— ¡Ugh! — gimoteó Elizabeth cuando su cuerpo en contraste fue empujado hasta la pared fría. Había pasado los tres días acordados, y al parecer sus maletas no existían porque jamás pensó en hacerlas.
— Pequeña insolente — su abuela la miró con desprecio, y Elizabeth frunció las cejas.— Te atreviste a desafiar mis órdenes, siendo la número uno ¡El no embarazarte!
Se había cansado de los juegos absurdos que la mayor le estaba dando. Y sabía lo molesta que se encontraba por saber que ella esperaba un bebé, porque después de anunciarle a sus seres queridos y personas cercanas que ella confiaba, los chismes se esparcieron como agua en el suelo, incluyendo la recepcionista que jamás pensó que se enteraría.
— Soy libre de tomar mis propias decisiones— declaró y la de cabello canoso gruño exasperada.— Si te molesta que no sea de tu linaje o tu limpio apellido, eso es problema de las dos, pero de mi hijo jamás.
— ¡Traerás otra deshora como tú!— los ojos azules de su abuela la miraron con asco, pero Elizabeth dio una mirada más escalofriante cuando escuchó lo siguiente— Hay formas de deshacerse del bebé, formas menos dolorosas.
Un rígido escalofrío recorrió su cuerpo, no creía u analizaba lo que su abuela trataba de hacerle entender, pero sabía que estaba equivocada.
— ¡Eres una inhumana! No me vuelvas a mencionar esos métodos — exclamó haciendo que su garganta doliera — Tendré a mi hijo y será lo último que escucharás.
Dio vuelta y comenzó a caminar, dejando sola a su abuela y siendo ella quien daba los profundos respiros para calmarse. No debía alterarse, no sería bueno para su salud o la salud de su hijo. Ir al estacionamiento ya estaba en sus rutinas, pero lo dejaría de hacer por su bien, de ahora en adelante ya no le importaba realmente cuáles eran las nuevas órdenes que debía seguir para no irle peor.
Pero aun le daba miedo el hecho que Mael mostrara aquel video de ella. Aquel chico era firme en su palabra, y ya le había mostrado esa euforia para acabar con los demás. No quería ser la siguiente.
Quería a Meliodas, quería verlo en ese momento, abrazarlo y llorar con la excusa de que solo era por el embarazo, pero no se le fue permitido cuando alguien comenzó a caminar al lado de ella, hasta tomarla de la mano y jalarla adentrándola a un oficina de juntas, que en ese momento estaba vacía porque no había alguna reunión pendiente.
Una abofetea se disparó a su rostro, sorprendiéndola y haciendo que su cuerpo se diluyera cuando miro el rostro enfurecido de Mael. La había golpeado, a ese grado ya no le sorprendía.
— ¡Maldita sea Elizabeth! — el albino talló su rostro con fuerza — Solo tenías un trabajo, el puto trabajo de no embarazarte.
La tomó de las muñecas y miró su rostro.
— ¡Suéltame!— pero no fue así hasta que el apretó mas su agarre. — Me he cansado, ya no quiero obedecer tus ordenes.
— ¿Sabes lo que implica eso? Linda— una mano acarició su cuello con lentitud, asqueando a la chica — No querrás recrear aquel video.—Pero Elizabeth fue lo suficientemente insensata para alejar la mano de Mael con fuerza. — ¡Se te olvida quien puedo llegar a ser!
— No me importa si le muestras el video a Meliodas, me quitarás un peso de encima— frunció las cejas y el se separó unos cuantos centímetros de ella.
— No Elizabeth, haré más que eso— dijo y lo último que miró la chica fue las manos de Mael sobre su camisa. La rasgo en dos, robándole el aliento con terror, creyó que después de eso seguiría con su falda pero el la tomó del mentón e hizo que la mirara — ¿Donde está Meliodas?
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Prometidos Desafortunados (Pausada)
RomanceEn el corazón del vibrante mundo empresarial, Meliodas, un influyente y exitoso empresario, vive una vida que muchos envidiarían. Sin embargo, su destino da un giro inesperado cuando se compromete con Elizabeth, una enigmática joven con un secreto p...