XXI

64 9 5
                                    

No estaba segura si quería hacerlo, o querer intentarlo, pero era un paso muy difícil de dar y riesgoso para su futuro, sin embargo, solo suspiró en base de sus sentimientos y preparó su corazón para cualquier traición que le hiciera en su momento.

Era la hora en la que muchos salían a comer o descansar del arduo trabajo, sabiendo perfectamente que el rubio, cual era su carnada, se quedaba en su oficina, esperando a ser una hora tarde para que el fuera el último en salir, solo tocó a su puerta sin imaginar que fuese ella, y permitió que entrara.

— ¿Qué es lo que necesitas? — demandó una respuesta y ella cerró con seguro detrás de si.

Se acercó a su escritorio y recargó sus brazos a los costados, con la mirada fija en el y un respirar inquieto.

— Meliodas debemos hablar — el gruñó pero antes de poder contestar ella lo interrumpió— como personas civilizadas.

— No te queda la palabra civilizada, Elizabeth— protestó y ella tomó asiento frente suyo.— ¿Qué es lo que quieres? ¿Qué me trague el cuento barato de que no eras tú la de la foto?

Ella mordió su labio con fuerza, cerrando los ojos un momento y tranquilizando sus nervios.

— Si, era yo la de la fotografía — liberó el puño que sus dedos hacían y suspiró tratando de no perder cordura— Pero en ese entonces, solo tenía 16 años, Meliodas.

El frunció las cejas y ella agachó la cabeza.

— Mientes— ella lo miró y esta vez fue su turno de fruncir el ceño — Lo único que quieres es hacerme creer eso.

— No es así, está vez te digo la verdad — se levantó y tomó su mano, pero el la alejó tan rápido como ella había contestado— No... No me crees verdad.

— No sé qué pensar de ti, Elizabeth— sus palabras hicieron que le doliera el pecho y su garganta doliera.

— Meliodas, realmente no sabes lo que hay detrás de esa fotografía.— y el negó dándole la razón — Solo quiero explicarte que es lo que pasó.

— Yo sé lo que pasó— se levantó de su asiento y agarró el mentón de ella para que lo mirara a los ojos — Me estuviste viendo la cara todo este tiempo, creí que eras una mujer decente pero eres peor que una puta.

<<Puta>> Elizabeth tomó un respiro corto y su cuerpo tuvo la reacción que no quería mostrar. No le gustaba ser la que tenía que derramar las lágrimas que sus ojos guardaban para un momento tan candente como ese, pero no podía soportar que su esposo le ladrara a la cara lo que siempre intentó no creer de ella misma.

Se deshizo del agarre que la retenía del rubio y cerró los ojos fuerte para que las dos espesas y pesadas gotas rodarán sobre sus mejillas.

— Tus palabras duelen más que el detrás de esa fotografía— dijo en un susurro y el metió sus manos en ambos bolsillos— Solo quiero decirte que no es una foto, es el video que me marcó de por vida y espero que en algún momento lo mires para entender lo que realmente pasó.

Salió de su oficina, dejándolo perplejo y con un amargo sabor en el paladar. Su cabeza dolía, pero ese no era el verdadero dolor como el que sentía en su pecho. Tan oprimida sensación que sentía que algún punto de su dolor terminaría contándole ella misma lo que pasó. Más sin embargo, el siempre había anhelado descubrir por sí mismo que ocultaba, esta vez, ella dejaría que el solo lo hiciera, porque ya estaba lo suficientemente cansada y lastimada para soportar otra discusión.

Y su día fue peor cuando una notificación de su teléfono indicó que alguien la esperaba en el estacionamiento, como anteriormente lo había hecho.

Linda, baja un momento.—Sabía de quién se trataba. Y no lo haría pero, el no se cansó y envió otro correo— No querrás que tu amiga la rubia se la primer persona en mirar el video.

Prometidos Desafortunados (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora