No podía entender cómo sobreviviría en pie ese día cuando solo había dormido dos horas. Todo había acabado desde que ella probó por primera vez el vodka y termino sacandolo de su cuerpo, algo que preocupó a los responsables de su juego y optaron que lo mejor era dejarlo hasta allí. En media noche no soporto la vestidura y los tacones, solo cambio sus prendas improvisadas que sabría que en algún momento las ocuparía y le resto importancia.
Pero esa mañana, tan temprano y aún con sueño, estaba junto a Meliodas en el aeropuerto. Se despidió de su madre, recordándole que solo sería una semana la cual estaría fuera de lugar, pero la mujer solo le rogó al rubio que la cuidara bien y a él solo le quedó asentir a su petición. Gelda le deseo suerte, y zeldris le murmullo algo a Meliodas para que esté se pusiera nervioso, las mismas artimañas de la pareja parecía que habían planeado dejarlos nerviosos para su vuelo, la rubia aconsejo como romper el hielo cuando quisieran comenzar la verdadera luna de miel, pero eso no fue muy candente para Elizabeth.
La hora en la que su vuelo anuncio que era hora de irse, volvieron a despedirse ahora de su familia, Elizabeth con un suave movimiento de mano y el rubio solo ladeando la cabeza. Entre suspiros y la jaqueca que traían consigo por la noche tan aglomerada, buscaron su lugar en el avión de primera clase.
— ¿Cómo es que seguimos vivos con lo de ayer? — dijo Elizabeth con un gruñido y sentándose en su lugar asignado.
— El vuelo será muy largo, tendrás tiempo de dormir. — murmullo mirando su reloj.
— Eso espero.
Unos minutos fueron necesarios para que la aerolínea estuviera lista y comenzará su vuelo, con un molesto ruido en sus oídos por la presión de su cuerpo por estar arriba de las nubes. Elizabeth tenía el lado de la ventana, pero aún que la vista fuera la más hermosa, su mente y cuerpo solo quería descansar. Cerrando sus ojos y cayendo en un sueño profundo tan rápido como dio el primer suspiro. Meliodas la miro de reojo, con una negación a su pensamiento de querer dormir un rato el tambien y suspirar como lo hacía ella, pero debía estar al pendiente de cualquier problema que hubiese en la empresa sin su supervisión. Zeldris estaba a cargo, y no dudaba de su gran ayuda y cooperación, pero el pelinegro estaba acostumbrado a sus cotidianas tareas, y confiaba mucho en que el podía manejarlo sin problemas, pero no quería ser sorprendido con algún texto de su hermano pidiendole ayuda.
«al carajo» concluyó con las cejas fruncidas y cerró los ojos, acomodando su cuerpo en el asiento. No era lo más cómodo dormir en un avión, pero era lo único que le daba la opción de descansar un rato.
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— ¿Gelda como se supone que va esto?— inquirió el pelinegro, mirando el perteneciente trabajo de Meliodas. Las cuentas que tenía en sus manos eran muy grandes, sin contar las estadísticas que Elizabeth se había acomedido hacer para no dejarle las cuentas en cero.
— Tranquilo, no es obligatorio que lo termines hoy. — el ojiverde talló sus ojos e hizo un ademán para que su esposa se acercara. La rubia solo sonrió y mostró su filoso diente al expandir sus labios, sentándose en el regazo de su esposo y acariciando su cabello — Meliodas dijo que no hay problema si no puedes hacer todo a la vez, no te frustres cariño.
Un fetiche muy poco conocido por el pelinegro, hizo que la rubia soltara una pequeña risa al verlo meter su rostro en sus pechos. Con la excusa de que solo así podía tranquilizarse y sentirse más cómodo con su nueva labor.
— Espero que Meliodas no asuste a Elizabeth— río en bajo — recuerdas lo que te conté que paso cuando entre a su oficina.
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Prometidos Desafortunados (Pausada)
RomanceEn el corazón del vibrante mundo empresarial, Meliodas, un influyente y exitoso empresario, vive una vida que muchos envidiarían. Sin embargo, su destino da un giro inesperado cuando se compromete con Elizabeth, una enigmática joven con un secreto p...