbre del nuevo departamento de su amigo pelirrojo. Ya llevaban ahí alrededor de 2 horas y el rubio eléctrico comenzaba a impacientarse.

-¿Y si no está?– cuestionó Kaminari, caminando de un lado a otro en el diminuto pasillo.

-¡Sí está!¡Sigo escuchándolo ahí dentro!– exclamó Mina, pegando su oreja a la puerta y tocando con más insistencia el timbre. –¡¡FBI, ABRA LA PUERTA!!– gritó con una voz gruesa.

-¿En serio crees que Kirishima es tan estúpido?– se burló Kaminari, cruzándose de brazos.

-¡Oh, cierto! Casi olvido que es Kiri y no tú.– rió Mina, divertida. Kaminari rodó los ojos con fastidio.

-Ya enserio, Mina. ¿No has pensado que Kirishima quiere estar solo?– cuestionó el rubio con una seriedad impropias en él.

Mina no respondió, solo continuó tocando el timbre sin prestar atención a las palabras de su compañero. ¡Claro que había pensado eso! Pero no lo dejaría estar solo, no conociendo lo vulnerable que era con temas emocionales.

-Vaya, chicos, ¡qué sorpresa!– exclamó Kirishima, llegando a su departamento. Mina se volteó a verlo casi al instante, notando que el pelirrojo llevaba ropa deportiva y estaba algo sudado.

-¡Hey, br……!

-¡¡¿DÓNDE ESTABAS?!!¡¡LLEVAMOS HORAS AQUÍ, TOCANDO EL TIMBRE!!– gritó Mina con enfado, interrumpiendo el saludo del rubio eléctrico.

Kirishima se encogió de hombros, sonriendo sin ganas.

-Salí a correr.– respondió con simpleza.

Mina entrecerró los ojos, desconfiada, examinando el aspecto del pelirrojo en busca de algo que lo delatara. Pero no había nada, todo parecía indicar que no mentía.

-¿Quieren pasar? Les invito algo por el tiempo que los hice esperar.– sonrió Kirishima, abriendo la puerta del departamento y haciéndose a un lado para que sus amigos entrasen.

Mina arrugó la nariz con desagrado en cuanto entraron. Había varios recipientes vacíos de comida rápida sobre el suelo, así como también ropa sucia que se acumulaba alrededor del sofá donde, por la manta y la almohada colocados sobre él, intuyó que dormiría el pelirrojo.

Mientras, Kaminari soltó un silbido, impresionado por el desorden que competía con su propio departamento.

-Te hace falta una mano con la limpieza, bro. Este sitio es un asco.– comentó Kaminari con un tono bromista.

-Sí, casi no tengo tiempo de limpiar. Me la paso patrullando y solo vengo aquí para dormir o en mis días libres.– explicó Kirishima, sacando un par de botellas de refresco para pasárselas a sus invitados inesperados. –¿Y bien?¿A qué se debe su visita?– preguntó.

Las miradas de Kaminari y Mina se cruzaron por un segundo, casi preguntándose sin palabras como abordar el tema sin provocar la ira de su amigo.

-Emmm… bueno, bro, tú sabes que te queremos y nos preocupamos por ti, ¿no?– comenzó Kaminari, temeroso. Kirishima asintió. –Y pues… hemos notado que en la última semana has estado algo…– dudó.

-Distante.– completó Mina, seria. –No contestas nuestras llamadas ni mensajes.– explicó.

-Perdí mi teléfono.– se excusó Kirishima, rascándose la nuca, apenado.

Mina sacó su teléfono y marcó el número del pelirrojo. Y, a los pocos segundos, comenzó a sonar "Summer" de Marsmello desde el bolsillo

-Ya lo encontramos.– sonrió Mina, colgando la llamada.

-No les contesto porque ya sé lo que van a decirme y no quiero oírlo.– bufó Kirishima, poniéndose de pie, molesto.

-¿Ah, si?¿Y que vamos, según tú, a decirte?– cuestionó Mina, seria.

-¡¡QUE BAKUGO ES INOCENTE!!– gritó el pelirrojo, alzando la voz. Sus ojos parecían arder por la rabia y el dolor. –Créanme, desearía que lo fuera, en serio. Pero no lo es.– agregó, obligándose a calmarse.

-¿Cómo estás tan seguro, bro? Quizás fue solo un malentendido.– alegó Kaminari, serio como pocas veces.

Kirishima sonrió, negando con la cabeza.

-¿Lo ven?– dijo, señalando a Kaminari. –Por eso no quiero escucharlos. No mientras estén de lado de Bakugo.– escupió con rabia.

-¡No estamos del lado de nadie!¡Ambos son nuestros amigos y nos preocupan, maldición!– exclamó Mina, con lágrimas de frustración en los ojos.

Kirishima se dió la vuelta y caminó hacia la puerta, abriéndola.

Mina se puso de pie y salió del departamento, con pasos apresurados, molesta por la actitud de su amigo. Mientras Kaminari suspiró y comenzó a caminar despacio hacia la puerta.

-Si sirve de algo… Bakugo está incluso peor que tú, bro. Deberías ir a verlo.– dijo Kaminari antes de que la puerta se cerrara tras él.

Omoidasenai -思い出せない-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora