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Sus labios destellaron en una mueca cuando la peli rosa la llevo hasta su auto casi arrastrandola por la forma tan infantil de su negación. Y es que no quería tener que lidiar con su tía por un asunto que le pertenecía a ella.

Elizabeth mordió su mejilla intentando no chillar por el pendiente tan insípido que tenía que atender. Pero si no lo hacía, Nerobasta, su tía y tutora, le reclamaría las razones del porque era importante estar allí.

— Elizabeth, sonríe un poco — Elizabeth movió sus piernas de arriba hacia abajo con un puchero que le daba en el mal genio de la peli rosa.— Dios mío, que infantil eres.

— No quiero ir — el alarido salió de sus labios fruncidos. Para Nerobasta fue una razón de explicación que se convertirá en sermón.

— ¿Conoces la tradición Demon? — Elizabeth negó sin mucha importancia y la ojiazul suspiro tajante— Cuando una novia va a elegir el vestido, es más común que ella elija el de su gusto. En este caso, los Demon's son los que lo eligen para ellas.

—Que aburridos— se recargo sobre su puño y miro las calles con tiendas de vestidos de novia.

— Suena abrumador para una chica, pero es lo que te toco, Elizabeth — comento mirandola de reojo — Hoy es el día en el que elegirás un vestido y se lo mostrarás a Meliodas. Todo depende de un buen comportamiento y si a él le gusta el vestido, te demostrará un afecto armonioso.

Para ese entonces, Elizabeth ya tenía otra mueca en su rostro. Frunció los labios y saco la lengua en una mueca de asco. Nerobasta se había convertido en su tutora después de la muerte de su madre y padre en este entonces, se encargaba de ayudarle con la empresa y cuentas bancarias, que ahora, Elizabeth le correspondía hacerlo sola, pero en esa ocasión la acompañaría a ver su vestido de novia.

Tres días después de la muerte de su padre. Recibió una visita del padre de Meliodas, David Demon, explicándole que el acuerdo con Bartra era una negociación sobre matrimonio arreglado para ella y su hijo. En ese momento solo podía pensar en el porque su padre lo había hecho. Y claro que había encontrado una explicación lógica. Después de eso, los días pasaron a semanas y después a meses. Estaba por casarse en 3 meses y en ese periodo de tiempo fue abrumador los arreglos de boda y ahora el vestido que supuestamente Meliodas elegiría.

Llegaron al lugar de encuentro y Elizabeth camino con su tía al lado casi arrastrando los pies.

— Oye, cambia de postura— regaño con una sonrisa de burla— Me espantaras el ganado.

Elizabeth camino erguida mientras reía del comentario tan descarado de su tía, sabiendo que está era una mujer que tenía un letrero en la frente, diciendo no disponible. La peliplata, está vez retomo la idea y se comportó más discreta para la ocasión, creyendo que así, el día pasaría más rápido. La esposa de zeldris la miro a lo lejos, sonriente y saludando a las dos mujeres. Aunque Elizabeth debió ser la primera en llegar, parecía que los presentes Demon estaban en bastó esperando su llegada.

— Elizabeth— la rubia la recibió con un abrazo y beso en la mejilla— Es bueno tenerte aquí.

— Claro, soy la que se casará — río con ironía y después sus ojos pasaron hasta Meliodas. El la miro y se acercó hasta ella.

— ¿Estás lista?— La peli plata solo asintió y junto a Gelda, caminaron hasta un cuarto donde tendría que vestirse con un vestido que Meliodas había elegido. No sabía cuánto tardaría, solo sabía que ya quería irse.

Gelda la ayudo a ponerse el vestido blanco, que, para su gusto, no era nada de lo que se esperaba o imaginaba. Tenía un escote muy abierto hasta su ombligo y las prendas de su cintura muy ajustada, sin contar que era cola de sirena.

Prometidos Desafortunados (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora