Su cuerpo estaba repleto en sudor, jadeando a tropiezo y sintiendo como su garganta ardía por la manera que el aire se adquiría a sus bocanadas.
— ¿Estás bien, Ellie? — el rubio se incorporó y acarició la espalda de su esposa. Ella miró sobre su hombro, teniendo el reflejo del reloj y la mirada preocupada de Meliodas. Eran las tres de la mañana y ella estaba temblando por las pesadillas que había olvidado que existían.
— Si, solo una pesadilla — murmullo y toco su frente— Vuelve a dormir, estoy bien.
El asintió, de cualquier manera el sueño lo mataba, pero el saber que solo había sido una pesadilla lo tranquilizó.
Elizabeth suspiró, relajando sus hombro y sintiendo como sus mejillas estaban mojadas.
<<no está aquí>>> pensó, pues tuvo que lidiar con la inquietud de su mente al creer que volvía a revivir su trauma. Salió de la cama y a oscuras se vistió con su pijama, no quería molestar a su esposo por la simple necesidad de ver cuando ya sabía dónde se encontraba su ropa. Salió al balcón y el aire fresco suavizó sus músculos, pasando una mano por su pelo y cerrando los ojos con fuerza.
No creía haber vuelto a tener pesadillas, lo había olvidado pero ahora comenzaban a volver a salir. Recibió una notificación, algo que la dejó confundida y dispuesta a mirar quién estaba despierto a esa hora después de ella.
Un correo anónimo, extraño pero lo suficiente tenaz para abrir el mensaje.
Su mano dejó caer el teléfono al suelo y alejándose del móvil cuando miró la gran advertencia que le había dado Mael. Volvió a sostener el teléfono, tapando su boca para no emitir ningún sonido cuando sus ojos miraron cierta parte de aquel video que estuvo temiendo por volver a ver.
Su mano tembló y su cabeza dolió. Tanto que no pudo respirar por breves segundos, esta vez, volvió a entrar y prendió las luces, porque la luz de la luna no era lo suficiente brillante para buscar los antibióticos que Merlin le había dado.
Meliodas volvió a incorporarse, esta vez con las cejas fruncidas y mirando cada movimiento que hacía.
— ¿Qué está pasando? — no respondió y solo acudió a ella cuando las pastillas pasaron por su garganta. Ella dejó caer el teléfono nuevamente, tocando su frente frunciendo el ceño— ¿Qué es esto?
Levantó su celular y Elizabeth abrió los ojos, pero antes de poder impedir que el lo tomara, el se alejó de ella, con las cejas juntas.
— Meliodas, por favor regresame mi teléfono— imploró jadeando y el chico miró indeciso sobre el borde del móvil y después a la chica.
— ¿Qué es lo que no quieres que yo vea?
—Los ojos de Elizabeth se quedaron quietos, mirándolo y soltando su aliento que tardó en recuperar, no estaba en sus planes que el viera ese vídeo, aún no había hecho nada de lo que estaba advertida para que Mael ya estuviera prevenido en ese aspecto.— Espera...— el chico no escucho y miro la pantalla.
El silencio permaneció en ambos, el cuando abrió los ojos tan grande y ella cuando el la miro mostrandole la pantalla.
— ¡¿Que mierda es ésto Elizabeth?! — las manos de ella temblaron sin frenesí, pero su mirada cambio cuando el vídeo no estaba en el correo que había recibido, en cambio, solo había una foto de ella misma, con la ropa rasgada de ciertas partes pero lo suficiente para dejarla semi desnuda y las manos atadas.— ¿Has estado con alguien más?
— ¡No! — sus ojos comenzaron a arder sabiendo lo que venia— Meliodas déjame explicarte.
— No, no digas nada— el rubio suspiro y con solo mirarla supo el asco que le tenía — Creí que eras una mujer decente, pero solo eres una...
ESTÁS LEYENDO
Prometidos Desafortunados (Pausada)
RomansaEn el corazón del vibrante mundo empresarial, Meliodas, un influyente y exitoso empresario, vive una vida que muchos envidiarían. Sin embargo, su destino da un giro inesperado cuando se compromete con Elizabeth, una enigmática joven con un secreto p...